PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

jueves, 18 de junio de 2009

Hijo mío eres tú


Salmo 2, Salmo 34, 9


Hoy Padre bueno, quiero dirigirme a ti con las palabras que usó san Pablo: “doblar mis rodillas ante ti, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, de quien procede esta familia, para que, conforme a tu bondad, nos concedas que tu Espíritu nos fortalezca interiormente, que nos lleve a disfrutar de, que fortalezca en nosotros tu AMOR-VIDA, nuestro ser apóstol, y eso sólo se da cuando nosotros nos sentimos “Hijos” desde nuestros corazones, por la fe, tu ser Amor Sólo desde esta fortaleza Señor podemos estar al servicio de tu Palabra, sólo desde aquí se puede abrir un abanico de facetas y procesos dinámicos que posibilitan el dar y recibir tu misma vida, que se encuentra en tu Palabra.

Salmo 2, [7] Voy a recitar el decreto del Señor: él me ha dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. [8]Pídemelo y te daré las naciones en herencia, en propiedad los confines del mundo. ¡Dichosos los que se refugian en él!

Ninguna palabra puede plenificar tanto nuestro corazón como el que nos dirige Dios mismo cuando nos asegura: "tú eres mi hijo" (Sal 2,7), no existe en la vida otro decreto que nos invada de tanta seguridad, y confianza. Tu vida es fruto del Amor del Padre, de Aquel que te reclama como suyo: "tú eres mío" (Is 43,1), porque eres la obra de sus manos: (Is 64,7).

Tu vida procede no de la casualidad o el descuido, sino de un Amor que con infinito cariño formó tus entrañas y con amoroso cuidado te tejió en el vientre de tu madre (Sal 139,13). Eres hijo del Autor de toda la creación, que hizo todas las cosas buenas, perfectas para ti, para que gozaras de sus primicias (Gén 1.26), y que en un derroche de Amor, te participa de su propia Vida y Amor, porque eres su hijo. Este Padre se encarga de ti, nada de lo que vives le es desconocido, porque conoce lo profundo de tu ser, porque está siempre presente en tu vida porque su Amor de tu lado no se apartará jamás.
La experiencia de este Amor nos adentra en nuestro valor más auténtico, nos revela los rasgos de la Vida y el Amor que están grabados en nuestro interior y nos hace recobrar nuestra verdadera identidad.

Por esto, Dios que es nuestro Padre, no soporta la lejanía, su delicia es estar con los hijos de los hombres (Prov. 8,31) por esto no tiene otro lenguaje que el del Amor, lenguaje que supera y trasciende infinitamente toda expresión de cariño y de afecto humano, porque es el cariño mismo, la ternura misma derramada en nuestros corazones, el Amor que nos atrae con lazos de amor, que se inclina para darnos de comer, para enseñarnos a caminar, que nos lleva sobre sus hombros, que nos estrecha contra su mejilla (Os 11)

Una vez le dijeron al fundador de nuestra comunidad que se iba a quedar sin voz, sin remedio. Entonces tuvo un momento de crisis o de ruptura con todas sus perspectivas de futuro..., en ese instante se puso a orar con los salmos, hasta llegar al segundo donde leyó: “Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy. Pídeme, te daré en herencia las naciones. Así lo creyó y se puso a llorar de gozo. Igualmente tú lo puedes descubrir. Eres hijo y eso basta.
El Padre es todo Amor y solo Amor, y nunca dejará de ser Amor o Padre, nunca dejará de quererte, ni su Amor se apartará de tu lado, nada ni nadie te puede separar de este Amor. Y es un amor que no acaba nunca, te ama con amor eterno.

Sal, 34, 9, Gustad y apreciad qué bueno es el Señor: dichoso el varón que se acoge a él
Tu vida está llamada a ser signo de un corazón colmado por este Amor. Desde siempre el hombre ha tenido la necesidad de expresar a Dios lo que piensa de Él, de manifestarle sus sentimientos este salmo nos introducen en una oración que puede ser la nuestra: la oración en la que derramamos ante Dios nuestro corazón y se llena de admiración, de súplica o de agradecimiento. Pero ante todo expresamos la grandeza que experimentamos al reconocernos criatura del Señor: “Tu eres mi Padre” (Sal 89,28).

La oración que dirigimos a nuestro Dios como a nuestro buen Padre, es un grito del corazón en toda situación, hasta en los momentos en los que parece que se has escondido y nos has olvidado.
Pero hoy quiero cantar mi confianza en Ti, en que nada ni nadie podrá en peligro mi seguridad:
“El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? (Sal 27,2ss) Dios es mi luz, mi roca, mi refugio en tiempos de desdicha, porque es mi Padre para siempre. Por eso estoy tranquilo, aunque estallara una guerra contra mi, Mi papá Dios siempre estará conmigo.
Por eso hoy, hagamos una entrega de nuestra vida, a quien nos la dio incondicionalmente y revisemos,

¿Te expreso, Padre, mis sentimientos hacia Ti?
¿Experimento tu Amor que me envuelve?
¿Qué hago cuando no te siento ?
¿En la vida práctica eres mi refugio, mi fuerza?
¿Qué digo a los demás de Ti?


Mamá ayúdame a ser humilde de corazón y confiarme con toda mi alma en las manos de Dios porque estoy segura de su Amor.

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