PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

miércoles, 27 de mayo de 2009

El Espíritu del Señor está sobre mí


Luc 4,18

Vamos a ponernos en la presencia de Dios, creando un ambiente de fe, de manera especial esta semana que nos vamos preparando para recibir el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios manifestado en Jesús, y por el cual reconocemos que la voluntad de Dios, aunque a veces no parezca, siempre es santa, buena y agradable, eso lo que quiere Jesús, dejarnos como única herencia, el Espíritu de Dios, que nos llevara a la verdad eterna.

¿Qué tan importante es el Espíritu Santo, que Dios mismo quiso encarnarse por obra de Él? : Luc [35] Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. Es el Padre que quiere hacerse palpable ante los hombres, y la única manera que encuentra de hacerse visible a nuestro ojos, es comunicándole, su mismo Espíritu a Jesús, que lo hace Hijo, y con Él, también nos hace hijos; Gál 4,[6] Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá! o sea: ¡Papá!

Es el Espíritu, que hace Hijo a Jesús y a nosotros, porque es el mismo Espíritu que lo va mantener en comunicación con el Padre, por eso, Jesús no puede decir nada, ni hacer nada, si el Padre no le dice, y es ese mismo Espíritu que lo llevará a la Misión, y que tanto anhela Jesús para nosotros, porque sabe que es el único que nos puede llevar a la verdad completa y eterna, y a vivirnos como a hijos, decirle con la confianza que Él tenía al Padre, ¡Papá! Sabiéndose completamente, en manos de Él ¿Cómo es que Jesús, nos dice la verdad te hará libre, y no hace nada sin el Padre, está atado a Él? Son las contradicciones de Jesús, que no entendieron los discípulos y nosotros menos, sólo lo entienden los que buscan la verdad, como los Santos, ellos exclamaban ¡No conozco más libertad desde que hago tu voluntad!

Y la voluntad del Padre, es que Jesús pase haciendo el bien Luc 4, [18] El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos [19] y proclamar el año de gracia del Señor.
¡Qué interesante, me parece meditar sobre el Espíritu Santo, sobre todo saborear su dulzura, darme cuenta del insondable amor de Padre, que nos pone a nivel de rango de su hijo, para también pasar por este mundo haciendo el bien, y es lo que va a saciar el hambre y la sed, que el hombre tiene, de una vida plena y que no la encuentra, hasta quedar como Jesús: ungidos, para que podamos vivir mejor las riquezas que Dios nos regala cada día. Cuando el profeta Isaías anunciaba la venida del Mesías indico que sería ungido por el espíritu Santo (esto es lo que lo hace Mesías o Cristo) y designó a este ultimo como espíritu de sabiduría, entendimiento, ciencia...etc. que son precisamente los dones del Espíritu Santo.

Cuando fuimos bautizados recibimos, con la Gracia, también nosotros los siete dones porque ser cristiano significa en cierta forma ser “ungidos “ u otros Cristos.
Por eso Jesús no cesa de decirnos: “ Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que este con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce” (Jn. 14,16-17).

Jesús llama al Paráclito el “espíritu de la verdad”. Esto significa que el Espíritu santo es quien después de la partida de Cristo, nos mantendrá en la misma verdad, que es El mismo.
Esta verdad que a veces no entendieron los discípulos ni nosotros, por nuestra limitada la preparación e inteligencia. Varias veces se dice que los mismos Apóstoles “ estaban desconcertados en su interior” y “no entendían”, o bien entendían erróneamente las palabras y obras de Cristo.
Así se explica en toda la plenitud de su significado las palabras del maestro: “Cuando venga... el Espíritu de la verdad os guiara hasta la verdad completa”.

Luc 3 16 Él los bautizará con el Espíritu Santo y el fuego. [17] Tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. ¿Qué necesitamos para llegar a la Verdad? Ser dóciles a la voz del Espíritu Santo, que nos inspira como a Jesús, a saber discernís cuál es el bien y cuál es el mal. Eso está inscrito en nuestro corazón ¿Quién no tiene experiencia, de Él, cuando obramos bien, nos da la paz, y sus frutos son la alegría, el gozo que nadie nos lo quita; sin embargo cuando obramos el mal ¿no sentimos nuestro corazón, triste, aún cuando sea por venganza o hacer pagar al otro el mal que nos hizo?

Qué maravillosa es la Palabra, Jesús, que se somete a todo para saber cómo salir nosotros de las situaciones difíciles, oscuras, en la que el miedo nos invade, las ganas de poder, o gozo ilícitos nos quieren hacernos caer. Luc 4,[1] Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, [2] donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días.

Sometiéndose a una prueba durísima: cuarenta días de soledad total y de ayuno. En ese retiro Jesús experimentó su fragilidad como criatura y sus dudas antes de enfrentar lo desconocido, pues dejaba la vida de Nazaret para entregarse a la voluntad del Padre en una misión que, en pocos meses, lo llevaría a la muerte. Y para ello nos aconseja: Juan 3 [5] Jesús le contestó: En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. [6] Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.

Por eso Jesús puede llegar hasta el final de manera libre y voluntaria, de entregar su vida y sentirse complacido de complacer al Padre y gozar de la bienaventuranza eterna, por que mereció, que todos le rindan en el cielo, en la tierra y en todo lugar, todo honor y gloria, y que a su nombre se doble toda rodilla y como Él, nosotros podamos decir, después de haber cumplido el Plan de Dios, de que todos los hombres se salven, exhalar diciendo como Él: Luc 23 [46] y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró.

Pidamos a Jesús, ser dóciles, mansos y humildes de corazón para dejarnos guíar por el Espíritu Santo.

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