PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 15 de marzo de 2010

Si alguno tiene sed de mi

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”
Me ayudaba empezar esta mañana la oración con una súplica: “Señor mi Dios yo te busco mi alma tiene sed de ti, como tierra sedienta, sin lluvia” salmo 63, Me ayudaba empezar así, porque reconocía que, como la mujer samaritana todos nosotros somos sedientos. Estamos sedientos de muchas cosas: de seguridad, confianza, compañía, reconocimiento, aceptación, respeto, etc. Yo entendía, de parte de nuestro de Dios: “tú sed es legítima y yo soy quien ha puesto esta sed en tu corazón, tienes sed de Dios del Dios vivo, como reconocía el salmista, en el salmo 42, tienes sed de mi amor, de mi presencia, que es lo único que puede saciar las ansias más profundas de tu ser, por eso acércate a mí y bebe”.
Se me hacía tan fuerte, encontrar a Jesús de pie ante mí, al terminar el día de ayer, dirigiéndome su palabra: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”Juan 7, 37-38. Yo le decía al Señor: ¿Por qué dices, Señor, si alguno tiene sed, si bien sabes que todos somos sedientos? y el Señor me decía: “hay algunos que se sientes satisfechos o pretenden engañar al corazón y hay quienes se han resignado a padecer de sed y se consuelan pensando que la naturaleza humana es limitada, una pasión inútil, que siempre se proyectará a algo que no existe, porque las ansias de plenitud humanas no tienen ningún fundamento y están condenadas al absurdo, hay quienes han desahuciado a las ansias de su corazón y han hecho de esta conclusión un tranquilizante, por eso digo: Si alguno tiene sed que venga a mí y beba” Hoy escuchaba a Jesús dirigirnos esta bienaventuranza: bienaventurados los sedientos, porque serán saciados. Es verdad que el evangelio, de Mateo, dice los que tienen sed de justicia; pero el Señor me decía que él es justo con nosotros y su justicia es darnos cuanto necesitamos para vivir.
El Señor nos pregunta hoy: ¿Qué necesitas? ¿Qué quieres que haga por ti? Creo que nuestra petición será según la medida de nuestra fe. Miren en nuestra experiencia cotidiana, si alguien nos ha fallado muchas veces y nos dijera esto seguramente no le pediríamos nada o pediríamos algo de muy poco valor, cosa que si no nos cumple no nos sentiremos tan mal, porque no esperábamos nada valioso; por eso el Señor me decía, pedirás según tu fe.
Esta mañana recordaba la primera petición que le hizo Jaime Bonet, fundador de nuestra comunidad, a Jesús: “Si existes hazme feliz”, Jaime se atrevió a pedir algo grande y él Señor le ha respondido con creces, aunque esta felicidad ha pasado por muchos momentos de dolor. Si este día nos atreviéramos a pedirle a Dios aquello que más necesitamos, aunque nos parezca un imposible, seguramente él nos responderá, aunque a veces su respuesta no se dé en la forma que quisiéramos. Yo voy descubriendo en mi experiencia que Dios siempre responde, Él no es indiferente a nuestra necesidad.
Esta mañana volvía a reconocer que somos afortunados al poder acercarnos a la verdadera fuente, cuantos de nuestros hermanos, por ignorancia se acercan, como dice la palabra de Jeremías 2,13, a saciar su sed en pozos agrietados que no retienen el agua, o a cisternas fangosas: vicios, placeres desordenados, relaciones opresivas y anulantes, pretenden saciarse con espejismos, sin recurrir a la fuente de agua viva que es nuestro Dios- También por ellos, Jesús nos dice hoy: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Me calaban tan hondo estas palabras de Jesús y me parecía entender de él, amiga mía, hermana mía, es verdad que tu no eres el agua, no eres el manantial, pero eres el cauce a través del cual me quiero ofrecer, eres el pozo en el que quiero verter todo mi amor y gracia, para hacerlo llegar a muchos, me prestas tu vida, te dejas saciar por mí. Ante las palabras tiernas de Jesús y la necesidad de tantos hermanos, ¿Cuál será nuestra respuesta?
Yo esta mañana le decía, Cómo no Señor si yo misma, también te necesito: Dame de esa agua, para que no sufra más sed, regálame la experiencia fresca de tu amor.
Pidamos a María nuestra madre, que nos conceda la gracia de un corazón sencillo y creyente, para que el Señor pueda hacer de nosotros un manantial que comparta vida eterna, que le reparta a cuantos conviven con nosotros.

PILAR

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