PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

sábado, 18 de abril de 2009

Lleva la Palabra de Vida a todo el mundo.


Marcos 16,9-15

"Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación" (Salmo 117) porque estamos felices, que Él resucitó.

En ese clima debiéramos permanecer, porque eso es lo muy nuestro, estamos pisando la tierra del Señor, ya descalzos de la muerte del pecado, y vamos a permanecer vivos porque la Palabra del Señor es viva y Dios es un Dios de la tierra, Él es “el Dios con nosotros”, sino sentimos esta Pascua como nuestra salvación es por que dejamos a Dios que se quedara en el cielo y eso no es así, nuestro Dios es un Dios cercano que acude a nosotros cada vez que lo invocamos.

A los discípulos les pasaba lo que algunas veces, nos pasa a nosotros, no creer; cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús dijo Bienaventurados los que creen sin haber visto, y es que creer no es sólo decir creo; sino que esa palabra involucra todo mi ser, creer en Jesús es insertarme en su Vida, en su Palabra y en su Cuerpo, que son nuestros hermanos, por eso Jesús a pesar de que no creían, y no le comprendían, se fía de ellos y en ellos de nosotros y nos dice: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”

Nos hace sus apóstoles dándoles no sólo el Evangelio, sino hasta el propio ser; cuidando, como un padre, de cada uno, exhortando, alentando... haciendo propios sus sufrimientos; velando junto a ellos en los momentos de mayor dificultad, en los que el fracaso, la no aceptación, el desánimo, el derrotismo y, a veces, hasta la desesperación, dejan heridas difíciles de curar. En esa experiencia de debilidad, de querer pero no poder, el apóstol acompaña, tiende la mano... por eso sufre, él mismo, dolores de parto hasta ver a Cristo formado en el hermano (Ga 4,19); hasta que el hermano vive del todo en el terreno de Dios, amando como Jesús.

El apóstol vela por él y espera atentamente su resurrección, como María hace con cada uno de sus hijos, con la esperanza que nace de su amor entrañable.

Esa resurrección, ese nacer de nuevo, es Dios quien lo realiza en cada hombre con la colaboración del apóstol. Por eso se me pide una amistad muy fuerte con el Espíritu; un estar muy de acuerdo con Él, dócil a sus insinuaciones, que me van dando luz sobre lo que mi hermano necesita.

Es Él quien con más fuerza busca que mi hermano tenga vida abundante (Jn 10,10).

Jesús ama desde un amor que no es aparatoso sino discreto, y que, en lo sencillo, permite al hermano crecer y hacer camino: "El que crea hará mis obras y hará mayores aún" (Jn 14,12).

Jesús, pon tu luz en mi consciencia, tus ojos en mi mirada, tu Espíritu en mi corazón, tu Palabra en mi boca, para llevar la Buena Nueva a mis hermanos.

Mamaíta querida, ayúdame a ser dócil a la Palabra y llevarla con mi Vida a mis hermanos, como tú lo hiciste, con amor de MADRE.
Julia.

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