PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

lunes, 17 de julio de 2017

LA SEMILLA SEMBRADA EN TIERRA BUENA DA MUCHO FRUTO



Esta mañana le daba gracias a Jesús por el regalo de la fe, y le pedía a Jesús: abre mis ojos para verte, abre mis oídos para escucharte, creo que tu Palabra sana, convierte, tu Palabra tiene poder para fecundar mi vida, para que yo pueda dar frutos de Vida-Amor para Ti.
Ahora vamos a compartir el Evangelio según San Mateo 13,1-23 que nos dice: “Ese día Jesús salió y fue a sentarse a orillas del lago, y vino tanta gente que tuvo que subirse a una barca y les habló muchas cosas usando parábolas... Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que escuche.»
Jesús viene cada mañana a echar la semilla de su Palabra en nuestro corazón, Jesús sale y, como en ese tiempo, nos habla a cada uno en nuestra propia realidad, El nos conoce, sabe lo que vivimos; se hace sencillo, se abaja a nuestra altura para que le podamos entender. Hoy también, Jesús, me explicas el destino que tiene tu Palabra en nuestra vida, según como la escuchemos:
Los discípulos se acercaron y preguntaron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Nosotros también, como ellos, nos podemos acercar a Jesús con confianza y pedirle: Señor explícame tu Palabra, hazme comprender qué me quieres decir, hazme entender Señor...
Jesús les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no. Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.
Jesús nos dice hoy que la Palabra hay que interiorizarla, escucharla, amarla, valorarla como la Perla preciosa, como el Tesoro más grande que podamos tener, y no permitir que nada ni nadie nos arrebate el encuentro que hayamos tenido con El, porque habrá persecuciones, el enemigo querrá arrebatárnosla, habrán contrariedades, circunstancias propias del mundo que nos quieren hacer perder la fe, pero si la Palabra está grabada en nuestro interior, nada ni nadie nos podrá separar de ella, nada ni nadie nos la podrá quitar, dice en Cantares 8,6 “Llévame grabada en tu corazón como un tatuaje; llévame como un tatuaje grabada en tu piel. El amor es más fuerte que la muerte”.
Nos dice Jesús que vamos a encontrar personas que Por más que oigan no entenderán, y por más que miren no verán. Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón... Pero con eso habría conversión y yo los sanaría...
Qué grande es escuchar a Jesús de corazón a corazón, oír ese deseo, esa sed que tiene de nosotros, de que le escuchemos, de que le dejemos entrar en nuestro interior,… si me escucharan, si me comprendieran,... ¡Yo los sanaría! Sanar es salvar, ¡es dar la Vida eterna! Cuántas personas pasan por nuestra vida, y Jesús nos hace sentir esa misma tristeza y deseo a la vez de que escuchen la Palabra, de que comprendan que también ellos pueden cambiar, dar frutos de Vida, de Amor para cambiar su entorno.
Jesús como “ese día”, cuando está a solas con sus discípulos, que los mira y se alegra su corazón, igual nos mira a nosotros, igual nos dice a ti a mí, con mucho gozo: “¡Dichosos los ojos de ustedes, que ven!; ¡dichosos los oídos de ustedes, que oyen! Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.
Qué bonito es poder darle esa alegria a Jesús, permanecer con Él, creerle, escucharle, dejar que nos explique el Evangelio, darle todo nuestro tiempo, sentarnos frente a Él, para escucharle exclusivamente a Él, sin prisas, sin apuros de ninguna clase, sin estar mirando el reloj, valorando el privilegio que no tuvieron tantos profetas, y personas santas.
Ser tierra buena que se deja regar por la lluvia, por su Amor, por sus enseñanzas, por todo lo que nos dice, y asimilando la Palabra nos vayamos convirtiendo, transformando en tierra que produce frutos de amor, de paz, de vida, de solidaridad, de humildad, y lo que recibimos lo vayamos dando cada uno según sus posibilidades, predicando en el trabajo, en la casa, en la calle, en la parroquia, en el hospital, en las colas de un banco o una clínica… “Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene”
Realmente yo voy experimentado que cuando damos, el Señor nos da más, cuando predicamos, cuando vivimos su Palabra, Él nos da más capacidad de escucha, nos abre mas el entendimiento, mas palabras para dar, nos da en abundancia su amor, para darlo a los demás.
La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más.»
Vamos a quedarnos orando, preguntándole al Señor qué tipo de tierra somos, reconociendo lo que nos falta para ser tierra buena, pero sobretodo experimentando el gran amor que nos tiene Jesús, quien con inmensa esperanza deja caer su semilla sobre nuestra vida.

Nila

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