“Que cada uno piense no en sí mismo sino en los demás” (1º Corintios 10,24)
Todos los días, frente a cualquier situación, somos nosotros los que decidimos si veremos oportunidades o problemas, si avanzaremos con valor o nos estancaremos en el camino, si pagaremos el elevado precio de alcanzar un sueño o simplemente renunciaremos.
Muchas veces es difícil aceptar esto, porque, para ser realistas, hay muchas situaciones que sobrepasan nuestras capacidades. Además, existe el hecho, si se trata de trabajar con otras personas, de que no todas se motivan por lo mismo y de la misma manera, así que cuando se proponen tareas grupales (en la universidad, en el trabajo, etc.) el estrés aumenta considerablemente, porque cada uno seguirá viendo las cosas a su propia manera, dificultando el avance del grupo. ¿Acaso eso no es razón suficiente para entender que no todo es todo color de rosa con que se mira las situaciones? Muchas veces esas situaciones nos ha llevado a aislarnos de mucha gente que nos rodea y trabajar en nuestra propia percepción de la vida, formando una personalidad aislada con metas propias que muchas veces sin querer dañan o quitan las posibilidades a otros de progresar. Es difícil poder aceptar la percepción de la vida de los demás, solo creemos en la nuestra pero al no lograrlo caemos muchas veces en la angustia, desesperación, depresiones, falta de animo, etc.
Muchas veces no podemos adoptar sus “técnicas” para nosotros mismos, porque nuestra vida es singular, así como nuestra manera de influir sobre el mundo lo es. Claro que podemos aprender de esas grandes personas que suelen sobreponerse a todo obstáculo, claro que ellos y ellas pueden enseñarnos grandes lecciones de vida, mas será hasta que reconozcamos que somos los únicos responsables de nuestra vida y de la vida de todos los que nos rodean, que comenzaremos a vivir en VERDAD.
Por eso el Señor nos invita a ser parte de ese proyecto de vida con nosotros, de ser verdaderos testimonios de vida en las situaciones en que nos encontremos, como profesionales, amigos, padres, hermanos, etc. Pues es así como seremos verdaderos lideres cristianos, que hagan que nuestras vidas arrastren vidas hacia el Reino que todos queremos. Apuntando hacia una sola dirección y de acercarnos cada día más a la santidad al que todos estamos llamados. No temas porque no somos los únicos, por algo el Señor nos llama a vivir en comunidad.
Que el Señor hoy nos permita reunirnos en oración en torno a él, que cada día nos vaya mostrando sus caminos y sus sueños con nosotros. Y que nuestra mamita María sea la protectora de la oración y perseverancia en este camino hacia formar el Reino.
Un fuerte abrazo en Cristo y María…
Su hermano en Cristo…
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