PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 29 de marzo de 2010

Quiero conocerle y ser hallado en El

Hoy el Señor me hacia consciente de la gracia que supone tener estos momentos de diálogo con Él y le escuchaba decirme: “Hoy nuevamente pongo delante de ti la vida, escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia, tú y los que te confío, aquellos con los que hoy te encontrarás; escoge pues la vida; quédate conmigo”
Cf. Deuteronomio 31,19.

A lo largo de estos días, la liturgia de la iglesia nos invita a meditar los últimos momentos de la vida de Jesús, a profundizar en su entrega de amor por todos nosotros y bien sabemos, por experiencia, que no basta quedarnos en la simple reflexión, que no es suficiente recordar lo que fue la entrega de Jesús en el pasado y que resulta poco contemplar con respeto y veneración el desenlace de la vida de Jesús. Nuestro corazón; nuestra vida, nos están reclamando una experiencia viva, nos están pidiendo volver a experimentar, con las fuerzas, este: me amó y se entregó por mí, de Gálatas 2,20. Por ello experimentaba fuerte la llamada del Señor en este día: Quédate conmigo:

Ayer, al empezar la semana santa, en medio de la procesión con los ramos, entendía que el señor me decía: no necesito admiradores, ni piadosos cumplidores de los ritos y celebraciones, necesito de un amigo, una amiga, que me preste su corazón y me acompañe, en mi pasión de amor actual, necesito un corazón dispuesto a dejarme ser Dios en él, de una vida que se deje renovar, resucitar, para que pueda alcanzar mi resurrección a tantos ambientes en los que falta la vida y que ignoran lo que mi Amor es capaz de hacer si se abren a mí, te necesito.

Me alegraba mucho experimentar que la necesidad de Jesús coincide con la nuestra, el necesita un corazón y mi corazón le necesita a él, al Dios de mi vida, al amor frente a lo cual todo es perdida, como dice la carta a los filipenses que oraba hoy.

Esta mañana se nos invita a orar Filipenses 3, 8-14 y la palabra comienza:

“Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo.

Estas palabras de san Pablo nos resultaban interpelantes: ¿Es esta nuestra experiencia vital, podríamos afirmar con toda la fuerza como Pablo, que nada tiene valor comparado con el conocimiento de Jesús, que él es la única riqueza a la que aspiramos? ¿Qué me alegra durante el día, qué me entristece, por qué corro, cuáles son mis urgencias, qué pensamientos entretienen nuestra mente, qué anhela nuestro corazón? Las respuestas que demos a estas preguntas nos permitirán ver cual es la riqueza de nuestra vida y ojalá pudiera ser el Señor.


Por mi parte, yo tenía que reconocer, con sinceridad, que aún esta no es mi experiencia vital, que aún hay muchas situaciones que me roban la paz, que me cuestan soltar y que en la práctica no me dejan vivir a Dios como el Señor de mi vida. No obstante, es verdad también que necesito ser hallada en él, reconocerme entendida por Jesús, mirada desde su amor de misericordia, como la mujer sorprendida en flagrante adulterio, a quien Jesús mira con compasión y lejos de condenarla le regala una nueva oportunidad para poder vivir en sinceridad de cara a Dios, esto es lo que entendía en las palabras de san Pablo, que para mí despertaban un anhelo profundo de que fueran reales en Mi:

“y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte.”

La última frase me ayudaba tanto, porque le decía a Jesús: Señor quiero asemejarme a ti en tu muerte, en el sentido que tuvo para ti ese ir muriendo cada día, porque yo veo señor que muchos momentos mis muertes son inútiles, no tiene sentido y no redundan en vida para mis hermanos, por tanto son estériles. Yo necesito vivir como tú, para saber morir como tú también.

Las mismas palabras de San Pablo me resultaban esperanzadoras, porque me hacían ver que estamos en camino, que no tenemos que haberlo conseguido sino que lo que necesitamos es querer seguir en el camino, no desertar, por más frágiles que nos experimentemos o por lejos que nos experimentemos de la meta, porque la realidad más grande es que nuestro Dios ya nos ha alcanzado, el nos ha tomado de la mano y se ha comprometido con nuestra vida:

“No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Yo hermanos, no creo haberlo conseguido todavía; pero una cosa hago. Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”

Pidamos a nuestra madre que, durante estos días de semana santa, nos ayude a entrar en la experiencia del Amor de Dios que cada uno está necesitando, que nos regale la gracia de un conocimiento más auténtico de Dios de Dios, que nos haga vivir por él, con él y en él.

Hna Pilar

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