PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 8 de marzo de 2010

Todos llevamos los reflejos de la gloria de Dios

“Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto”
Esta mañana le agradecía al Señor por el don de la fe, que nos permite creer en su presencia, en que sus ojos están atentos y sus oídos dispuestos a nuestra oración, como prometió a Salomón: 2crónicas 7,15 y que él cumple su promesa de estar con nosotros todos los días. Mateo 28,20; su amor no nos abandona. Le agradecía, mucho, al Señor porque sin esta confianza no nos es posible orar y ni siquiera disponernos a empezar un día nuevo sabiendo, como sabemos, que las circunstancias de la vida, no son fáciles. Dios está de nuestra parte y nos invita a poner nuestra vida y proyectos en sus manos, pues, como dice el salmo: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles
El señor nos sale al encuentro en esta mañana y nos invita a comulgar con el, a dejarnos transfigurar por su amor, que es dejarnos hacer a la imagen de Jesús, porque ello es lo hace el Señor en cada tiempo de oración, si es auténtica, si en nosotros está la apertura de nuestro ser a su acción, nos va haciendo Cristos, esos que nuestro mundo, en medio de toda su confusión, espera, Cristos que puedan ser esperanza para el mundo, ese mundo próximo, con el que nos encontramos cada día. Hoy me desbordaba volver a escuchar de parte de Dios, que a él le ha parecido bien, por pura misericordia, revelar en nosotros el rostro de su hijo. Como dice San Pablo en 2Corintios 3,12-18: ¡Qué esperanza tan grande! ¡Y qué seguridad nos da! No es como Moisés, que se cubría el rostro con un velo para que los israelitas no vieran el momento en que se apagara su resplandor.
Me ayudaban estas palabras; al contrario de Moisés, Dios nos invita a andar con el rostro descubierto, dando testimonio su acción en nuestra vida, no necesitamos temer a perder el resplandor, la gracia de Dios, por manifestar abiertamente lo que Dios va haciendo en nuestras vidas, sino que más bien su gracia se acrecienta, en nosotros, en la medida que la compartimos con los demás. Su gracia se refleja en nosotros como una alegría auténtica, que despierta curiosidad en los que se relacionan con nosotros y nos abre la posibilidad de transmitir la palabra, nuestra experiencia de Dios de una manera más explícita.
Escuchaba de Dios, ojalá todos tus hermanos pudieran reconocerme en este día, pro en algunos no hay capacidad de verme, como señala Pablo: los israelitas se volvieron ciegos. El mismo velo les oculta el sentido de la antigua Alianza hasta el día de hoy, y nadie les hace ver que con Cristo ya no tiene valor. Cuando Pablo dice estas palabras, hace referencia a que en el antiguo testamento, nadie podía ver a Dios directamente, la idea era que cuando se veía a Dios se moría; Dios no era accesible al Ser humano, que era considerado insignificante, miserable, la humanidad era lo opuesto a la divinidad; sin embargo, Dios al encarnarse en Jesús ha roto las distancias, el velo que nos separaba se ha roto y nos ha revelado que la humanidad es digna, la humanidad tal como la vivió Jesús de Nazareth, en el que se revela lo que es verdaderamente ser hombre. El velo que nos separaba de Dios se ha roto por Jesús y Dios se ha hecho nuestro prójimo, nuestro amigo y compañero. Esto que es lo que el Señor me iba diciendo por medio de su espíritu, mientras le preguntaba, que significaban estas palabras, que mensaje nos quería dar hoy.
Pero ¿Quién puede reconocerlo?, más aún, ¿Quién puede hacer experiencia de esta cercanía de Dios? San Pablo nos da la respuesta: “al que se vuelva al Señor se le quita el velo”. Si nosotros nos acercamos cada día al Señor, podemos ir haciendo experiencia de que es cercano, familiar, amigo. De hecho es así como lo vamos descubriendo y por eso gozamos de estos momentos de encuentro y de compartir con él cada jornada.
A Dios nadie lo ha visto nunca, dice San Pablo, el es Espíritu, pero se quiere dar a conocer por medio nuestro, como lo hizo por Jesús. Nuestra vivencia de cada día, en escucha al espíritu de Dios, el testimonio de nuestra libertad, de las cosas, de los afectos desordenados, de nuestros propios intereses, etc. Revelan al Dios que nos hace libres: El Señor es espíritu y donde está el Espíritu del Señor hay libertad.
Me llenaban de esperanza las palabras de San Pablo, que hoy se dirigen a nosotros: “Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, pues él es el Señor del espíritu.”
Reconocía que estas palabras de san Pablo están fundadas en la esperanza, en la esperanza que no es sólo la fe de san Pablo, sino la esperanza de Dios mismo, que cree en la sinceridad de nuestro corazón, de nuestra búsqueda, de nuestra conversión diaria. La esperanza de un Dios que sigue creyendo en la humanidad y en concreto en la nuestra para hacer llegar su bondad a muchos. Pidamos a nuestra madre, en este día, que nos ayude a disponer todo nuestro ser a la acción de Dios, con un “hágase en mí lo que me has dicho”, confiado y dispuesto a poner de nuestra parte lo que haga falta.

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