PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

domingo, 21 de febrero de 2010

Encontré la oveja que se me había perdido

Esta mañana, pedía al Señor la gracia de poder orar, no es lo mismo reflexionar una palabra, sacar de ella unas ideas, aunque se conviertan en normas para la vida, la oración supone encuentro con Dios, con su persona y ello no se improvisa, no depende solo de nuestra voluntad de encuentro, es una Gracia; por ello necesitaba pedirle al Señor, como Abraham, en génesis 18,3 Señor, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego, no pases delante de tu servidor, sin detenerte. Señor, te ruego, permíteme hacer experiencia de tu presencia y saborear tu amor de misericordia.

Hoy, le agradecía mucho al Señor por el regalo del este tiempo que nos regala a toda la comunidad y a toda la iglesia, de volver a Él de todo corazón.

Todos necesitamos volver al Dios. Volver supone habernos ido y quizá por ello, con frecuencia sentimos que esta palabra no es para nosotros, porque nos sabemos en casa del Padre, porque nos sabemos miembros de una comunidad misionera, el Señor me hacia darme cuenta que saberse no es lo mismo que sentirse, ni vivirse en casa o como miembros de una familia misionera, se pueden saber muchas cosas a nivel teórico; pero Dios nos pide bajar al corazón.

Dios nos está pidiendo volver a Él y lo que está reclamando es nuestra compañía. Recordaba, esta mañana, una poesía que Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei, que solía poner en boca de Dios:

“Se que me has sido fiel; pero nunca compañera, menos fiel te quisiera e incluso hasta infiel, si en lugar de tener tu piel, tu compañía tuviera”, me parecía escuchar de Dios:

“Es verdad que eres fiel, que te cansas procurando servirme, que le robas tiempo a tu descanso, para darlo a lo que consideras que es mi voluntad; pero te quiero compañera, amiga, eso es lo que espero de ti.”

Se me hacía muy fuerte esta llamada de Dios, que no va dirigida sino a aquellos que nos sentimos cerca, que de algún modo andamos en sus caminos. Desde aquí puedo entender el que el Señor, esta mañana haya salido en nuestra búsqueda, que haya dejado a las noventa y nueve ovejas en el campo, tal y como lo expresa la cita propuesta para hoy, en Lucas 15,4-7:

"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla”

Nosotros somos esa oveja que le hace falta al Pastor, es a nosotros a quienes sale a buscar y deja abandonadas a la 99. Reconocía que el amor de Dios rompe toda lógica, porque la pregunta está formulada como si se tratara de una situación habitual; pero quién arriesgaría 99 ovejas por una, quien iría a buscar una oveja, exponiendo a noventa y nueve, corriendo el riesgo de encontrar menos ovejas.

Conocemos el refrán que dice: Más vale pájaro en mano que cientos volando, ello vendría a ser más vale 99 ovejas seguras, que correr el riesgo de perder alguna más e incluso el rebaño entero. Afortunadamente esa no es la lógica de Dios; Él me decía, no estoy dispuesto a perder a ninguna, no estoy dispuesto a perderte, ¡con todo lo que me has costado, cómo te voy a dejar!

El Señor me daba la gracia de reconocer que esas 99 ovejas dejadas en el campo han sido y son aquellos a quienes el Señor me ha confiado y me confía, que han quedado en el campo, mientras yo retornaba al redil, en medio de alguna crisis, un bajón de fe o simplemente de algún “berrinche” de los cuales no estamos “curados”.

He reconocido que Dios ha respetado mi libertad, mi proceso y, mientras daba el paso, Dios ha velado por el rebaño que me había sido confiado. El es Dios y bueno, cómo iba dejar completamente desamparadas a las 99, yo le decía, tienes recursos para seguir velando por tus ovejas; pero no quieres prescindir de mí.

Esta mañana me reconocía como oveja guía, puesta en ese lugar por el Pastor. Nosotros somos esas ovejas puestas al frente del rebaño, de alguna manera somos pastores, al mismo tiempo que ovejas y es por nosotros que Dios viene hoy y nos invita a dejarnos encontrar. Hoy podemos ser la alegría del Pastor, dejándonos recuperar, estrechar y cargar por Él.

“Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".

Encontraba tanta sabiduría y verdad en las palabras de nuestro Dios: “Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".

A menudo había leído esta palabra adjudicándosela a otros, otros eran la alegría de Dios, los que no le conocían y de pronto por Gracia del mismo Dios se abrían a su amor, los “pecadores”; pero fíjense la palabra dice que hay más alegría por un solo pecador que se convierte y ¿quien puede decir que no ha pecado o no peca más, después de su conversión?, ¿quién puede decir que es de los 99 que no necesitan convertirse?.

Cada día es una invitación para acercarnos a Dios, para dejarnos apacentar por su amor de misericordia, para dejarnos rescatar y permitirle a Dios subirnos sobre sus hombros y ver la propia vida y la realidad de nuestro mundo con los ojos de la fe, con una mirada de esperanza. Sólo desde esta experiencia vivida en el día a día, podemos constituirnos en pastores para el pueblo de Dios.
Pidamos a nuestra madre, la mujer que se dejó amar profundamente por Dios, al punto de poder recibir de Jesús a toda la iglesia, que nos ayude a entrar en la experiencia que necesitamos para amar más al Señor y a aquellos a quienes nos confía cada día.

Hna. Pilar

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