Lucas 11,5-8; Lucas 19, 41-44
Pongámonos en la presencia de Dios y avivemos nuestra mente, para crear un ambiente de paz; un lugar adecuado donde nosotros y Dios podamos, abrirnos uno a otro al diálogo, a dejar fluir su Amor-vida, en nosotros.
Hagamos una composición de lugar, de espera, cuando uno espera a una persona, yo me acuerdo, que mi papá, trabajaba fuera de nuestra casa, de lunes a viernes y nosotros esperábamos con ansias el sábado, y nos levantábamos tempranito a esperarlo y como el carro lo dejaba a tres cuadras, nosotros corríamos a quien gana y llega primero a los brazos de mi padre, eran realmente momentos de felicidad y por su parte mi padre, nos veía dejaba su carga a un lado y nos abría los brazos para acogernos.
Que sea esa nuestra composición de lugar, momentos de encuentro esperados tanto por Dios como por nosotros.
Y esos momentos son de diálogo, de amor, de encuentro ¿Cómo lo harían los apóstoles, teniendo a Jesús a su lado? Ellos como cualquier judío supongo que sabían orar en forma personal y comunitaria como lo hacían en su sinagoga; pero la presencia de Jesús, les hizo sentir una necesidad de aprender a vivir y convivir como Jesús con el Padre.
Jesús nos enseña hoy a orar como el vecino inoportuno, que insiste hasta que el amigo le concede lo que le pide; Él ha estado esperándonos con ansias y nos abre su corazón, para concedernos lo que le pedimos.
Jesús nos dice, déjate guíar por el Espíritu Santo, Él te va a enseñar a orar con los gemidos del Padre, para que tu oración no sea egoísta sino que lo busque y poder dar a mis hermanos lo que Él me quiere regalar. A veces Dios no escucha nuestras oraciones, porque pedimos a veces lo que no nos conviene; o porque vamos dispuestos a presentarle nuestra lista de pedidos, y no buscamos hacer su voluntad; Dios quiere que nos presentemos, como el amigo inoportuno, no tengo nada, nada que ofrecerte, pero tú lo tienes todo y si tú crees que eso me conviene, o recibo porque me conoces y sobre todo me amas y yo como te amo quiero complacerte haciendo tu voluntad.
El por ser amigo nos va a complacer y por ser humildes, insistiendo, tocando su corazón con el mío.
Jesús viene hoy a nuestra casa para traer la salvación con la fuerza de su Palabra; pero Jesús se conmueve hasta llora por la dureza de nuestro corazón, Él viene feliz, a darnos el encuentro; pero a veces le damos la espalda, cerramos nuestro corazón a este tiempo de gracia,
No lo hagamos esperar, es tiempo de aprovechar el paso de Jesús por nuestras vidas, viene a traernos la paz, la alegría y nosotros como Jerusalén, hemos prostituido su venida, con el comercio, los árboles, papá Noel; teniendo tantos ídolos en el corazón, ¿Por qué lloras Jesús? Porque tu corazón es mi casa y sin embargo está convertida una cueva de ladrones, de cambista. ¿Quiénes habitan en tu mente, en tu corazón? ¿Por qué te dejas robar lo más sagrado que hay en el fondo de tu alma? ¿Con que los has cambiado?
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