PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 15 de junio de 2009

He deseado con ansias quedarme con ustedes.


Marcos 14, 12-16. 22-26

Hoy se celebra la fiesta del Cuerpo y la sangre de Cristo, ¡cuánta razón! Para quererlo más, para adorarlo y reconocer su gran AMOR-VIDA, que nos ha venido regalar en nombre de Papa Dios, Él ha sido el embajador, que ha bajado del cielo para decirnos ¡mi delicia es estar con ustedes los hijos de los hombres ¡ y no están solos, Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos! Yo les enseñé a caminar, tomándoles por los brazos, era para ustedes como los que alzan a un niño contra su mejilla, y me inclinaba hacia ustedes y les daba de comer. Los atraía y les sigo dando gestos de Amor y ternura.

Jesús, mi Vida y mi Amor haz que me aprehenda a ti, y no me separe jamás, que reconozca y sienta tu amor, de verdad me siento tan anonada por tanto amor que me estremece cada Palabra de Dios y me siento tan amada y mimada, por este Papa Dios, que sólo quiero caer de rodillas, ante tan sublime misterio de la Eucaristía y decirle con toda mi mente, corazón y vida ¡SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO! Que contiene todo el amor de que soy capaz de dar, toda mi vida sin algo le puede servir, ante tanto Amor y Misericordia sólo queda decir ¿Con qué te pagaré Señor, todo lo qué has hecho y me has dado? Sólo proclamando tus maravillas y haciendo que todos los hombres sean tus discípulos, para que se haga tu voluntad, aquí en la tierra como en el cielo.
Himno antiguo para el Sábado Santo.
Este cuerpo quema las espinas de los pecados, ilumina el alma de los hombres. Este cuerpo ha sido tocado por la mujer que padecía flujos de sangre y ha sido curada de su enfermedad. Este cuerpo, con sólo verlo, curó a la hija de la Cananea. Este cuerpo, la pecadora, con todo el ardor de su alma se acercó a él y fue liberada del barro de sus pecados. Este cuerpo, lo tocó Tomás y lo reconoció exclamando: «Mi Señor y mi Dios» Este cuerpo, grande y muy alto, es el fundamento de nuestra salvación.
Antaño, el que es el Verbo y la Vida nos declaró:«Esta sangre ha sido derramada por vosotros y entregada para la remisión de los pecados. Hemos bebido, amados míos, la sangre santa e inmortal. Hemos bebido, amados míos, la sangre que fluyó del costado del Señor, que cura toda enfermedad, que libera a todas las almas. Hemos bebido la sangre con la que hemos sido rescatados. Hemos sido comprados e instruidos, hemos sido iluminados. ¡Mirad, hermanos, qué cuerpo hemos comido! ¡Mirad, hijos, qué sangre nos ha embriagado! Mirad la alianza pactada con nuestro Dios, por miedo a enrojecer en el día terrible, en el día del juicio (cf 1C 11,29). ¿Quién está en condiciones de glorificar el misterio de la gracia? Hemos sido juzgados dignos de participar del don. Vigilémonos hasta el fin a fin de poder escuchar su voz bendita, dulce y santa: «Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros» (Mt 25,34)...
Amados míos, celebramos las maravillas del bautismo de Jesús (cf Mc 10,38), su santa y vivificante resurrección,por la que el mundo ha recibido la salvación. Aguardamos todos, la dichosa realización por la gracia y la benevolencia de nuestro Señor Jesucristo: A El sean dadas la gloria, el honor y la adoración.

Qué insondable misterio! Todos los días le tengo ante mis ojos… y no le he visto aún. Todos los días le tengo entre mis dedos… y aún no le he tocado. Está cerca, cerquísima, cuando le devoro… y le siento lejos, a veces lejísimos. Y, sin embargo, se ha rendido ante mí, pecador.
Le llamo, y siempre viene; y allí queda Él, solo, esperando, ardiendo humildemente en Amor por cada alma.
Es el Omnipotente, el Papá Dios de cielos y tierra, el Rey del universo… Y se presenta como el “Cordero”. ¡Cualquiera, al verlo, diría que todo un Dios se ha postrado ante los hombres!

Se deja hacer, se deja mover, se deja llevar, se deja comer, se deja ignorar… ¡Se deja profanar! Y siempre, siempre, siempre… se queda con nosotros. Muchos pasan de largo ante el sagrario, sin dirigirle un sólo pensamiento, ni una genuflexión reverente; muchos comulgan sin pensar siquiera en el milagro en que se sumergen; muchos dejaron de comulgar hace tiempo… Y ni una queja, ni un lamento, ni un reproche. Se queda, manso, entre nosotros. Dos mil años, ya, y allí sigue, silencioso y hecho grito de Amor, en el sagrario.

Me desborda el Misterio de un Dios hecho pan, arrodillado ante mí. Me siento pequeño, muy pequeño, y, a la vez, inmensamente afortunado. Y siento que sólo de rodillas, en adoración, puedo responder a este Amor; y siento, cada vez que me dispongo a recibirlo, necesito el corazón y las manos de la Virgen para dar calor a un Niño que se arroja en mis brazos rendido e indefenso. Te adoro mi Señor y mi Dios.

« Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos » Es la Trinidad en la mano, en el corazón, en contacto vivo con mi carne y sangre, a llaga abierta... lanzado como a "tumba abierta", como dicen los ciclistas al lanzarse cuesta abajo a todo riesgo; a tumba abierta baja y cae en picado en el abismo de mi miseria.
Y es ahí, en este caerse en mis débiles y enfermas manos, cuando puedo sentir el peso de la misericordia de las Personas Divinas y de María.
Cristo nos ama porque recibe la vida del Padre. Nosotros amaremos recibiendo del Padre la vida, especialmente a través del alimento eucarístico.

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