PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 12 de abril de 2010

"Ustedes tienen que renacer de lo alto"


Empezamos una nueva semana y todavía resuenan en nosotros los ecos de los días de Pascua. Yo le iba pidiendo al Señor, con insistencia: “ayúdanos y enséñanos a permanecer en la experiencia de resurrección, que es experiencia de tu presencia viva, de tu compañía que dinamiza nuestros días, que nos despierta la fe y la esperanza en que para Dios nada hay imposible, que por tu amor podemos ser mejores; podemos ser más semejantes a ti y que no existe ninguna muerte, en el mundo, en la vida de los hermanos, en la propia, que tu amor nos pueda resucitar”.

Me ayudaba tanto el día de ayer, como culmen de la octava de Pascua, celebrábamos la fiesta de la divina misericordia y entendía con mucha fuerza, que es la misericordia de nuestro Dios, derramada cada día, la que posibilita la vida del mundo, la que hace posible la experiencia constante de la resurrección, porque cada día hemos de resucitar con Cristo. Pablo dice de Jesús, que Él, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere más y ello es la garantía de nuestra resurrección. No obstante, nosotros hemos de hacer la experiencia de resurrección cada día, en medio de nuestro quehacer diario, de nuestras luchas e incertidumbres, de nuestros conflictos y fracasos; hemos de dejar a Dios ser Dios y que su presencia, su amor y la fuerza de su palabra nos levanten; nos devuelvan la vida.

Esta semana, en la escuela se nos daba la clave para vivirnos permanentemente como hombres nuevos, resucitados y ello requería de nacer de nuevo, así lo expresa la palabra de Juan 3,5-12:

Jesús le respondió:"Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.

Esta mañana reconocía que el Reino de Dios es la experiencia de Dios mismo viviendo y actuando en nosotros y que este nacer del agua y del Espíritu es nacer de la palabra de Dios; porque muchas veces, en la palabra de Dios, el mismo Dios equipara sus palabras como el agua, como la lluvia que baja del cielo y fecunda la tierra(Isaías 55,1-2), la palabra es la corriente que permite que el árbol que está plantado junto a sí, no deje de dar fruto(Salmo 1; Jeremías 17). La palabra es el agua que nos hace nacer a la vida de Dios y en ella actúa el espíritu de Dios, la palabra no es letra muerta; en ella el espíritu de Dios se manifiesta; por ello, la palabra, tiene la fuerza para transformar nuestra vida, cuando nos abrimos a ella con sinceridad de corazón.

Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho:"Ustedes tienen que renacer de lo alto".

La invitación de nuestro Dios es a nacer del Espíritu; pero que significa ello en lo concreto de nuestra vida?, creo que si preguntamos al Señor, con humildad e insistencia, Él nos lo hará ver, porque en la medida de que nuestras vivencias son diferentes, no hay una respuesta única a esta pregunta; pero hay una respuesta particular y es la que nos toca poner por obra a cada uno. Para mí nacer del espíritu, en este tiempo, está significando fiarme más de que Dios lleva en sus manos mi vida, mi trabajo, porque tengo que reconocer que muchas veces lo vivo con poca paz y hay muchas situaciones que me hacen experimentar temor; por ello Dios me decía: nacer del espíritu es fiarte de mí, asumir con esperanza lo que te confío; porque soy yo, quien te estoy confiando este proyecto, soy yo quien he pensado esto para ti, no temas soy yo.

“El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede a todo el que ha nacido del espíritu”

Se me hacía difícil comprender que es lo que Dios me decía en estas palabras; pero en medio de todo intuía una llamada a la docilidad y a la disponibilidad; deja que yo te vaya conduciéndote, que mi palabra te guie a cada paso, en cada decisión a tomar; nuevamente entendía este: “déjame ser Dios en tu vida, no temas”

Pidamos a nuestra madre, que nos regale la gracia de una escucha atenta a Dios, que Él pueda encontrar, en nosotros, un corazón sin resistencias y que, naciendo de nuevo, podamos preparar el corazón de los hermanos que conviven con nosotros, para que acojan al Señor y se dejen dar la vida por Él.

Hna Pilar.

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