PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

martes, 30 de junio de 2009

Comparte conmigo el gozo de traer a casa a mis hijos


Lucas 15,28-32; Romanos 10,14

"El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Entonces el padre salió a rogarle" (Lc 15,28). El padre sale al encuentro del hijo mayor, como del hijo menor. El no es indiferente a ninguno de los dos, no excluye a ninguno. Pero mientras la reacción del menor es de dejarse amar, la del mayor es de una insensibilidad y dureza de corazón espantosa. ¡Cuántas veces los que estamos aparentemente más cerca del Padre, en realidad estamos más lejos! Estar cerca es tener sus mismos sentimientos y amar al estilo de Dios Padre.

"Pero él le contestó: Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos" (Lc 15,29). También nosotros tenemos a menudo la misma reacción: la envidia en casa. En vez de la misericordia, aflora el resentimiento y tristeza por el bien del otro. ¿No reaccionamos igual? Es hora de aprender la ley del evangelio de Jesús: "Misericor­dia quiero y no sacrificio (Mt 12,7).

"Pero llega ese hijo tuyo, después de gastar tu dinero con prostitutas, y para él haces matar el ternero cebado" (Lc 15,30). ¡Qué despreciativo se pone el hermano mayor, al no dignarse a llamar hermano al pecador y referirse a él como "ese hijo tuyo", ese que no tiene nada que ver conmigo ni yo con él. El Señor nos propone, como medicina de nuestra intransigencia una fuerte ración de misericordia, para no despreciar a nadie, por su color, religión, estudios etc.

¿No crees que por tu falta de amor entrañable muchos están fuera del hogar?

"El Padre le respondió..." (Lc 15,31a). Si te resulta difícil ser misericordioso con los demás, déjate educar por Dios. El quiere que seas su reflejo, que expreses con tus actitudes las suyas. Es lo que trató de hacer Jesús y actuar con los demás con la misma misericordia del Padre, que hace salir el sol sobre buenos y malos (Mt 5,45). ¡Éntrale a esta Escuela de Misericordia!

"Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo" (Lc 15,31b). Si te es difícil la práctica de la misericordia, deja que Dios te diga: "Hijo querido", "Hijito", "hijo mío", has gozado siempre del amor del Padre, no has padecido hambre fuera de la casa, no te has hecho esclavo de nadie. ¿Qué pierdes tú en que el otro sea amado? ¿Qué se te quita? ¿Sientes que es una injusticia el ser bondadoso con el otro? (Mt 20,15). No te preocupes sólo por las leyes, puesto que la plenitud de la ley es amar al prójimo como a ti mismo (Rm 13,10: Gal 5,14).

"Había que hacer fiesta y alegrarse" (Lc 15,32a). No eres cristiano si no te alegras por el regreso de cada uno de los que han estado alejados de Dios y hay que hacer fiesta porque es hora de abrir muchas puertas. Muchos se sienten fuera de casa y no entran a veces por la mala cara que les ponemos al hermano. Pon la cara de padre, y seamos misericordioso y alegra tu cara por cada l hermano que se convierte.

La mayor razón para la alegría: "Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (Lc 15,32b). El pecado nos sumerge en la perdición y en la muerte. Estamos muertos cuando no amamos a Dios, cuando nos alejamos de Él, y en su ausencia caemos en el abismo de la desesperación y el sin sentido. Pero el regreso de la muerte, del abismo, de la soledad y la opción de iniciar una mayor convivencia amorosa con Dios es fuente de alegría. Es lo que debe entender el hijo mayor; y también yo.

¿Qué crees que sentirá el Papa del general Bazán, que hasta ahora permanece perdido por las zonas peligrosas de la selva, si le dicen, ¡hemos encontrado a su hijo! ¡Y VIVE!. Mayor alegría debería ser la nuestra por un hermano que traemos a la casa paterna.

Pero si uno no lo entiende, caerá en un pecado de la misma magnitud que el de su hermano menor. Porque lo que disgusta a Dios es el abandono y la ausencia de amor filial, pero también la ausencia de amor fraterno. ¿Aceptará el mayor abrir su corazón a la misericordia? ¿Aceptaré yo? ¿Aceptaré ser apóstol de la misericordia?

Rom, 10; 14 Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?

Para atraer a los hermanos necesitamos creer en el Padre, creer que Él me ama, gozar y disfrutar de ese AMOR-VIDA que nos da y que el Padre se lo da a todos, pero que no lo disfrutan porque no lo conocen, si lo amas con todo tu corazón, lo darás a conocer a todos, porque como gozas de ese Amor quieres que todos lo reconozcan, que sean hijos del mismo Padre y a eso nos llama Papá Dios; si me amas atrae con la Palabra y la Vida-Amor, a todos mis hijos y todos me llamarán Papá, y seré su ¡ABBA!

María, la Madre de Jesús, es Madre de la gran misericordia, en la que ha quedado envuelta toda su vida. ¡Madre, pon en nuestros labios el cántico de la misericordia! Para atraer a todos los hombres a la casa paterna.

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