Jueves 2 de Abril
Génesis (17, 3-9) Juan (8, 51-59)
¡Jesús que vas camino al Calvario!, Amigo fiel, despierta mi oído de discípulo esta mañana nuevamente para que pueda escuchar tu voz! (Is 50,4) No dejes que me pierda en tantas distracciones, sino que pueda distinguir hoy, claramente, tu voz para poderte seguir de cerca.
Tu voz de Buen Amigo se adelanta por las mañanas saltando por encima de toda dificultad para escucharte: "¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes, brincando por los collados" (Cant 2,8-9). ¡Si hoy pudiera advertir tu presencia amorosa, si hoy aprendiera a ver cómo me buscas, me miras, y me diriges una palabra de aliento que no es sólo para mí sino para la vida de los que me confías! "Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y se pone a mirar por las ventanas, a espiar por las rejas. Mi amado empieza a hablar y me dice: Levántate, compañera mía, hermosa mía, y ven por acá... muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz... mi amado es para mí, y yo para mi amado" (Cant 2,8-16).
Ojalá hoy pueda dejar que tus palabras se cumplan en mí ya que tú eres "fiel en todas tus palabras, en todas tus obras amoroso" (Sal 145,13). Tú te complaces en los que lo esperan todo únicamente de tu amor, en los que no dudan que tú envías a la tierra tu mensaje de vida y tu palabra corre veloz para que pueda conocer tu plan de amor (Sal 147,11-20).
No dejes, Jesús, que siga la voz de los extraños. Es cierto que "nos han dominado otros señores fuera de ti, pero no recordaremos otro Nombre sino el tuyo" (Is 26,13). Sólo tú te has ganado toda mi escucha y atención, sólo tú puedes conservar -con tu fidelidad y dedicación amorosa- mi ánimo firme y en paz, porque confiar en ti es tener una "Roca eterna... tu nombre y tu recuerdo, son el anhelo del alma" (Is 26,3-4.8-9).
¡Enséñame a escucharte, Amigo fiel, para que pueda seguir tus pasos y conocer tus designios de amor para mis hermanos!
Jesús, tu intención al ir por delante de nosotros no es que te admiremos, te alabemos o agradezcamos sin más tu actitud, sino que tú pretendes marcarnos una ruta: "les he dado ejemplo para que también ustedes hagan lo mismo" (Jn 13,15-17).
¡Qué difícil se hace seguir los pasos, fiarse de un extraño! Por eso me resulta difícil seguirte tantas veces Señor, porque tal vez aún eres un extraño para mí; con frecuencia no dejo que la relación contigo llegue hasta lo más hondo de mi ser: no dejo que tus esfuerzos y tus detalles de amor por mí me calen hasta dentro...
Ya lo ves, sé muchas cosas Señor, si hace falta las explico y las defiendo, y tal vez hasta convenzo al otro, pero mi corazón no se alimenta de cosas sabidas, y nuestra amistad tampoco crece ni se fortalece cuando me quedo en la superficie, en la teoría, en las ideas...
Por eso hoy me sales al encuentro y me llamas a dejar ese camino por el que creo que te sigo, pero que tal vez no es el tuyo. Tú no fuiste un teórico en tu vida, Tú nos marcaste el camino con tus hechos y con tu Palabra (Hch 1,1), de ahí, que la invitación que nos haces es a esto mismo: ven y sígueme, no tengas miedo...
En la medida que empiece a caminar por tus caminos y a seguir de cerca tus pasos, fiándome y abandonándome en tus manos amigas, mi amor y mi amistad contigo irán en aumento, porque experimentaré que la propuesta que me haces es una propuesta de gozo y felicidad.
No quiero Señor vivir más como aquel joven rico que lo cumplía todo, lo sabía todo, pero perdía la vida, y no disfrutaba del gozo de tu amistad por no arriesgar nada en tu seguimiento (Mc 10,17-21). Como a él, tú me miras con cariño esperando que encuentre en ti la fuerza necesaria para aceptar tu propuesta: seguir tus pasos e ir por delante haciendo camino para otros.
Tu amistad Jesús es una amistad verdadera, una amistad que a veces no me es fácil descubrir ni valorar porque hay pocos amigos como tú: que lo den todo por el amigo, hasta la propia vida si es necesario, sin esperar nada a cambio, buscando solamente lo mejor para el otro (Jn 15,13-16).
Esa es la mayor prueba de amor, la mejor prueba de tu amistad, pero yo necesito pararme y saborearlo más. No me dejes Señor pasar por encima de este tesoro, de esta riqueza, torpemente sin saber qué es lo que significa, sin caer en la cuenta de lo que tengo entre manos.
Así como un hombre se afana por la riqueza, y no porque tenga mucha deja de desear tener más, así te afanas tú por mi amor y por mi vida.
¿No exprime una persona su mente, sus fuerzas, su vida, y sacrifica a veces hasta su familia y el estar en su patria, por tener más? Comparable a esta ansia es tu deseo en mí, de conseguir mi atención, mi fe, y mi confianza.
Mamita querida, enséñame a confiar en Jesús, para amarlo más, y poder escuchar su Palabra que nos indica cuál es la voluntad del Padre, que todos se salve.
Julia.
¡Jesús que vas camino al Calvario!, Amigo fiel, despierta mi oído de discípulo esta mañana nuevamente para que pueda escuchar tu voz! (Is 50,4) No dejes que me pierda en tantas distracciones, sino que pueda distinguir hoy, claramente, tu voz para poderte seguir de cerca.
Tu voz de Buen Amigo se adelanta por las mañanas saltando por encima de toda dificultad para escucharte: "¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los montes, brincando por los collados" (Cant 2,8-9). ¡Si hoy pudiera advertir tu presencia amorosa, si hoy aprendiera a ver cómo me buscas, me miras, y me diriges una palabra de aliento que no es sólo para mí sino para la vida de los que me confías! "Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y se pone a mirar por las ventanas, a espiar por las rejas. Mi amado empieza a hablar y me dice: Levántate, compañera mía, hermosa mía, y ven por acá... muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz... mi amado es para mí, y yo para mi amado" (Cant 2,8-16).
Ojalá hoy pueda dejar que tus palabras se cumplan en mí ya que tú eres "fiel en todas tus palabras, en todas tus obras amoroso" (Sal 145,13). Tú te complaces en los que lo esperan todo únicamente de tu amor, en los que no dudan que tú envías a la tierra tu mensaje de vida y tu palabra corre veloz para que pueda conocer tu plan de amor (Sal 147,11-20).
No dejes, Jesús, que siga la voz de los extraños. Es cierto que "nos han dominado otros señores fuera de ti, pero no recordaremos otro Nombre sino el tuyo" (Is 26,13). Sólo tú te has ganado toda mi escucha y atención, sólo tú puedes conservar -con tu fidelidad y dedicación amorosa- mi ánimo firme y en paz, porque confiar en ti es tener una "Roca eterna... tu nombre y tu recuerdo, son el anhelo del alma" (Is 26,3-4.8-9).
¡Enséñame a escucharte, Amigo fiel, para que pueda seguir tus pasos y conocer tus designios de amor para mis hermanos!
Jesús, tu intención al ir por delante de nosotros no es que te admiremos, te alabemos o agradezcamos sin más tu actitud, sino que tú pretendes marcarnos una ruta: "les he dado ejemplo para que también ustedes hagan lo mismo" (Jn 13,15-17).
¡Qué difícil se hace seguir los pasos, fiarse de un extraño! Por eso me resulta difícil seguirte tantas veces Señor, porque tal vez aún eres un extraño para mí; con frecuencia no dejo que la relación contigo llegue hasta lo más hondo de mi ser: no dejo que tus esfuerzos y tus detalles de amor por mí me calen hasta dentro...
Ya lo ves, sé muchas cosas Señor, si hace falta las explico y las defiendo, y tal vez hasta convenzo al otro, pero mi corazón no se alimenta de cosas sabidas, y nuestra amistad tampoco crece ni se fortalece cuando me quedo en la superficie, en la teoría, en las ideas...
Por eso hoy me sales al encuentro y me llamas a dejar ese camino por el que creo que te sigo, pero que tal vez no es el tuyo. Tú no fuiste un teórico en tu vida, Tú nos marcaste el camino con tus hechos y con tu Palabra (Hch 1,1), de ahí, que la invitación que nos haces es a esto mismo: ven y sígueme, no tengas miedo...
En la medida que empiece a caminar por tus caminos y a seguir de cerca tus pasos, fiándome y abandonándome en tus manos amigas, mi amor y mi amistad contigo irán en aumento, porque experimentaré que la propuesta que me haces es una propuesta de gozo y felicidad.
No quiero Señor vivir más como aquel joven rico que lo cumplía todo, lo sabía todo, pero perdía la vida, y no disfrutaba del gozo de tu amistad por no arriesgar nada en tu seguimiento (Mc 10,17-21). Como a él, tú me miras con cariño esperando que encuentre en ti la fuerza necesaria para aceptar tu propuesta: seguir tus pasos e ir por delante haciendo camino para otros.
Tu amistad Jesús es una amistad verdadera, una amistad que a veces no me es fácil descubrir ni valorar porque hay pocos amigos como tú: que lo den todo por el amigo, hasta la propia vida si es necesario, sin esperar nada a cambio, buscando solamente lo mejor para el otro (Jn 15,13-16).
Esa es la mayor prueba de amor, la mejor prueba de tu amistad, pero yo necesito pararme y saborearlo más. No me dejes Señor pasar por encima de este tesoro, de esta riqueza, torpemente sin saber qué es lo que significa, sin caer en la cuenta de lo que tengo entre manos.
Así como un hombre se afana por la riqueza, y no porque tenga mucha deja de desear tener más, así te afanas tú por mi amor y por mi vida.
¿No exprime una persona su mente, sus fuerzas, su vida, y sacrifica a veces hasta su familia y el estar en su patria, por tener más? Comparable a esta ansia es tu deseo en mí, de conseguir mi atención, mi fe, y mi confianza.
Mamita querida, enséñame a confiar en Jesús, para amarlo más, y poder escuchar su Palabra que nos indica cuál es la voluntad del Padre, que todos se salve.
Julia.
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