PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

viernes, 3 de julio de 2009

El Padre sale en mi búsqueda


Quizás el Padre, quiere que continuemos orando, su inmenso AMOR-VIDA, que tiene para darnos, para aprender a disfrutarlo, a gozar de ese Reino que vino a regalarnos, que es reino de paz, tranquilidad, no como lo dan, las personas, la cosas, los placeres; sino que es un gozo que nada, ni nadie te lo puede quitar.

A mi encanta ver a Jesús disfrutando de ese Amor, a punto de decirle ¡Papito, en mí, no tiene poder el demonio! El demonio de la codicia, de querer ser, tener, gozar; ni el demonio de mi carácter, de ser bien vista, de que todos me admiren, me quieran, a ese Jesús, lo vemos amando, dando amor a manos llenas, sin preocuparle, si le corresponden, si son pecadores, enfermos, el ama con el mismo AMOR-VIDA, del Padre incondicionalmente, para que aprendamos a amar a su estilo.

Por eso, Padre, no tengo miedo acercarme a Ti, porque sé, así como soy, me amas y con esto cuentas y por mi eres capaz de "¿No dejas las noventa y nueve para ir a buscar la que se perdió" (Lc 15,4b).

Si es así, me pongo en la primera fila para decirte “Yo soy la que me perdí” para que salgas a buscarme y te acuerdes de la Alianza de fidelidad, que hiciste conmigo cuando me dijiste: "Con amor eterno te he amado" (Jr 31,3) y me aseguras que me cuidarás, como un pastor a su rebaño (Jr 31,10), intuye mi deseo de volver, en mi oración: "Ayúdame a volver y volveré, ya que tú eres Yahveh, mi Dios. Ahora me arrepiento de haberme desviado, me doy cuenta y me golpeo el pecho. Estoy avergonzado y confundido, pues pesa sobre mí, mi infame juventud" (Jr 31,18-19)

Sales a buscarme con tu Palabra "¿No es Efraím (poner su nombre cada uno) para mí un hijo predilecto, o un niño mimado, para que después de cada amenaza deba siempre pensar en él, y por él se conmuevan mis entrañas y se desborde mi ternura?" (Jr 31,20). El nos busca con el deseo de dar "regalos en abundancia al alma agotada y saciar al que se desmaya" (Jr 31,24).

Mi Papa Dios, tiene muchas razones para buscar a su oveja, pero todas ellas se resumen en que: Su amor es eterno, su misericordia no tiene fin (Sal 106,1; 107,1). Por su bondad, perdona nuestras culpas, no se vuelve a acordar de nuestro pecado (Jr 31,34), y "se alegra de hacernos el bien" (Jr 32,41), pues "sabe de qué barro fuimos hechos y recuerda que somos polvo" (Sal 103,14). Busca a su oveja porque no quiere juzgarla sino salvarla (Jn 12,47).

"Y cuando la encuentra, muy feliz, la pone sobre los hombros" (Lc 15,5).

Cómo te alegras Padre, cuando tu búsqueda concluye en encuentro! Déjate encontrar por el "Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" (Ex 34,6). Descubre en Cristo el corazón del Padre, reflejado en sus actos, que son de amor a la miseria. El da su corazón al más miserable, al más necesitado.

La conversión es dejarse encontrar, hace estallar a Dios de gozo. La felicidad del Pastor es contagiosa. Prende pronto en la oveja. Aunque uno se vea mal, el Padre te ve siempre en clave de esperanza, positivamente. El es el único a quien la miseria no le asusta. Es más, se inclina, hacia el más pobre, el más indefenso y débil, el más mísero y pequeño (Lc 4,18; 15,1-2).

No tiene miedo de comprometerse con el pecado de la oveja, que la ha dejado rota, destrozada, herida, ensangrentada, afectada hasta lo más profundo de su existencia. Su misericordia lo conduce a curar, a vendar nuestras llagas (Os 6,1), nuestras heridas, a fortalecer a la enferma (Ez 34,16). Levanta del polvo a la persona abatida (Sal 119,25), al pobre (Sal 107,41), se inclina hacia ella para darle de comer (Os 11,4) y levantándola con amor entrañable se la pone sobre sus hombros (Lc 15,5).

Eso mismo quisiera hacer, como Jesús, por amor al Padre, de ir de oveja en oveja, de persona a persona a propagar esta Buena Nueva a cada hombre, mujer y niño que desconoce la inmensidad de la bondad de Dios. Y llevarlas sobre mis hombros, como lo hace mi Papá Dios conmigo.

Así, con esa imagen que encierra toda la ternura de una infancia sobre los hombros de un papá, Jesús nos invita a anunciar el evangelio de la misericordia del Padre, sin discriminar a nadie por ninguna razón, como Él, que hace salir el sol sobre buenos y malos! (Mt 5,45).

Madre mía y nuestra, llena de esperanza y misericordia, ayúdanos a salir al encuentro del Padre que me busca y dame la gracia de salir en busca de mis hermanos que no conocen tu gran e inmenso AMOR.

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