PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

martes, 9 de junio de 2009

No he venido a abolir la Ley sino a ponerle Amor

Mateo 5, 17-19

Sal 98, 5. 6. 7. 8. 9 Santo eres, Señor, Dios nuestro, por eso te queremos y amamos por sobre todas las cosas ¿Quién o qué pueblo tiene un Dios como el nuestro?
Ensalcémoslo y postrémonos ante el Señor, Dios nuestro, y dale gracias porque Él nos habla y nosotros escuchemos sus mandatos y la ley que nos dio. Eres Señor, Dios nuestro, porque nos respondes, y eres para nosotros, un Dios de perdón y misericordia.

Escuchemos del Señor, que nos dices: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas; (...), sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Jesús nos revela que Dios primeramente se dio a conocer a los hombres mediante los profetas. El Pueblo escogido se reunía los sábados en la sinagoga para escuchar la Palabra de Dios. Así como un buen israelita conocía las Escrituras y las ponía en práctica, a nosotros nos toca hablar con Dios en su Palabra, escucharle, asimilar lo que nos dice, vivir lo que quiere que vivamos y anunciar eso que nos ha hablado al corazón.

En Jesús tenemos la plenitud de la Revelación. Él es el Verbo, la Palabra de Dios, que se ha hecho hombre (cf. Jn 1,14), que viene a nosotros para darnos a conocer quién es Dios y cómo nos ama. Dios espera del hombre una respuesta de amor, manifestada en el cumplimiento de sus enseñanzas: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14,15).

Del texto del Evangelio de hoy encontramos una buena explicación en la Primera Carta de san Juan: «En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados» (1Jn 5,3). Guardar los mandamientos de Dios garantiza que le amamos con obras y de verdad. El amor no es sólo un sentimiento, sino que pide obras, obras de amor, vivir el doble precepto de la caridad: Amar a Dios y a nuestros hermanos como Él nos ama.

Jesús nos enseña la malicia del escándalo: «El que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). Porque —como dice san Juan— «quien dice: ‘Yo le conozco’ y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él» (1Jn 2,4).

A la vez enseña la importancia del buen ejemplo: «El que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). El testimonio de vida, es la plenitud de la Ley, que se resume en el Amor con que te vives, y rebasa las fronteras de nuestros límites, que son muy estrechos, según nuestro corazón, pero el corazón de Dios es más grandes que nuestras estrecheces, cuando Él nos mira, nos mira como mira a Jesús, manso y humilde de corazón, que todo lo aguanta y todo lo soporta, todo lo tolera porque nada hay más importante, que amar hasta dar la vida.

En estos días que he estado haciendo gestiones para que me operen, con un gran dolor de pierna y que así me mandaban de un sitio para otro, quería explotar y a mi mente vino preguntarle a Dios, ¿Por qué le dijiste a Moisés que era el más humilde sobre la faz de la tierra? ¿Qué hacía Moisés para merecer tal halago? Y veía a Moisés haciendo lo que Dios le pedía, aún a costa de su propia vida, de sus propios intereses, y no por voluntad propia, sino porque Dios se lo pedía, por liberar a sus hermanos israelitas y que lo hacía dialogando con Dios y le pedía a Dios, paciencia, para aguantar a mis hermanos administrativos, por estar tan pegados a la ley y no dan plenitud de la Palabra, con el Amor, por humanidad y misericordia.

Pero hoy martes, exploté, y grite por impotencia; pero Dios es más grande que mi impaciencia y me manda angelitos que me hacen volver a su camino, de diálogo con Él; vi a un niño, que estaba peor que yo, y sin embargo sonreía a pesar de que estaba sufriendo la burocracia estatal.

Pedirle a Jesús que nos haga humildes y mansos de corazón, y a la mamita querida, darle nuestro
corazón, mente y fuerzas, para que continuamente nos preste su “SI” y que el AMOR-VIDA, que nos dio Dios, sea el que prevalezca ante todo.

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