PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

viernes, 17 de julio de 2009

Con cuerdas humanas te he atraído. Hablemos de esto hijo

Is 49,15; Os 11,8

Is 49,15 ¿Se olvida una madre de su criatura, 15 no se compadece del hijo de sus entrañas? 15 ¡Pero aunque ella se olvide, 15 yo no te olvidaré!

Gracias Señor porque te siento que eres Padre y Madre para mí, para nosotros, es tu voz, la que me envuelve cuando, en el silencio, siento que no estoy solo.
Cuando siento que se estremecen tus entrañas al verme, porque me ves débil, frágil, que sufre, pero en mi interior resuena, tu Palabra emocionada que me dice que nunca me olvidarás y Tú si cumples con tu promesa.

Pero, ¿Papá? ¿Cómo se siente ese amor? Lo siento porque sé que conoces todos mis secretos y mis ilusiones, mis esperanzas, mis ideas, mis vacilaciones y mis convicciones. Sabes de lo que soy capaz, todo lo bueno que puedo hacer y, también

todo lo malo.


Lo sabe todo, pero no es un intruso o un inquisidor para inquietarme. Sabe lo que no le diría a nadie más que a Él, pero no me juzga en función de eso. Sabe cuáles han sido mis errores, hasta aquello que me avergüenza, y sin embargo cuando me mira ve a alguien profundamente digno y bueno.


Es el Padre está dentro de nosotros, y nos llama por nuestro nombre, y sabe cómo somos, sin exigencias, sin reproches ni falsas alabanzas, con unos brazos siempre abiertos.

Os 11,8 ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? 8 ¿Cómo voy a entregarte, Israel? 8 ¿Cómo voy a tratarte como a Admá 8 o a dejarte igual que Seboím? 8 Mi corazón se subleva contra mí 8 y se enciende toda mi ternura:

Yo entendí que Dios nos conoce más que nosotros mismos y que a veces cuando le abrimos el corazón, el nos recuerda aquellas faltas, traumas, o vejámenes que hayamos sufridos para curarnos, purificarnos y estemos más limpios de corazón y poder hablarle y escucharle.

A mí, me ha hecho ver toda mi vida en diálogo con Él , aunque él no me fuerza a recordar, cosas que no quisiera, entendía que cuanto más le contaba mis cosas aunque las sabía, inclusive las había permitido, sentía la necesidad de contarle, como un padre que sabía que no me iba a abandonar, lo que quería Él, era que corte los frutos de ese mal, y corte de raíz.

Me acuerdo una vez, alguien me echó llave por fuera en el baño, lo hizo en son de broma, pero en mí despertó tanta cólera y odio a esa persona que a pesar de sus disculpas no le podía perdonar, y en oración decía yo quiero perdonarla, pero lo que me preocupaba era la razón de tanta rabia y Jesús con mucha ternura me hizo recordar que cuando tenía 8 años, una profesora me castigaba, encerrándome en un cuarto, eso yo no se lo perdonaba, por eso detestaba esas bromas, y otra vez volvía a ser la renegona y odiable de siempre, Jesús compasivo conmigo me abrazaba y me hacía entender que la falta de perdón me hacía más daño a mi que las personas que me provocan y Él ya había sufrido y llorado por mí.

Y por no causarle más dolor a mi Jesús, mi corazón se fue purificando y aprendiendo a perdonar con el Amor que el Padre me daba a través de su Palabra.

Y de verdad se siente uno bien liviano y limpio para que la Palabra le llegue a través de mi vida a los demás.

A veces no dialogamos con el Padre que pensamos Dios lleva cumplida cuenta de tus miserias… pero, ¿cómo tener miedo a quien sabes que te quiere? ¿Cómo temblar asustado ante quien te ha creado tan lleno de vida? ¿Cómo desconfiar de quien se estremece cuando tú sufres?

Ese miedo al castigo, o a la condenación, no se deben referir a nuestro Dios, aunque es verdad que muchas veces nos sabemos limitados, también es cierto, que a ratos nos pesa con incertidumbre el sentir que podríamos hacer más, construir más, amar más, vivir mejor… pero no deberíamos sentir que Dios está ahí reprochándonos o preparando su venganza. En todo caso está ahí esperándonos, siempre, con los brazos abiertos y el corazón herido.

Vamos a pedirle al Padre, que llene nuestro corazón de una confianza infinita y poder dialogar con Él, como lo hago con la persona que le cuento casi todo lo que me pasa; pero a papá Dios, hay que contarle todo, aunque Él ya lo sepa; hay que engreírnos con Él, como cuando el Papá biológico se hace el loco para no ver nuestras fechorías y nos abraza y una vez en sus brazos dice: ¿dime hijito, qué pasó? Y poquito a poco te sonsaca lo que no quería decir, y te escucha sin juzgarte, sin violencia, sólo te dice ¡mira, ante ti está la felicidad y la desgracia, sea en la que te metas yo estaré contigo, pero no quiero verte sufrir.

Madrecita linda, Madre de nuestra alma enséñanos a dialogar con el Papá como tú lo hacías.

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