PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

domingo, 1 de julio de 2012

Traten de ser ofrenda permanente
Romanos 12, 1-2; efesios 3-4

Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio. No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto.
¡Qué delicadeza! La de Pablo y me conmueve su gran ternura con la que insta a sus fieles a seguir a Cristo, apela a la gran ternura de Dios, sólo lo puede hacer una persona que se ha encontrado con el mismo Jesús en persona y le ha creído y de la manera que él ha tenido ese encuentro con Jesús, él quiere que lo demás lo vivan.
¿Por qué? Porque por fin encontró un AMOR verdadero que le da Vida, Él ya había probado tantos amores y ninguno le satisfizo como el Amor de Cristo, que en él se convirtió en verdadero manantial que brota de su corazón para dar Vida a los demás.
Nos llama a que respondamos a ese inmenso amor que Dios nos tiene y que correspondamos a ese amor entregándole nuestra vida. ¿Cómo? Ahí desde donde estamos y nos encontremos, ya sea en el hogar, en el trabajo en la universidad, con tus vecinos, en la calle ¿Qué nos cuesta ofrecernos a Dios como un sacrificio vivo capaz de agradarle? Buscar ¿Qué te agrada, Dios mío, en esta situación? ¿Cómo quieres que actúe? ¿Cómo lo harías tú?
Cada uno verá ¿el cómo? A veces callando cuando queremos disimular las faltas de otro, como lo hace una madre, cuando su hijo hace una mataperrada: llegar borracho, llegar a la madrugada, embarazar a una mujer, sólo le cabe apoyarlo ante la furia del padre o de la justicia; o como lo hace un amigo cuando le ofreció su trabajo porque sabe que su amigo no tiene dinero, o tiempo por las situaciones difíciles que pasa.
O hablando, denunciando lo que está mal, profesores, jefes que se quieren aprovechar de su posición para cobrar con dinero o con la honra de una mujer, como a esa señorita que su jefe casado la invita a salir y ella le dice que no sale con hombres casados y comienza a tratarla mal y hasta burlándose y diciéndole que se vaya rápido a otra parte. Denunciando los malos tratos vengan de donde vengan, sobre todo a los más débiles, más pobres que no tienen cómo pagar.
O poniendo tu espalda, tu cara como lo hizo Cristo, yo cancelo tu deuda, pago todos tus pecados siéntete libre de toda culpa.
Y todo lo que tengamos que asumir por defender nuestra fe, sin seguir la corriente del mundo que te dice todo lo contrario a los valores evangélicos, sino más bien poniendo medios: el diálogo con Dios, Jesús, María, comulgando muy a menudo porque Cristo en la Eucaristía es nuestra fuerza y nos impulsa a vivir la fraternidad, la unidad en el hogar, con los vecinos, en la parroquia, en la comunidad ¡Cuánto que ofrecer! ¡Cuánto que dar! Para transformarnos a cada instante en una ofrenda viva, que deja de ser una carga cuando se hace por amor, por crear la unidad, eso es morir uno mismo pero a la vez resucitando por medio de esa renovación interior.
Yo a cada rato veo cómo dar y que Jesús, me vaya limpiando interiormente de mis malas intenciones, del qué dirán, del afán de gloria, quiero ofrecerme como una ofrenda pura limpia que sea capaz de agradarle a Dios.
¿Cómo? Haciendo lo que Jesús hizo, en continuo diálogo con el Padre, no decir nada fuera de la Palabra de Dios y no hacer nada si no lo veía hacer al Padre, por eso el Padre decía y creo que con mucho orgullo ¡Este es mi hijo muy amado, en quien me complazco!
María, Madre de gracia y misericordia enséñame a ser la complacencia de Dios.