PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

miércoles, 19 de julio de 2017

TODO ME LO HA ENTREGADO MI PADRE


Buenos días querida familia misionera Verbum Dei, el evangelio que vamos a compartir hoy es Mateo 11,25-27: “Entonces Jesús tomó la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre no lo conoce más que el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

Me ayudaba mucho contemplar a Jesús en este evangelio y verlo alegre, feliz, dando a conocer lo que ha descubierto en el corazón del Padre, la sabiduría del Padre. Jesús proclama que el Padre ha querido revelar los secretos de su corazón, los secretos del reino, a los pequeños y sencillos; a diferencia de las personas quizá que elegiríamos personas grandes, personas con grandes conocimientos, para darles a conocer las cosas importantes. Sin embargo, Dios ha elegido a los pequeños, porque los pequeños y los sencillos son los que pueden entender a Dios, porque Jesús y el Padre son también sencillos.

Jesús nos explica que los sabios no pueden entender, les queda escondido para ellos la sabiduría de la vida, los secretos de Dios, los secretos del reino. ¿Y por qué sucede esto?, ¿por qué los sabios y entendidos no pueden ver el reino de Dios? Esto me hacía recordar una imagen que vi, quizá relacionada a esta misma cita, donde se encontraban unos sabios, hombres de grandes conocimientos, grandes trajes, personas muy importantes, con grandes lupas buscando a Dios justamente, mirando al cielo, mirando las estrellas, estaban buscando a Dios. Y en el otro lado, al lado de ellos, estaba un grupo de niños y ancianos que estaban ahí reunidos, los niños jugaban, y ahí en medio de ellos estaba Jesús, escondido entre ellos, y los sabios no lo lograban ver.

Muchas veces los sabios, los que se fían de sus propios conocimientos, buscan a Dios en lo grandioso, en lo famoso, en lo brillante, pero no en lo sencillo no en lo pequeño. Sin embargo, los pequeños, los sencillos, los de corazón sencillo, logran descubrir a Dios en la pequeñez de la vida, en los gestos sencillos de amor; porque Dios se encuentra en los gestos de amor, en los gestos de entrega y de servicio, lo que les parece demasiado sencillo para los sabios de este mundo. Por eso se pierden no solamente de los secretos de Dios, sino de la alegría de la vida, de la belleza de la vida, porque la grandeza, lo valioso de la vida, se encuentra en el amor.

Esto es lo que nos enseñan los sencillos, los pequeños. Los pequeños nos enseñan a abrir el corazón a la misericordia de Dios, los pequeños nos enseñan a descubrir que Dios se encuentra en lo sencillo, que no tenemos que hacer grandes para descubrirlo, para encontrarlo, para tenerlo al lado de nuestra vida. Los sencillos nos enseñan que Dios está en nuestros intentos de amar, que Dios se manifiesta en los gestos nuestros, quizá para nuestros ojos, pequeños, pequeños intentos de ser fiel a Dios, de amarle, de darle a conocer, ahí se encuentra Dios. Los sencillos son los que se alegran de esa presencia, los que no esperan más, no esperan grandes cosas, sino que se alegran, agradecen y acogen la presencia de Dios, la celebran, la proclaman y la dan a conocer. Los sencillos son aquellos que pueden descubrir que Dios los acompaña en el día a día, los que pueden descubrir que Dios los perdona, aunque se hayan equivocado muchas veces, y se alegran del perdón que reciben sin tanto cuestionamiento, sin tantos limites, sin tantos “peros” que muchas veces los orgullosos ponemos al amor de Dios. Los sencillos por eso logran entender a Dios, la misericordia de Dios, porque la disfrutan, porque simplemente la acogen y la celebran, y por eso la comparten también con los demás, por eso también son sencillos, por eso también son misericordiosos con los hermanos.

Hoy Jesús nos invita a poner nuestros ojos en los sencillos y los pequeños, nos invita a seguir esos caminos de pequeñez, nos invita a poder conocer a Dios desde sus caminos de amor, de acoger simplemente su cariño, de acoger simplemente el perdón que nos regala en cada momento del día, nos invita a disfrutar de su amor. ¿Cómo podemos seguir ese camino? El Señor me invitaba y nos invita a poder ejercitarnos en esos caminos de sencillez, ejercitarnos a descubrir en el día de hoy dónde está Jesús, dónde está Dios acompañándome, amándome, perdonándome, dónde está Dios dándome a conocer su amor en los gestos quizás sencillos, providentes, que en el día se vayan manifestando a tu alrededor, en el gesto de tu hermano que está a tu lado, y agradecer esa manifestación de Dios, agradecer ese amor que se nos presenta ante nosotros, así podremos descubrirlo y poder anunciarlo a los demás con un corazón sencillo y alegre.
Que hoy el Señor nos encuentre disponibles para descubrirlo, para disfrutarlo y para anunciarlo a los demás.

Kelly

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