Juan 3,1-2
“Miren que amor tan singular nos ha tenido el Padre: que no solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Por eso el mundo no nos conoce. Porque no lo conoció a El.
Amados a pesar de que ya somos hijos de Dios, no e ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando el aparezca en su gloria, seremos semejantes a El, porque lo veremos tal como es.
¿Si No nos reconoce como hijos de Dios como que nos conoce entonces? Como hijos del mundo, de un matrimonio, hijos de unos padres terrenales, con un apellido, unos datos simplemente que nos ubican dentro de este mundo,
Tendrían que conocerse como un hijo de Dios, un enviado, una persona bendita, sagrada, que tendría que ser tratada con respeto, con amor, de una manera santa.
Una persona a quien no podría tratar mal, o insultar, o mentir o calumniar, o permitir que vista o coma mal o carezca de algo que le impida vivir bien.
Ya somos hijos de Dios, ¿pero porque no se ha manifestado aun lo que seremos? Porque en nosotros esta produciéndose una transformación por medio de
Ser semejantes a El, El nos hizo a su imagen y semejanza cuando nos creó y ese es el deseo del Padre este es ese amor tan singular, único, incomparable, un amor que desea para nosotros
¿PORQUE NO INVERTIR TODA NUESTRA VIDA PARA LLEGAR A ESE DIA?
…pero aquí nos toca a nosotros optar, tomar la decisión, ¿quiero llegar a ser semejante a El, o me conformo con lo que soy, “buena gente, tranquila, así nomás”? Dios respeta nuestra libertad, a nosotros toca elegir si es que nosotros aceptamos vivir como hijos de Dios y conocernos entre nosotros aquí en la tierra como hijos de Dios y luchar en comunidad para que todos lleguemos a manifestarnos como Hijos de Dios.
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