PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

miércoles, 13 de enero de 2010

Hijo, todo lo mío es tuyo


Lucas 15, 25-32

Entrar en el corazón del Padre y de ahí experimentar lo que siente por cada hijo: Un hijo que sabe lo que tiene, pero quiere disponer de todo lo que da el Padre, como a Él le viene en gana sin consultar para nada al Padre y el hijo mayor que tiene todo, el Padre todo lo comparte con él, pero no sabe disfrutar junto con el Padre lo que tiene, y ni dialoga con él para saber de los proyectos del Padre para con su vida, sólo siente envidia por su hermano y mira lo malo que éste ha hecho, no le importa su vida ni lo que está pasando por su infantilismo de gastar todo a su regalado gusto, sólo ve que su Padre con el menor está gastando más de la cuenta sin que lo merezca.

¿Qué sientes Padre por tus hijos? Entendía que mucha pena por los dos, porque ninguno ha madurado, ni lo tiene en cuenta a Él para dialogar y realizar los planes , proyectos de vida en conjunto, dialogando, sabiendo que el Padre sabe lo que nos dice, porque nos conoce y siempre quiere nuestro bien.

Ninguno de los dos goza de la experiencia de sentirse amados.

¿Qué es ser hijo, Papá Dios? Es vivir en libertad de hijo de Dios, con el Espíritu de Dios y poder llamar ¡Padre!

Haciéndonos responsables de nosotros mismos, hacernos cargo de nuestro desarrollo y alcanzar nuestra liberación.

Esto es lo que quiero, por eso les di a mi Hijo para que les enseñe a ser Hijos de Dios, él les llevará de la mano. El ser hijos no es algo que no puedes realizar. Es posible en todas las circunstancias de la vida que nos toca vivir.

El proyecto de ser Hijo de Dios es nuestra identidad, es la capacidad de hacernos como Jesús, su hijo muy amado.

Querido Dios, gracias por decirme cuál es mi identidad, es Jesús, a quién admiro, a quién imito, a quién quisiera reproducir, como quién me gustaría ser, en qué cifro la realización de mi vida, qué vocación tengo, qué misión, y qué modelo pongo ante mis ojos.

Hablar contigo de eso, Jesús amigo, me va poniendo en crisis muy a menudo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de caer en la cuenta de que me equivoco, me pierdo y me deslumbro en ideales que no son más que espejismos, estrellas fugaces, fuegos artificiales y castillos en el aire, como los hijos de la parábola del Hijo pródigo.

Tú te hiciste hombre para que nosotros llegásemos a reproducirte con la mayor fidelidad. Quisiera vivir como Tú, Jesús, porque sólo quien encuentra el sentido de su vida, tiene algo que decir al mundo. El mundo necesita hombres y mujeres de tu talla.

Cómo podemos imitarte si no oramos? Ya que Tú pasabas noches enteras en oración y viviste en una profunda y armoniosa relación con el Padre, impúlsanos a reproducir tu vida orante. Necesitamos orar como Tú: centrando nuestra vida en la Palabra, escuchándola, asimilándola, viviéndola, anunciándola, y convirtiéndonos así en Palabra.

¿Cómo podemos imitarte sin ejercitarnos en tu virtud característica de la humildad? Quiero tener tus mismos pensamientos y ser sembrador de libertad, tener tus mismos sentimientos y tener tus mismas actitudes y sembrar servicialidad, tener tus mismas intenciones y sembrar la humildad, tener tu palabra en el corazón e ir sembrando verdad por doquier, gozar de tu misma fecundidad de vida y ser sembrador de Vida y Amor.

Jesús nos enseña a ser hijos fieles, porque a veces desistimos por que el ser Hijos de Dios nos parece un proyecto muy grande, y corremos el riesgo de perdernos en el camino como lo hacen los hijos de la parábola, Jesús enséñanos a disfrutar del Amor del Padre y sentirnos tan amados que quisiéramos que todos los hombres sean nuestros hermanos, compartiendo lo que Dios nos da.

Y como Jesús ser enviados por el Espí­ritu, a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a dar la libertad a los cau­tivos, a devolver la vista a los ciegos, a curar a los que tienen destrozado el corazón y a publicar un tiempo de gracia (Is 61,1-2; Lc 4,18-19), con el único fin de que cada hombre llegue a ser HIJO AMADO DEL PADRE.

Madre querida, ayúdanos a ser como tu hijo un HIJO MUY AMADO, en quien el Padre se complazca.

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