Lo que mas me ha ayudado de la escuela es reconocer que Dios va haciendo una historia con nuestras vidas. Una historia que el quiere ofrecer al mundo. Con Jesús, el Hijo predilecto, fue escribiendo la historia de la salvación. Hoy el PADRE nos declara su amor, diciéndonos que toda tu vida, tus alegrías, tus dificultades, tus sueños, tus equivocaciones, tus crisis, tus metidas de pata, tus logros, tus triunfos, tu amor, tu desamor, tu generosidad y tu egoísmos, tus huidas de casa y tus regresos, todo, todo ello es un historia de vida que Dios quiere ofrecer a la humanidad. Si hoy comenzamos nuestra oración con esta perspectiva, como lo dice en Deuteronomio 32:
Lo encontró en el desierto, en la soledad rugiente, y lo cubrió, lo alimentó, lo cuidó como a la niña de sus ojos.
Cuando no lo conocíamos, estábamos como en el desierto, en la soledad total, pero el salió ha nuestro encuentro. Habíamos logrando algunos éxitos pero en medio de la rutina, de los problemas, de las decepciones, en medio de la confusión, muchas veces sin saber quienes éramos y para que estamos en este mundo. Nos rodeó hasta que le dimos una oportunidad, en un retiro, escuela de la palabra, programas de confirmación, reunión de señoras, la persona que te daba la palabra y le escuchamos.
Como un águila cubre a sus polluelos así Él extendió sus alas y lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. Solo Yahvé lo guiaba no estaba con el ningún Dios ajeno”.Deut. 32, 10-12.14
Nos cuidó y protegió enseñándonos que somos sus hijos, que nos quiere felices, nos cuidó y protegió enseñándonos la vida de Jesús que nos rescató. Haciéndonos superar nuestros miedos, haciéndonos volar alto, hablándonos al corazón “”Eres mi hijo amado” te quiero viviendo bien, feliz, con unos nuevos valores, los de Jesús: el amor, aprendiendo a reconocer a los hermanos, sacando generosidad de nuestro corazón que se había endurecido por la falta de practica de amar, nos hizo volar enseñándonos que era posible su reino e invitándonos ha colaborar en su construcción.
Y cuando ya estábamos en confianza, sintiéndonos en casa, muchas veces nos fuimos de su lado pero Papá no nos dejo, nos enseñó que su corazón es misericordioso, que poco a poco todas esas idas y vueltas del hogar nos hacían crecer en confianza con él, porque siempre está con los brazos abiertos para acoger a los suyos.
El siempre espera que no nos vayamos pero respeta nuestra libertad. Todo esto hablado con él, compartido con él, reconciliado con él, nos permite decirle a los hermanos: “Aun cometiendo los peores pecados, no dudaría en regresar a los brazos de mi Padre” (versión de santa Teresita del Niño Jesús). Porque mi Padre es bueno y no me separa de su servicio y todo lo que he vivido será alimento para mi hermano que no lo conoce.
Hoy te da el alimento, porque nos ama. Pero como somos hijos hemos aprendido a reconocer su esperanza, de que compartamos la palabra o nuestra vida con los hermanos, esa siempre es su esperanza: “yo confío en ti no temas en dar el alimento a tus hermanos", tienes tanto para dar, compártelo con tus hermanos. La historia de tu vida es mi carta para con mis hijos, tu vida es instrumento de salvación para la vida de muchos.
Hna Katia
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