PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

martes, 28 de abril de 2009

¿A quien enviaré?...¡Aquí estoy, envíame!

Lunes 27 04 09


Is. 6, 1-8; 1 Co. 4, 1-5; Mt. 28, 16-20

Cantaré eternamente del Señor todas sus bondades y anunciará mi boca tu lealtad por todas las edades. Pues el Señor ha dicho: "Mi amor es un amor eterno y mi fidelidad más firme que los cielos".
Con esta disposición vamos a comenzar nuestra oración hoy, de cantar eternamente lo que Dios a obrado a través de nuestras vidas y por ello no podemos dudar que cuando el Señor me llama a ser su discípulo, no hago más que corresponder al inmenso amor que Dios me ha tenido, tiene y lo mantendrá. Pedirle a María que nos de su disposición de escuchar su Palabra y ser fiel a Ella, hasta que reproduzcamos en nuestro hermanos a Jesús.

Is 6,8 Yo oí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". Yo respondí: "¡Aquí estoy: envíame!". El Señor nos invita a seguirle y el seguimiento parte de un estado inicial de cercanía, que puede ser efecto de un acercamiento y que se mantiene por medio de la oración y la escucha de la Palabra. Es decir cercanía del discípulo al maestro, del amigo al amigo, del siervo al señor, o incluso del amante a la persona amada.

"El que quiera venir conmigo... que me siga" La cercanía de Jesús es "proseguir detrás de mí".
Pedro, durante la pasión, seguía a Jesús de lejos. La lejanía en el seguimiento de Jesús llevó a Pedro hasta la negación de la fe y hasta la traición de su amistad con Jesús.

"Seguir a alguien", en el sentido que dan los evangelios a esta expresión, quiere decir "estar con él", o "estar junto a" la persona que se sigue. Jesús llamó a los discípulos "para estar con Él y para enviarlos a predicar", (Mc 3,14).

I Co 4, 2 Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles.
Ante todo, Jesús llama a los hombres para que estén con El. Es lo primero y lo más fundamental de nuestra fe, ya que creer en Jesús, como dice San Juan es "estar cerca de El": "El que se acerca a mí no pasará nunca hambre, y el que tenga fe en mí no pasará nunca sed", (Jn 6, 35). Tener fe es exactamente estar cerca de él y no sólo eso sino que los llama no sólo para que estuvieran con él, sino además para "enviarlos" a predicar, (Mc 3,14). Y que hagan lo mismo que Él hizo, con las mismas palabras y vida.

El seguimiento de Jesús es a la vez, cercanía a Él y moverse con Él, y de tal manera se da que la cercanía a Jesús depende de la predicación que tú hagas, el que se queda quieto, o el que se para, deja por eso mismo de estar cerca de él, porque Jesús nunca aparece instalado, sedentario y quieto; El es el profeta itinerante que jamás se detiene, que va siempre en camino hacia el destino final: Jerusalén.

"Seguir a Jesús" significa asemejarse Él, (cercanía) por la práctica de un modo de vida como el suyo, (hace lo que ve hacer a Jesús), que tiene un desenlace cómo el suyo, (término del camino); la misión está, por tanto, incluida en el seguimiento.

No hay fe donde no hay seguimiento. No hay seguimiento de Jesús donde no hay predicación. O sea, no hay seguimiento de Jesús donde no hay liberación de las ataduras que nos fijan a un sitio, a una situación, a una forma de instalación, sea la que sea. El seguimiento es libertad.

Mt, 28 ,19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo".
Por eso, hay que decir que el enemigo número uno del seguimiento es quedarse inmóvil- El que está inmóvil el que no se mueve de donde está, y además, no está dispuesto a moverse, porque sus propios intereses, sus miedos y sus cobardías no le dejan moverse, le paralizan y le condenan a la infecundidad de no tener hijos de su vida espiritual, de la unión con Jesús, que le llamarán Padre o Madre aquí en la tierra y en la eternidad.

En este sentido pidámosle a María, a acoger a Jesús en nuestro corazón y cómo mantenerlo y llevarlo a los demás, fruto de nuestra oración es que de nuestras entrañas nazca Jesús en cada hermano hasta que se salven.

Julia.

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