PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

domingo, 15 de octubre de 2017

“Vayan ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encuentren invítenlos a la boda”


 “En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
— «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Vengan a la boda”.
Los invitados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; otros agarraron a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los invitados no se la merecían. Vayan ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encuentren invítenlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de invitados. Cuando el rey entró a saludar a los invitados, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?”.
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
Mt 22,1-14

 En las Lecturas de este Domingo, Jesús se sigue dirigiendo a los sacerdotes y ancianos del pueblo, vuelve a presentarles una parábola  que refleja su dureza para aceptarle como el Hijo de Dios.  Jesús presenta el Reino de los cielos, como a un Padre Bueno, generoso, alegre, que quiere compartir su Reino con su pueblo.
Por eso les dice:  «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo” manda criados a avisar a los invitados a la boda, pero estos no quisieron ir, y vuelve a insistir, les manda de nuevo avisar con el encargo de que les digan:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Vengan a la boda”. 
Les da detalles de lo que ha preparado a ver si así aceptaban, pero los invitados no hicieron caso.

Que feo es que cuando uno ha preparado una fiesta con tanto detalle, con tanto cariño, y que no venga nadie, que te desaíren, uno ya no vuelve a invitar mas a esas personas;  pero el corazón de Dios es diferente, Él es todo misericordia, perdón y generosidad, El siempre nos seguirá llamando, siempre insistirá con nuestra vida, porque nos ama sencillamente y nos ama porque somos sus hijos, hoy mismo nos está invitando, ¡Vengan a la fiesta! ¡Todo está a punto, preparado especialmente para ti! ¿Quién será el escuche su Voz, y acuda a su llamado?

El rey al ver que no venia nadie, dijo a sus criados:“La boda está preparada, pero los invitados no se la merecían. Vayan ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encuentren invítenlos a la boda”.

Quizás muchos de nosotros podemos sentirnos identificados  como los invitados en el cruce del camino… ¿En el cruce de que camino nos habrá encontrado el Señor? ¿Sin saber a dónde ir?, inseguros, indecisos, viviendo vacios, sin sentido, desorientados, equivocados tal vez; pero ahí el Señor salió a nuestro encuentro, de repente a través de la prédica de una persona, una misionera, su Palabra nos abrió el camino para llegar a Él, ¡Que Grande y Generoso es el Señor, estábamos perdidos, y fuimos encontrados, no pertenecíamos al pueblo de Dios, ahora somos su pueblo  y por pura Gracia estamos  invitados al Banquete del Reino! ¡Gracias Señor!.

En la última parte de la parábola, dice Jesús que   “Cuando el rey entró a saludar a los invitados, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?”.

Uno puede pensar, pero si  ha aceptado la invitación, ¿por qué reacciona el rey así?  No es porque sea pobre o no tenga vestido, el vestido de fiesta al que se refiere Jesús en la Parábola, es a la vestidura espiritual, a la vestidura de los elegidos. “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos». 

Muchos podemos sentirnos llamados por Jesús a participar en las labores pastorales de la Iglesia,   y estar muy  agradecidos por ser discípulos, misioneros,  sacerdotes etc. pero no por eso podemos vivir como si ya tuviésemos ganado el cielo, para ser elegidos necesitamos ponernos la vestidura de Cristo, como dice San Pablo: 
Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia.  … pues para esto fueron llamados y reunidos”.  Colosenses 3,12.14 
Ser llamado y aceptar la invitación es un primer paso, pero tenemos la responsabilidad de responder a ese llamado  haciendo cambios en nuestra vida, implica orar cada día, para ir cambiando las vestiduras del hombre viejo, para vestirnos de Cristo, es un proceso de ir convirtiéndonos cada día, para poder ser elegidos por el Señor, para merecer la invitación que El nos está haciendo al Banquete del Reino de los cielos.
Vamos a darle gracias al Señor por llamarnos, por invitarnos al Banquete  el Reino de los cielos  por preparar para nosotros   “cosas ricas y  comidas exquisitas”. Is 55,2 por invitarnos al Banquete, de tu Palabra, gracias Señor por la Eucaristía, el Pan del Cielo que preparas para mi cada día, que me fortalece, que me salva, por eso te digo, cuenta conmigo Señor para salir a invitar a mis hermanos al Banquete del Reino de los cielos.
Preguntas para nuestra oración personal:

1)      ¿encuentro en mi vida “asuntos urgentes” que me impiden aceptar la invitación de Dios?
2)      ¿Me identifico con el invitado encontrado en el cruce del camino? ¿Me siento agradecido y comprometido con el Señor?

3)      ¿Cual es traje que  Dios espera de mí para poder participar en el Banquete del Reino de los cielos? Concretamente: ¿humildad, compasión tierna? ¿Paciencia, bondad, mansedumbre,   amor fraterno, etc?

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