PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 8 de febrero de 2010

Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿No aceptaremos también lo malo?

Me ayudaba comenzar la oración pidiendo al Espíritu Santo que me enseñe a orar como conviene. Le decía: Señor hazme conocer lo que hay en tu corazón, conocer tu voluntad para con mi vida, en lo concreto de este día. Me ayudaba comenzar así porque reconocía que si no es por el Espíritu no podemos conocer lo profundo del corazón de Dios, siendo que somos solo criaturas frágiles, con una razón limitada. En efecto, entrar en la intimidas de Dios solo es posible por su Espíritu, como lo expresa 1Corintios 2,11-12. Solo el Espíritu de Dios conoce las profundidades de Dios, pero a nosotros Jesús nos ha dado el Espíritu, por ello podemos conocerlo. Realmente, me encontraba desbordada por la delicadeza y el amor de Dios, 1Qué grande, Dios nos hace capaces de conocerle! Y desde Él podemos conocernos a nosotros mismos.

Nuestro ejercicio de oración no es una mera introspección, ni un simple reflexionar acerca de nuestra vida de lo que debemos hacer o no; sino que se trata de dejarnos hablar por el Dios que nos habita; se trata de escucharle decir, quienes somos para Él y lo que espera de nosotros. Disponernos a orar, entendía, es ponernos ante el Padre como la palabra dice que fue la actitud de Jesús: “Aquí vengo, oh Dios para hacer tu voluntad” Hebreos 10.7. Contemplando a Jesús pronunciando estas palabras reconocía en él no una actitud pasiva, ni la actitud del que se rinde porque no le queda más remedio ante el poder de su “superior”, en Jesús su actitud de obediencia es abandono, que no es más que un sinónimo de confianza radical en la bondad del Dios que hace salir su sol sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores. Jesús sabe que el Padre es digno de confianza.


Esta mañana, Jesús nos invita a entrar en su experiencia de confianza con el padre, a reconocer que Dios es más sabio que nosotros y que sabe lo que nos conviene; así lo expresa la palabra en 1Corintios 10.23: “¿Somos acaso más fuertes que él? "Todo es lícito", mas no todo es conveniente. "Todo es lícito", mas no todo edifica.”Frente a estas palabras de Jesús tenía que reconocer que muchas veces en los concreto de la vida, nos ponemos ante Dios como quienes ya sabemos lo que nos conviene y ello se refleja en que vivimos poco el discernimiento, consultamos poco las cosas de Dios, nos sentimos seguros de lo que hemos aprendido en la experiencia de la vida, nos confiamos de los criterios que hemos recibido, “sabemos que hacer”; pero no pocas veces, la realidad nos muestra que hemos errado en nuestras decisiones, que necesitábamos del consejo y la orientación de Áquel, que es más fuerte y sabio, que necesitábamos de la guía de nuestro Dios, sin el cual, “la barca de nuestra vida” va zarandeada por los vientos, que muchas veces son contrarios-.


Dios sabe lo que nos conviene y de nuestra parte está el ir ganando en confianza con Dios. Muchas veces me preguntaba, ¿Cómo creer en la bondad de Dios, al punto de abandonarnos a su voluntad sin reservas? Tengo que reconocer que muchas veces esperamos que se genere en nosotros el sentimiento de confianza, para recién lanzarnos a dar el paso; pero el camino es al revés, se trata de lanzarnos y tras de haber dado el paso podemos experimentar que Dios no falla. Moisés no vio el mar abierto y recién se atrevió a cruzarlo, sino que se adentro al mar y entonces el mar se abrió, del mismo modo nuestra madre María dijo primero que sí y luego se encontró con Isabel y cantó su magníficat. La confianza en Dios no es un sentimiento que nos viene de la nada sino que crece en la medida que nos arriesgamos a hacer su voluntad, aún sin tener completa claridad de hacia donde vamos, pues sabemos que con Él y de su mano no hay nada que temer.


Mientras escucho de Dios estas palabras, le ruego al Señor: Mi Dios, auméntame la fe, yo creo, pero ayúdame porque mi fe es poca; Señor que te conozca como tú eres de verdad y no proyecte en ti una imagen falsa que me haga temerte. Señor auméntanos la fe para creer que aún en medio de lo que nos resulta contradictorio, lo que nos es doloroso, lo que nos cuesta amar, tú estás obrando salvación, para nosotros y para muchos que quizá no conocemos. Sólo desde lo que iba conversando con el Señor iban cobrando sentido las palabras de Job, que nos invita a pronunciar en este día: Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿no aceptaremos también lo malo?".


No se trata de aceptar el mal por el mal, sino de encontrar el sentido en el aparente mal, de reconocer de qué modo está actuando la salvación de Dios, en medio de aquello que por si mismo no tiene sentido y hasta parecería injusto viniendo de Dios. La actitud de la mujer de Job, es la propia de quien no ha conocido al abba de Jesús, de quien no ha hecho experiencia de la bondad u providencia del Padre, por eso sus palabras son ligeras: “¿Todavía vas a mantenerte firme en tu integridad? Maldice a Dios y muere de una vez".

No obstante Job, que ha vivido de cara a Dios, que ha practicado la misericordia y la generosidad a lo largo de su vida, reconoce que si él siendo una pobre criatura, ha sido capaz de amor y fidelidad, si él ha sido capaz de defender el derecho del oprimido, cómo Dios va a ser menos generoso, menos fiel, menos misericordia. Job sabe que por encima de las evidencias, de lo que siente en su carne como mal, Dios está obrando salvación, de ahí que le responde: "Hablas como una mujer insensata. Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿no aceptaremos también lo malo?". En todo esto, Job no pecó con sus labios.(Job 2,10) Job se abandona en Dios y acepta pasar por el dolor, pero no deja de buscar razones, de buscar un sentido para lo que vive, lo que salva a Job es que sigue en relación con su Dios y por ello puede reconocerle redentor.

La experiencia de fe cristiana está lejos de la resignación y de la pura conformidad, hay un sentido incluso para el sufrimiento, los grandes y los pequeños de cada día. Este sentido está en Dios y sólo Él nos lo puede revelar.

Por eso pidamos a nuestra madre, la mujer que supo decir sí también al pie de la cruz, que nos ayude a perseverar en el diálogo, en la apertura a la voluntad de nuestro Padre, que nos ayude a crecer en confianza; porque estamos llamados a abrir camino para muchos.

Hna Pilar Misionera VD

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