PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 1 de marzo de 2010

Fortalézcanse en Dios

“Fortalézcanse en Dios y reciban las armas, que les harán vencer”
Esta mañana, al comenzar la oración, le daba muchas gracias a Dios por el regalo de este tiempo que nos concede. Me ayudaba mucho, comenzar con un himno, propio del tiempo de cuaresma, que dice: “en el desierto un alto hacemos, es el Señor quien nos convida, aquí comemos y bebemos, el pan y el vino de la vida” y es esto cada momento de oración, la oportunidad de alimentarnos, con el alimento que colma nuestro corazón y que nos da Vida en abundancia, vida eterna. (Is.55, 1-2) (Jn.10.10). La oración es la oportunidad, para permitirle a Dios ser Padre providente y generoso, que nos brinda cuanto necesitamos para vivir y es, también, la oportunidad para acogerle y aceptarle como al Dios de nuestra vida, como único Señor.
Durante esta semana hemos ido orando la realidad de nuestra fragilidad, que tiende a hacerse sierva de las criaturas y de lo creado, dejando de lado al creador, que es el único capaz de llenar nuestra vida, de hacernos verdaderamente libres y de alcanzar nuestra auténtica dignidad de hombres, de Hijos de Dios y hemos reconocido también, que necesitamos mantenernos despiertos, en pie de lucha, para ir haciendo realidad que Dios es nuestro único Señor, por ello encontraba un regalo que Dios nos invite, revístanse de las gracias, que yo mismo les doy para vencer, en la lucha contra el tentador y las tentaciones, acojan mi gracia. Que oportunas y que claras me resultaban las palabras de San Pablo, en efesios 6,10-18:
Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo.

Me ayudaba reconocer, que si no nos apoyamos en Dios no podremos ser verdaderamente firmes, en él está nuestra fortaleza, como lo cantaba el salmista en el salmo 18, solo el es nuestro escudo y protección, por ello al empezar este día el Señor me invitaba a confiar mi vida en sus manos, con todo el amor del que hoy soy capaz, creyendo que sólo en Él estamos seguros y que con Él hoy podremos ser fieles a nuestra vocación de hijos de Dios, de discípulos de Cristo, en medio de un mundo que muchas veces se vive sin Dios y que sigue caminos contrarios a Cristo y su evangelio. La invitación de Pablo es a llevar las armas de Dios, porque los enemigos de la vida de Dios en nosotros son muchos, decía la carta a los efesios: “no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.” Por ello no podemos sólo fiarnos de nuestra buena voluntad, de nuestro querer, porque como nos recordaba la palabra, el espíritu es animoso, pero la carne débil. Necesitamos revestirnos de todas las gracias que nos da Dios, a través de su palabra, de los sacramentos, en cada tiempo de oración, en la formación que recibimos. Necesitamos revestirnos, lo cual implica cambiar de actitudes, de hábitos, de seguridades:

“pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.”

“Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza; estén bien calzados, listos para propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios.”

La palabra me resultaba tan clara, esta mañana, que sólo le pedía a la Madre, poder creerle al Señor y acoger lo que hoy nos está ofreciendo. Le pedía, que en medio de nuestra fragilidad sepamos acogernos al Dios que nos salva y que es bueno en cuanto nos permite vivir cada día. Hoy entendía una invitación especial de la madre: rezar unos por otros sobre todo, por los que aún no conocen a Dios y que por tanto, se encuentran más lejos de vivirse como hijos suyos y son presa fácil de todo cuanto deshumaniza, de lo que les roba su dignidad de hijos y de hermanos.
María del Pilar Garrido

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