PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

viernes, 29 de mayo de 2009

Ama y haz lo que quieras

Juan 21, 15-19


El título de las pautas me lo sugirió el evangelio de hoy, cuando Jesús dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Jesús es conocedor de nuestra persona en forma integral nada deja al azahar, ni a la casualidad, cuando Él dice algo lo hace con una clara intención de demostrar el Amor-Vida del Padre, qué es incondicional, sin mirar atrás, imagínense Jesús resucitado se aparece a sus amigos, que lo habían negado, que se habían escondido, temerosos de que lo señalen como sus discípulos y sobre todo a Pedro, a quien le había confiado a su gente, a los suyos, a su Iglesia, y no vacila en querer nuevamente proponerle, el cuidado de su Iglesia, pero esta vez, quería que Pedro le diera una manifestación de lealtad, de fidelidad, a Dios y a sus hermanos, y sabe que Pedro no puede dar una respuesta, si es que no ama a Jesús, como Jesús ama a Pedro, lógico, San Agustín decía “Ama y haz lo que quieras”, Jesús, no quería una confesión romántica, sentimentalista, del momento, sino una confesión como la de Él, si me amas, podrás dar la vida por Mí y por lo que yo te confío.

Qué confianza la de Jesús, pretender de este Pedro, un compromiso sagrado, de un amor, entregado, si amas, Pedro, podrás entregarte libre y voluntariamente y ningún sacrificio, le detendrá en la misión.

Y esto es posible por la actuación de Dios a través de su Espíritu, que transforma lo que está enfermo en sano, el desierto lo transforma en un vergel y en un paraíso, y nuestro corazón de piedra lo transforma en un corazón de carne. Jesús no ha venido a condenar, ni a dejar a un lado a Pedro porque lo negó, Jesús ha venido a rescatar al ser humano.

A veces qué difícil se nos hace, como padres o maestros, cuando un hijo se equivoca, le decimos, contigo ya no, eres bueno para nada, eres un inútil, un haragán, en la Comunidad cuántos hermanos heridos por este cliché, dado por padres y profesores, como compañeros de trabajo, me hizo ésta, otra vez no me la hace o perdemos la confianza en el marido/ esposa, al menor signo o suposición nuestra. Dicen mil señales no crean una duda cuando se ama y el menor indicio crea mil conflictos cuando no se ama.

«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.», en esta frase, yo se la digo a Jesús, muy a menudo como la de un niño, que dice te quiero, te prometo, y a la media vuelta me olvido, pero para Jesús, tiene bastante peso, ese “te amo”, por eso le dice a Pedro: «Apacienta mis corderos.»

Eso es para derretirse porque es experimentar con fuerza la cantidad de esclavitudes y de heridas que tenía nuestra vida, pero al ver la mirada que Dios tiene sobre nosotros, todo cambia.
Habernos visto pobres, esclavos y pecadores no es ningún impedimento, sino la condición privilegiada para experimentar la salvación y la liberación en nuestra vida, es sabernos amados y capaces de amar.

Jesús pregunta por segunda vez «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Jesús quiere que Pedro, se asegure de lo que va a contestar porque lo que Él, le hace, es una llamada al amor, a que dejemos una vida rutinaria y aburrida, y empecemos a vivir a su estilo, latiendo nuestro corazón al ritmo del suyo.

Cuentan la historia de una señora que vivía en Nueva York. Su vida era muy rutinaria. Era portera de un gran rascacielos en el que tenía que limpiar las escaleras todos los días. Era soltera y tenía unos 47 años. Sólo tenía una pequeña diversión. Por las tardes iba a un cine.

Un día como tantos limpió la escalera, fue al cine, y se sentó en la butaca en que siempre se sentaba, y se puso a soñar en su príncipe azul, pero ese día fue diferente. La película que estaba viendo era "Laurence de Arabia". En un momento concreto el protagonista, Rodolfo Valentino, desde la mitad de la pantalla se quedó mirándola fijamente y lo inesperado ocurrió, salió de ella y directamente por el pasillo central del cine y llegó hasta su butaca, la cogió de la mano y volviendo a la pantalla la introdujo en la película parando a ser ella la protagonista de la película. Sus sueños se hicieron realidad y de su vida rutinaria paso a ser la amada del gran Laurence.

A nuestra vida le ocurre lo mismo. Rutina, siempre haciendo lo mismo, en el trabajo, en la universidad, en casa y creando fantasías de su propia personalidad, viviendo como en dos mundos. Pero Jesús con nosotros ha hecho lo que en la película, ha fijado en nosotros su mirada y con cariño se ha acercado a nosotros, y nos ha cogido de la mano y nos ha hecho protagonistas de su historia de amor y nos dice ¿me amas?.

La realidad es que Pedro y nosotros experimentamos que la misericordia de Dios es tan sorprendente como la experiencia que esa señora de la película pudo tener. ¡Yo, un pecador, un orgulloso, un egoísta, llamado personalmente por Jesús a «Pastorea mis ovejas.»

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»

Pero Jesús, aunque nos vea sin capacidades es Él la garantía de que su proyecto de vida será un éxito. "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que he sido yo quien os ha elegido a vosotros."Jn 15,16. Y Jesús un poco antes dice: "Yo conozco a quienes he elegido" Jn 13,17.

Que Jesús nos conozca y que sea Él quien nos llame, nos tiene que llenar de una gran paz. ¿Quién mejor que Él sabe lo que podemos y lo que no podemos? De nuestra parte sólo queda el confiarse en su palabra y Jesús, espera de nosotros: Una promesa de fidelidad en la que nada, ni nadie, pueda entrometerse y la pueda romper. Jesús esa alianza la selló en la cruz con la entrega de toda su vida. Ante tal derroche de generosidad, de nuestra parte sólo cabe una respuesta, darle un sí total. Tú Señor sabes lo que soy, y tú señor sabes lo que tengo. Lo que no soy y lo que no tengo. Pero fiado en tu palabra te digo: Haz de mi lo que quieras, sea lo que sea. Te doy gracias, Jesús, mi amigo y compañero.

Mama querida ayúdame a llevar mi promesa, como Tú, hasta el final.

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