Mateo 11,2-12
El Evangelio nos cuenta que Juan el Bautista estaba preso y mandó a sus discípulos a preguntar a Jesús si era el que vendría o tendrían que esperar a otro.
Jesús les contesto: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están viendo y oyendo los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y una Buena Nueva llega a los pobres. ¡Y dichoso aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!” (Mt. 11,4-6)
Ahora que ya sabemos que Jesús era el Mesías el Hijo de Dios, cuantas veces muchos de nosotros creyentes y aunque tengamos muchos o pocos años conociendo a Jesús, escuchando su palabra e intentando predicar con la vida y la palabra, dudamos que el sea nuestro Salvador, a pesar de haber escuchado de sus múltiples milagros y haber sido testigos de los milagros que hace en nuestra vida: nos devuelve la vista cuando no vemos lo que nos conviene, nos hace levantarnos de esa dificultad, nos deja limpios de la lepra del egoísmo y la indiferencia, nos hace escuchar lo que necesitamos, nos resucita cuando el mundo nos mata con sus placeres, poderes y riquezas; no ponemos la suficiente confianza en la palabra de Dios, que solo ella puede sacarnos de eso que no nos hace feliz y no somos conscientes o no vemos los milagros, por eso Jesús nos dice felices si somos capaces de reconocerlo como nuestro Salvador, si no nos avergonzamos de él, ni nos escandalizamos de su poder.
“Yo voy a enviar mi mensajero delante de ti, para que te preceda abriéndote el camino”(Mt. 11,10)
Hoy como a Juan Bautista Dios nos pide que preparemos el camino que llevemos a nuestros hermanos hacia Jesús, nos llama a ser sus discípulos sólidos y para eso necesitamos esforzarnos, tener domino de si mismo para hablar y vivir lo que él nos pide, tener una coherencia de vida, vivir lo que predicamos.
Le daba gracias a Jesús porque me hacia caer en la cuenta que muchas veces no me he esforzado lo necesario para que mi vida sea reflejo de su Amor, para vivir una vida coherente y cuantas veces le fallo, ayer mismo trate mal a una persona muy querida, pero así como tengo el derecho a equivocarme, a fallar, Dios me hacia consiente que no puedo sola necesito de él, por eso le pedía perdón y también a la persona afectada, algo que hace tiempo antes de conocerlo a Jesús no lo hubiera hecho y escuchaba de parte de Dios ¡Animo!, te perdono, sigo confiando en ti, te necesito, no encadenes la palabra por tus errores, tienes derecho a fallar pero no a quedarte estancada.
“Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de Dios es cosa que se conquista, y los mas decididos son los que se adueñan de él” (Mt11,12)
El Señor es muy generoso porque nos da la oportunidad de ser sus discípulos, de alimentarnos de su palabra que no nos defrauda para que otros también lo conozcan y sean felices, por eso pidámosle con plena confianza que su Amor misericordioso nos hará hombres libres para vivir esforzándonos cada día para la construcción del Reino.
Que la Virgen Santísima nos enseñe a escucharle y a dominar nuestra humanidad para vivir nuestra espiritualidad como ella lo supo hacer.
Claribell
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario