1 Pe. 5, 5b- 14; Sal. 88; Mc. 16, 15- 20
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos”. Sal 88. Como Uds. verán no hay palabras más seductoras que estas, un Dios que busca a su criatura y le promete su Amor y Lealtad hasta el fin de los tiempos, Él sólo espera que nosotros tengamos dispuestos el corazón para acogerle, amarle con todo nuestro ser. Pidamos a María sus oídos para escuchar la Palabra que Dios me quiere regalar esta mañana y hacerla vida a fin de ir anunciando su Palabra a cuantos se nos acerquen y Él nos regala la gracia de ser también como Él firmes en nuestra fe.
Cuando Él nos llama a anunciar su Palabra quiere que descubra esta infinita sed AMOR. Que ha sido derramado en lo profundo de nuestro corazón y poder sentir la plenitud interior desbordante a que estamos llamados.
Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. El deseo más fuerte que coge a Jesús es que conozcamos el don de su encuentro en una nueva y asombrosa dimensión, porque solo así podemos ser firmes ante las tentaciones, y ser libre hasta decir como Él ¡Animo, Yo he vencido al mundo! Jn,16,33.
Jesús ¿Por qué logra vencer al mundo en sus tentaciones? Porque ora continuamente y está en diálogo con el Padre y puede discernir qué cosas son las que le obstaculizan y qué le dejan ser libre para realizar la misión de la forma como se lo propone el Padre.
Él, entra en las casas para cenar y compartir pero su promesa va más lejos que este simple "estar juntos" que puede ofrecer una persona a la otra. Es un amor que es libre y desprendido del otro y sabe a la vez estar con el otro como lo requiere la verdadera amistad. Cuantas veces con un gesto Jesús rompe fronteras marginales, prejuicios y barreras culturales: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28,20)
A nosotros sin embargo la inclinación de nuestro corazón herido por el pecado lo arrastra al amor de los bienes creados y lo cierra en su egoísmo, Es lo mismo que Pablo llama "ley del pecado" que "reina en nuestros miembros" (Rom 7,21-25).
Por eso, en diálogo con Jesús, descubramos que la salvación que Él nos propone, es el amor fiel de Dios al hombre, que le impulsa a desarrollar las mismas actitudes de amor al prójimo, de perdón y que vence el mal que hay en nosotros y de esta manera significa la superación del mal, de los poderes demoníacos.. El Reino de Dios inicia y potencia una nueva vida, liberada del mal, para la vida, la reconciliación, la libertad, el amor y la paz.
A medida que vamos extendiendo el reino, nuestra mente, corazón y voluntad, se van haciendo más fuertes y más puros, donde el Espíritu de Dios se hace cada vez más factible, se le puede oír con más claridad, lo que Dios quiere que digamos y hagamos como lo hacía Jesús.
Madre querida, ayúdanos a ser cada vez más fuertes ante las tentaciones y digamos como tú y Jesús ¡El demonio no tiene poder sobre mi! Por eso nos dices: Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes.
Julia
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