PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 26 de abril de 2010

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¿Me amas? Apacienta y sígueme

Juan 21,15-29

Esta mañana, le agradecía al Señor por el regalo de poder despertar en su presencia y por el don de su Espíritu en mi corazón, que me hace buscarle con mucha necesidad. Esta mañana despertaba con una canción: "Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti y mi carne te anhela, …"(Salmo 63; salmo 16) Realmente es un regalo de Dios, la sed que el pone en nuestro corazón, ¿Quién soy yo, para tener la conciencia de necesitarle, cuando tantos languideces anhelando otras aguas, que a la larga van secándoles la vida, las ganas de vivir, la capacidad de amar, la fe y la esperanza?, soy discípulo, apóstol suyo, amigo, hermano, hermana, madre; como lo dice el evangelio, que lo soy porque escucho la palabra y cada día lucho por vivirla, en medio de mis debilidades y aún de mis pecados.

Entramos ya a a cuarta semana de Pascua, el tiempo pasa tan de prisa, que estamos a puertas de terminar un nuevo mes y las fiestas que se nos avecinan van generando en nosotros cierta inquietud; frente a ello le pedía al Señor, que nos enseñe a buscar la mejor parte, la que no nos será quitada (Lucas 10, 38-42), a buscarla para nosotros y proponerla a los hermanos con los que convivimos cada día. Lo más grande de todo es encontrar que el Señor está cerca de nosotros (Deuteronomio 4,7), es él quien se pone a nuestro alcance y viene a hacernos el bien.

En verdad, toda esta semana ha sido un regalo poder hacer experiencia de nuestro buen pastor y el dia de ayer, la liturgia nos invitaba en la eucaristía a reconocer a Jesús pensando en nosotros, mientras pronunciaba: "Mis ovejas conocen mi voz y me siguen, a otro no seguirán; porque conocen mi voz" . En realidad, qué confianza la de Jesús, Él se fía de nosotros, él cree en la sinceridad de nuestro seguimiento y es esta fe de Jesús en mi vida, la que cada día me anima a continuar en el seguimiento, que más que en mis fuerzas y fidelidad se apoya en la fe que tiene en mi vida.

Hoy tras una semana de gozar de su amor de pastor, dedicado a nuestra vida, después de alimentarnos con su palabra y saciado nuestro corazón con su amor de misericordia, el Señor nos sale al encuentro como a Pedro:

"Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»

Me ayudaba mucho encontrar la delicadeza del Señor, que no nos pide nada sin habernos dado aquello que necesitamos para poder ponerlo por obra, primeramente se ha dado así mismo y la experiencia de haber sido apacentados, por un Dios que es inmensamente bueno ya hora nos pregunta de manera personal, sabiendo quienes somos y testigos de nuestra historia, ¿me amas más que éstos? Se nos hace fácil suponer que Jesús está mirando a os otros discípulos cuando pronuncia estas palabras; pero nos pregunta a nosotros y pone delante "aquellos tesoros personales", me amas más que éstos; cada uno de nosotros sabe cuales son esas cosas, afectos, situaciones, incluso pensamientos, que se van constituyendo en tesoros para nosotros, porque acaparan nuestro corazón, le mantienen entretenido y a veces esclavizado. Pedro contesta, Sí señor, tú sabes que te quiero. Las palabras de Pedro, después de la negación, no tienen la vehemencia de siempre, no están apoyadas en el orgullo de quien se siente fuerte y capaz; pero son sinceras: Sí Señor, tú sabes, en esto último radica la confianza de intentarlo de nuevo, Tú sabes y si sabiendo me llamas, yo quiero seguirte otra vez; pero el Señor nos dice: no basta que me sigas; Apacienta mis corderos.

Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»

Pedro se puso triste al ver que le preguntaba por tercera vez si le quería, probablemente Pedro volvió a mirarse a si mismo y pensó que en sus negaciones y le vino la tristeza; pero se sobre puso y esta vez volvió a mirar a Jesús, como aquella noche estando junto al fuego; reconoció la oportunidad de poder empezar de nuevo, esta vez fiado de la gracia y no de sus fuerza, entonces dice confiado: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»

Esta es nuestra vida, cada día dejarnos hablar por Jesús, ponernos ante su mirada que nos conoce; pero que confía en nosotros al punto de fiarnos a los que más quiere, a los suyos, que ha querido hacer nuestros, si me quieres, cuida de ellos, ahora son tuyos, haz con ellos lo que yo he hecho y voy haciendo contigo, tenles paciencia; pero no les ahorres el trabajo de ir creciendo, de ir madurando en el amor, corrige cuando sea necesario y pide perdón cuando reconozcas que has sido injusta y que has partido de ti, más que de lo que les estoy pidiendo a ellos ahora. Déjate apacentar cada día, para que sepas hacerlo con tus hermanos.

Apacentar a los que Jesús nos confía requiere de mantenernos unidos a él, dejarnos conducir por su voz, permitirle que el vaya formándonos como pastores, que vaya imprimiendo en nosotros sus rasgos de buen pastor, que nos vaya haciendo pastores según su corazón y lo sabemos, sin la oración es imposible, por eso nos dice Jesús.

"En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.
Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios »

El Señor al empezar la semana nos invita a caminar con él, de eso se trata el ser discípulos y misioneros suyos, no es tarea fácil, esta de dejarnos formar en medio de la vida, pero el Señor sabe que queremos y es el primer empeñado en que logremos vivir nuestra vocación, porque sabe que de llo depende nuestra felicidad, que vivamos nuestra vocación primera, que es la vocación al amor; pero que en nosotros Verbum Dei se concreta en dar la vida por la palabra. Sin duda habrán muchos momentos de morir a nosotros mismos, pero después viene la resurrección, no sólo para nosotros, sino para muchos, especialmente los que tenemos más cerca. Hoy el Señor vuelve a poner su mirada en nosotros y nos dice: «Sígueme.».

Que María, nuestra madre, nos ayude a poner la mirada más en Jesús y en su amor de misericordia que le hace fiarse de nosotros y que hoy nuestra vida, como la suya pueda dar gracias al Señor, porque nos ha mirado en nuestra pequeñez y nos ha amado y escogido.

 
 
 

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