Juan 3, 1-8
Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Señor Jesucristo, haz que nosotros formemos más «que un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32), porque sólo así podemos renacer de lo alto. Si creamos clima de amistad y benevolencia entre nosotros, tendremos la paz y el Espíritu Santo.
Es necesario orar como los apóstoles que eran perseverantes en la oración... Si hacemos fervientes oraciones, el Espíritu Santo vendrá a nosotros y nos dirá: “Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos” es decir, dejarnos llevar por el Espíritu Santo: «Envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra»
Hemos de pedir esta paz a fin de que el Espíritu de paz venga sobre nosotros. Y también debemos dar gracias a Dios por todos su beneficios y para obtener el Espíritu Santo hay que agradecer a Dios Padre primeramente por habernos enviado a Jesucristo, nuestro Señor, su Hijo... -porque «de su plenitud todos hemos recibido» (cf Jn 1,16) su Espíritu sobre los que se disponen a recibirlo.
Como tus discípulos y como todos aquellos que se encuentran contigo, tu vida se me presenta como un desafío irresistible que no puedo dejar de vivir si quiero ser feliz
En medio de una sociedad cada vez más hedonista, que proclama con toda fuerza el bienestar propio por encima de todo, Tú me llamas a la pobreza de espíritu, a la libertad de mí mismo para poder ser verdaderamente hermano de todos.
También es un reto hoy obedecer tu llamada a tener un corazón limpio cuando en el ambiente pululan la mentira, el doble sentido, la corrupción.
Tu definición por las cosas de arriba, es decir por tu Palabra, es una llamada que todos necesitamos escuchar. Aunque la compasión, la humildad, el trabajo por la paz, el sufrimiento, son actualmente monedas tan devaluadas, Tú las reconoces como el sello de tu auténtico discípulo, como la fuente de la felicidad que buscamos, por eso no te cansas de llamarnos a vivirlas y propagarlas con nuestra palabra y con nuestra vida:
Jesús, que, me ponga de pie ante tu llamada, de vivir las cosas de arriba sin descuidar de mis deberes y obligaciones como esposa/so, madre, Padre, trabajador, estudiarte, o en el lugar donde me encuentre.
Madre, que pueda como Tú reconocer la mirada de Amor de Dios sobre mi vida y ver la trascendencia de mi respuesta, porque no emana de mí esta misión de trasmitir su Vida; enséñame a escuchar, asimilar y vivir la palabra que recibo cada día que como Tú la guarde en el corazón y responda: "Hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1,38).
Julia
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