PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

sábado, 27 de febrero de 2010

La transfiguración

La Transfiguración del Señor.
Primera Lectura: Génesis 15: 5-12, 17-18
Salmo Responsorial: Salmo 27: 1, 7-8, 8-9, 13-14
Segunda Lectura: Filipenses 3: 17- 4: 1
Evangelio: Lucas 9: 28b- 36

¿En cuántos periodos de nuestra vida hemos creído estar despiertos frente a la vida y a todo lo que nos rodea, cuando en realidad hemos estados sumergidos en un profundo sueño? Vivimos en un tiempo en el que es tan fácil auto adormecernos para que erróneamente nos olvidemos de nuestro dolor, nuestras carencias, nuestra falta de amor, nuestra soledad y nuestro pecado. Y así adormecidos vamos por la vida como muertos andantes. Vivimos por vivir. Sin ganas. Sin sueños. Sin sentido. Nuestras relaciones interpersonales son meramente superficiales. Nos cuesta o no sabemos perdonar. Desterramos a Dios de nuestro corazón y nos inventamos otros dioses que nunca llegan a satisfacer nuestro corazón. Y esta insatisfacción nos atormenta, nos aterra, y nos aniquila poco a poco hasta convertir nuestro corazón en un corazón de piedra.

En este segundo domingo de cuaresma, la invitación a despertar de nuestro profundo sueños es bastante clara. En el evangelio de este domingo, Jesús sube a un monte a orar y su apariencia cambia drásticamente; de repente, Moisés y Elías se hacen presentes, y finalmente, desde una nube una voz proclama: “Este es mi Hijo, Mi Elegido; Escúchenlo”. Pedro, Juan y Santiago están con Jesús cuando esto ocurre. Y a pesar de que casi dormidos del cansancio, se despiertan y logran ver y escuchar los prodigios que están ocurriendo en ese momento. Si los discípulos se hubieran quedado dormidos, no hubieran podido ser testigos de esta manifestación de Jesús.

La palabra clave a reflexionar en este caminar de la cuaresma es despertar. Dios nos está hablando al corazón, susurrándonos con dulzura: ¡Despierta! Abre los ojos y descubre cuanto te amo!

Pero ¿cómo mantenernos despiertos en esta sociedad nuestra tan llena de sedantes y falsos dioses? La respuesta incluye dos pasos propios de toda conversión cristiana: Vigilar para mantenernos despiertos y dedicar el tiempo para orar, para hablar con Él. Solo una vida de diálogo con Dios con la Palabra nos ayudará a crear ese balance saludable de todas las áreas de nuestra existencia que nos mantendrán despiertos, tan despiertos que seremos capaces de ver el sin fin de maravillas que Dios ha realizado y continua realizando en nuestras vidas y podremos ver con los propios ojos el inmensurable amor que El siente por nosotros. Seamos como Pedro, Juan y Santiago. Ellos resistieron la tentación de quedarse dormidos.
La Transfiguración nos dice de cómo serán nuestros cuerpos cuando seamos resucitados al final del tiempo y al comienzo de la eternidad, porque en ese momento maravilloso seremos transformados, seremos también transfigurados.
Es lo que nos dice San Pablo en la Segunda Lectura (Flp. 3,17 - 4,1). Nos habla del momento de cuando vuelva Jesús del Cielo, en que “transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo”.
También nosotros hemos de ser convencidos que no hay resurrección sin muerte, no hay transfiguración sin cruz, no hay gloria sin negación de uno mismo. Justo una semana antes de este milagro, Jesús había dicho, “no sólo a sus discípulos, sino a toda la gente: ‘Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame ... porque ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?’” (Lc. 9, 23-25).
San Pablo también nos habla sobre el apego a las cosas de esta vida en la Segunda Lectura: los que viven “como enemigos de la cruz de Cristo, acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre ... sólo piensan en las cosas de la tierra”.
Pero, volvamos a la escena del Evangelio. San Pedro, el impetuoso y resuelto, como estaba tan encantado con la visión divina de Jesús, propone quedarse allí, y se apresura a ofrecer construir tres tiendas: una para Jesús, una para Moisés y otra para Elías. “No sabía lo que decía”, nos comenta el Evangelio.
Y ¿qué sucede, entonces? “No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió y ellos al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo”. Por cierto ese “miedo”no es propiamente miedo, sino ese temor reverencial ante la presencia de Dios que sobrecoge. Es la misma nube que en otros pasajes de la Escritura (cfr. Ex. 19 y 1 Re. 8, 10) indica la presencia majestuosa y omnipotente del Padre. Y sólo se oyó su voz: “Este es mi Hijo, mi escogido. Escúchenlo”.
Es decir, en cuanto Pedro propone quedarse en lo agradable de la vida del espíritu, cuando pide quedarse sobre el Monte Tabor gozando de los consuelos espirituales, Dios mismo interviene y le responde diciéndole que escuche y siga las enseñanzas de su amado Hijo.
Porque escuchar a Cristo es seguirlo a Él en todo. Sea en el Calvario y en el Tabor. Sea en las penas y en las alegrías. Sea en los triunfos y en los fracasos. Sea en lo fácil y en lo difícil. Sea en lo agradable y lo desagradable. Sea en los aciertos y en los errores cometidos. Todo, menos el pecado, es Voluntad de Dios. Todo está enmarcado dentro de sus planes. Y sus planes están dirigidos a nuestro máximo bien que es nuestra salvación y futura resurrección al final del tiempo.
Pidamos a María, que nos acompañe en nuestro caminar y seguir fielmente lo que Jesús nos dice en su Palabra, para con Él resucitar.

jueves, 25 de febrero de 2010

Somos frágiles

Somos frágiles, necesitamos afianzarnos en la Palabra para vencer la tentación.
Comencemos este momento de oración compartiendo lo que el Espíritu nos transmitió en la escuela de la Palabra.

Jesús encarnado nos invita a volver de todo corazón al Padre. Y nos enseña el camino con su propia vida. Pidamos a Jesús esa Gracia reservada para nosotros, pidámosle que la derrame hoy para escucharlo, para compartir nuestra vida con él. Y descubrir su misericordia queriendo llegar a nuestra vida, a nosotros.

Jesús sabe que somos frágiles, humanos, somos de polvo y a ese polvo volveremos y ese polvo palpamos una y otra vez. Pero al palpar nuestra humanidad no se desinteresa, sino que nos muestra el camino.

En Lucas 4, 3-12 El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura:El hombre no vive solamente de pan".

Nuestra primera fragilidad la sentimos cuando queremos llenarnos de alimentos que no llenan el alma. Y esto lo hemos experimentado, nada llena el alma sino el amor de Dios, pero nuestro terco corazón que a veces parece que no aprende, o que se le olvida que queda vacio cuando quiere llenarse de valoración humana, de reconocimiento, o de cosas, nuestro terco corazón intenta llenarse de todo lo exterior.

Eso es lo más inmediato. Pero Jesús nos invita a llenar nuestro corazón, nuestra alma de Dios, de su amor. Por eso es tan importante que hoy comencemos pidiendo: “llénanos de tu amor”, ¿cómo? Con la oración, con su presencia, con su Palabra, con el diálogo, acercándonos a la Eucaristía, o la reconciliación, etc.

Palpamos nuestra fragilidad cuando apostamos por otras seguridades.
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá". Pero Jesús le respondió: "Está escrito:Adorarás al Señor, tu Dios,y a él solo rendirás culto".

Te has preguntado que es lo que te produce mas confianza, ¿Qué o quién te da seguridad? ¿qué o quién te hace sentir como si tuvieras poder? Una persona que reconoce tus talentos, un trabajo que te hace sentir que estas progresando, una pareja que te hace sentir imprescindible, unos amigo que piden de tu ayuda, etc. Jesús nos invita a reconocer que su confianza está puesta en el Padre, y nos pide vuelve a tu primer amor, al amor del Padre que da sentido a tu vida, que saca lo mejor de ti cuando te pones al servicio y no esperas que te sirvan a ti.

Y la fragilidad también la palpamos cuando nuestro corazón empieza como niño pequeño a pedir al Padre lo que desea profundamente y empieza sin querer a tentar a Dios.

Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:Él dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".

Tentamos a Dios cuando pedimos lo que queremos y aunque no lo digamos estamos como diciendole a Dios si no me lo das, si no me das esto que creo que me va hacer bien, esto o aquella persona que pienso que me hará feliz entonces no me quieres. Esta es la muestra mas palpable de nuestra fragilidad, pedirle Dios nuestro Papá que nos acorte los caminos dificiles, que nos de lo que nosotros pedimos, que entendamos lo que no es facil de entender en la vida porque sino no es Dios.

Dios es Dios entendamos o no, si una persona nos corresponde o no, si obtenemos lo que queremos o no.
Que la Madre nos ayude abrir el corazón para dejar que Jesús nos muestre como amar a Dios con todo el corazón, conn todas las fuerzas, con toda el alma y sea Dios en nuestra Vida como lo fue en su vida.

Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
Katia

martes, 23 de febrero de 2010

Hoja de la Escuela

MIÉRCOLES: Deuteronomio, 6,4-6; Sólo Dios merece ser el centro de nuestra Vida.
JUEVES: Lucas 4, 3-12; Somos frágiles, necesitamos afianzarnos en la Palabra para vencer la Tentación.
VIERNES: Lucas 22, 31-32; Dios conoce nuestra fragilidad y ora por nosotros.
SÁBADO: Marcos 14,38; Es necesario permanecer en el discernimiento y la oración para no caer
DOMINGO: Génesis 15, 5-12. 17-18; Filipenses 3, 17-4, 1; Lucas 9, 28b-36
LUNES: Efesios 6,10-17; Fortalézcanse en Dios y reciban las armas, que nos harán vencer.
MARTES: Salmo 103, 8-14 Aunque cayéramos el Amor de Dios nos levantará.

Escucha Israel: Yavé, nuestro Dios, es Yavé único

Sólo Dios merece ser el centro de nuestra Vida
Deuteronomio, 6,4-6

Jer 31,33
Mc 12,29

Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy.

Sólo el título me lleva a hablar con Dios, y me pongo en su presencia y avergonzada quiero preguntarle si Él, es el centro de mi vida; yo me acuerdo haberlo buscado desde siempre , de niña quería encontrarlo y ahora que lo he experimentado y he tenido ese encuentro con el Dios-Amor, me pregunto si he hecho de Dios, el centro de todos mis amores y si lo he hecho punto de referencia de tal modo que frente al que todas las ofertas humanas, todas ellas pierden su valor.

Por eso desde el Antiguo Testamento a Jesús, la súplica es: ¡Escucha! Julia, cada uno ponga su nombre, y es que escuchar no sólo es oír, es acoger con fe, hacerme uno con lo que escucho, asimilar, hasta que esa Palabra que Dios me da, en este momento, en este día, yo la haga vida, hasta que algún día llegue a ser lo que Él es: Mi identidad, Dios es Amor y yo le debo escuchar, obedecer hasta que el AMOR, sea lo único que me mueva la vida. La mente, mi corazón y el que me da fuerzas para amar a Dios con todo y por ese amor ningún hermano queda fuera de mi corazón.

La persona habitada en su interior y en que Dios es el centro de todo su ser, por ese amor, se constituye fuente de VIDA –AMOR, para sí y lo demás.

Eso le dice Jesús al legista: "¿cómo hacer para tener vida? Amarás al Señor tu Dios, con toda tu mente, todo tu corazón, todas tus fuerzas" (Lc 10,27). El amor, que es relación, pide todo el ser. Amar, que es orar, es tratar, relacionar con Dios toda nuestra mente: inteligencia, memoria, imaginación, recuerdo, creatividad... todo amando a Dios.

Todo el corazón y su afectividad, el cariño, la fidelidad y actitudes, las emociones y aficiones, los sentimientos, resentimientos y heridas... puestos no en las criaturas, sino en Dios (Job 22,24-26), dejándose amar, curar y transformar por su Amor.

Todas las fuerzas: toda mi actividad exterior e interior, capacidades, luchas, intentos, energías, los defectos, límites... invertidos en vivir y compartir su amor. Ora la persona completa: ora con su vida, su historia, su realidad actual, su pasado, su hambre, su gente... todo en relación con el Dios que responde.

"Haz eso y vivirás": invita a la libertad del hombre, para que él mismo tome las riendas de su destino. Orar, con todo el ser, para vivir. Las mezclas, reservas, apartados, dejan la Vida prometida en vida recortada. Quien quiere que Dios sea el centro de su vida dice: "Me deleitaré en tus mandamientos, que amo mucho" (Sal 119,47).

Señor, tu amor comparado con otros amores está en otro nivel; el tuyo es eterno (Jn.11,25), con razón alguien que se encontró contigo como San Pablo, afirma que tiene ya todo lo demás como pérdida -aún más, como basura- comparado con tu amor (cf. Filp. 3,7-11).
Si esto es así de claro ¿qué me pasa que en la práctica muchas veces mi corazón no te lo llevas Tú?

Quizá sea que aunque he experimentado o al menos he intuido tu amor, reconozco que estas cisternas agrietadas que el agua no retienen, ( la apariencia, el ritmo incontrolado de estudios o de trabajo, lo meramente material...) , no son la solución de mi vida pero prácticamente no tengo que hacer mucho esfuerzo para ir a ellas; las tengo inmediatamente al alcance de la mano siempre que quiera, y eso Señor...es muy tentador.

Tu palabra sin embargo me afirma que todavía estás, Tú más cerca que todo eso, (Dt.4, 7), pero claro, estás cerca de un corazón sincero y humilde. (Sal.51.)
¿Cuando me convenceré de que mi miseria y mi pobreza no te apartan de mi, con tal de que libremente yo te abra mi corazón , que tu amor de mi lado nunca se va a apartar?.

Señor, no es posible escucharte sin escuchar de Ti, momento a momento, tu más genuino tema, reiterada insistencia en tu único precepto de amar: de amarte a Ti con todo mi corazón, con toda mi mente y con todas mis fuerzas y al prójimo como a mí mismo (Dt 6,4).

Amar al prójimo como tú lo has amado, Madre, es desplazar y desalojar del todo tu yo para vivir solo y totalmente para Dios en Él y en los demás. Desde el momento de la Anunciación (Lc 1,28), la clave de tu respuesta, de tu sí, no tuvo nunca en cuenta tus gustos, tus intereses, sino sencillamente tu deseo de servir generosamente a Dios en este proyecto de salvación de toda la humanidad.

Por eso Madre, ayúdame a responder a este AMOR-VIDA que debe acaparar mi corazón:
-¿Mi oración me hace Vivir y Amar?
-¿Localizo dónde están mi mente, mi corazón, mis fuerzas?
-¿Soy paciente y constante en aprender a poner "todo"?
-¿Creo con mis hechos que es más feliz dar que recibir?
-Cuando me hablas, ¿se alegra todo mi ser?

Julia.

lunes, 22 de febrero de 2010

Dios exhorta por medio de nosotros ¡Reconcíliense con Dios!

2 Corintios 5,20; 6 1-2

Al orar las pautas que recibimos ayer de Pilar, me reconocía como esa oveja perdida que Jesús salió a buscar y no descansó hasta que la encontró…..y le preguntaba al Señor, con el poema de Lope de Vega… ¿Qué interés te movía Jesús mío, para salir a buscarme de tal manera? A riesgo de perder tu propia vida, meterte entre mil peligros, mancharte, salir arañado, lastimado, herido y ¿Todo por mí?

¿Que tengo yo que mi amor procuras? Día a día, no te cansas no te rindes, no abandonas, con tal de salvarme, y muy a pesar mío, me alcanzas y me haces una persona nueva me reconcilias con Dios….llegas a mi vida y “rompes mi sordera; brillas y resplandeces, y ahuyentas mi ceguera” (San Agustín),
¿Para que Señor?... Jesús sale a buscarnos para hacernos creaturas nuevas, no se conforma con vernos mas o menos bien, quiere para nosotros lo mejor, todo nuevo en nuestra vida, renovarnos por completo, por eso esta Cuaresma quiere sacar de nosotros discípulos misioneros, reconciliados con Dios, que exhorten a sus hermanos a volver a Dios.

“Toda persona que está en Cristo es una creación nueva. Todo es obra de Dios que nos reconcilió con El en Cristo”

No es porque hayamos hecho cosas buenas, al contrario nosotros constantemente estamos cayendo pero Dios siempre nos está levantando porque el Bueno es Él, todo es obra de Dios.
Nuestro Padre Dios en su infinito amor, nos busca para tenernos de regreso en Casa, y cuenta con Jesús de una manera incondicional, gratuita porque le agrada hacer la voluntad de su Padre, Jesús se ha quedado con nosotros para salvarnos para sacarnos de nuestra miseria como dice el salmista agradecido.

“Esperaba, esperaba al Señor, él se inclino hacia mi y escuchó mi clamor, me sacó de la fosa fatal, del barro del pantano; puso mis pies sobre roca y aseguró mis pasos” Salmo 40 2-3 ,

Esta es la historia del hombre que reconoce con humildad de donde Dios lo ha sacado y ante tanta misericordia, ante un amor que “ya no tomaba en cuenta los pecados de los hombres” 2Cor 5,19

Solo queda decirle Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad...Porque no solo nos perdona, no solo nos salva sino que “a nosotros nos entrega el mensaje de la reconciliación” ¡Que grande es Dios!

Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo los exhortara por nuestra boca” 2 Cor 5,20

Entonces Señor…"Mostraré tu camino a los que pecan a ti se volverán los descarriados” (Salmo 51,15) ¡Quiero!, Señor quiero ser tu embajadora quiero llevar tu mensaje a mis hermanos, porque tu quieres Jesús, así como tu me reconciliaste con Dios, quiero decirles:

“En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios! Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió pecado, para que así nosotros participáramos en él de la justicia y perfección de Dios: 2 Cor 5,20.

Todos hemos pecado estábamos privados de la Gloria de Dios, pero Jesús se hizo justicia en si mismo, por sus llagas hemos sido sanados, nosotros no podíamos justificarnos, tenia que ser Jesús Dios y Hombre a la vez que nos devolviera la Gracia, para llevarnos a la santidad a la perfección.
En la justicia humana el culpable tiene que pagar, en la justicia divina, el Justo paga por el pecador.
La justicia de Dios no es como la justicia humana es muy distinta, la justicia divina es incomprensible para el hombre, Dios ha pagado por nosotros en su Hijo, el precio del rescate, un precio verdaderamente exorbitante…(Papa Benedicto XVI)

Para que habiendo recibido la Gracia podamos ayudarle dar nuestra propia vida en rescate por una multitud, nos ha comprado a gran precio, somos suyos para que ya no vivamos para nosotros sino para El:

“Somos pues los ayudantes de Dios y ahora les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido. Dice la Escritura: En el momento fijado te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Este es el momento favorable, este es el día de la salvación”. 2Cor 6,1-2

Hay una multitud de hermanos esperando el mensaje de reconciliación, quizás ni lo saben, como nosotros no supimos tampoco en que momento no llegó la Gracia, somos pues instrumentos preciosos de Dios con los que cuenta para llevar en esta Cuaresma el mensaje de reconciliación, somos mensajeros de Dios que han recibido gracia en abundancia que ahora se convierte en testimonio para ayudar a Dios a recuperar a sus hijos.

Que nuestra Madre nos ayude a perseverar en la oración de cada día para mantenernos en contacto con la Gracia de Dios que nos haga salir de nosotros mismos y decir como ella ¡Hágase en mi Señor tu voluntad!

Nila.

domingo, 21 de febrero de 2010

Encontré la oveja que se me había perdido

Esta mañana, pedía al Señor la gracia de poder orar, no es lo mismo reflexionar una palabra, sacar de ella unas ideas, aunque se conviertan en normas para la vida, la oración supone encuentro con Dios, con su persona y ello no se improvisa, no depende solo de nuestra voluntad de encuentro, es una Gracia; por ello necesitaba pedirle al Señor, como Abraham, en génesis 18,3 Señor, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego, no pases delante de tu servidor, sin detenerte. Señor, te ruego, permíteme hacer experiencia de tu presencia y saborear tu amor de misericordia.

Hoy, le agradecía mucho al Señor por el regalo del este tiempo que nos regala a toda la comunidad y a toda la iglesia, de volver a Él de todo corazón.

Todos necesitamos volver al Dios. Volver supone habernos ido y quizá por ello, con frecuencia sentimos que esta palabra no es para nosotros, porque nos sabemos en casa del Padre, porque nos sabemos miembros de una comunidad misionera, el Señor me hacia darme cuenta que saberse no es lo mismo que sentirse, ni vivirse en casa o como miembros de una familia misionera, se pueden saber muchas cosas a nivel teórico; pero Dios nos pide bajar al corazón.

Dios nos está pidiendo volver a Él y lo que está reclamando es nuestra compañía. Recordaba, esta mañana, una poesía que Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei, que solía poner en boca de Dios:

“Se que me has sido fiel; pero nunca compañera, menos fiel te quisiera e incluso hasta infiel, si en lugar de tener tu piel, tu compañía tuviera”, me parecía escuchar de Dios:

“Es verdad que eres fiel, que te cansas procurando servirme, que le robas tiempo a tu descanso, para darlo a lo que consideras que es mi voluntad; pero te quiero compañera, amiga, eso es lo que espero de ti.”

Se me hacía muy fuerte esta llamada de Dios, que no va dirigida sino a aquellos que nos sentimos cerca, que de algún modo andamos en sus caminos. Desde aquí puedo entender el que el Señor, esta mañana haya salido en nuestra búsqueda, que haya dejado a las noventa y nueve ovejas en el campo, tal y como lo expresa la cita propuesta para hoy, en Lucas 15,4-7:

"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla”

Nosotros somos esa oveja que le hace falta al Pastor, es a nosotros a quienes sale a buscar y deja abandonadas a la 99. Reconocía que el amor de Dios rompe toda lógica, porque la pregunta está formulada como si se tratara de una situación habitual; pero quién arriesgaría 99 ovejas por una, quien iría a buscar una oveja, exponiendo a noventa y nueve, corriendo el riesgo de encontrar menos ovejas.

Conocemos el refrán que dice: Más vale pájaro en mano que cientos volando, ello vendría a ser más vale 99 ovejas seguras, que correr el riesgo de perder alguna más e incluso el rebaño entero. Afortunadamente esa no es la lógica de Dios; Él me decía, no estoy dispuesto a perder a ninguna, no estoy dispuesto a perderte, ¡con todo lo que me has costado, cómo te voy a dejar!

El Señor me daba la gracia de reconocer que esas 99 ovejas dejadas en el campo han sido y son aquellos a quienes el Señor me ha confiado y me confía, que han quedado en el campo, mientras yo retornaba al redil, en medio de alguna crisis, un bajón de fe o simplemente de algún “berrinche” de los cuales no estamos “curados”.

He reconocido que Dios ha respetado mi libertad, mi proceso y, mientras daba el paso, Dios ha velado por el rebaño que me había sido confiado. El es Dios y bueno, cómo iba dejar completamente desamparadas a las 99, yo le decía, tienes recursos para seguir velando por tus ovejas; pero no quieres prescindir de mí.

Esta mañana me reconocía como oveja guía, puesta en ese lugar por el Pastor. Nosotros somos esas ovejas puestas al frente del rebaño, de alguna manera somos pastores, al mismo tiempo que ovejas y es por nosotros que Dios viene hoy y nos invita a dejarnos encontrar. Hoy podemos ser la alegría del Pastor, dejándonos recuperar, estrechar y cargar por Él.

“Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido".

Encontraba tanta sabiduría y verdad en las palabras de nuestro Dios: “Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".

A menudo había leído esta palabra adjudicándosela a otros, otros eran la alegría de Dios, los que no le conocían y de pronto por Gracia del mismo Dios se abrían a su amor, los “pecadores”; pero fíjense la palabra dice que hay más alegría por un solo pecador que se convierte y ¿quien puede decir que no ha pecado o no peca más, después de su conversión?, ¿quién puede decir que es de los 99 que no necesitan convertirse?.

Cada día es una invitación para acercarnos a Dios, para dejarnos apacentar por su amor de misericordia, para dejarnos rescatar y permitirle a Dios subirnos sobre sus hombros y ver la propia vida y la realidad de nuestro mundo con los ojos de la fe, con una mirada de esperanza. Sólo desde esta experiencia vivida en el día a día, podemos constituirnos en pastores para el pueblo de Dios.
Pidamos a nuestra madre, la mujer que se dejó amar profundamente por Dios, al punto de poder recibir de Jesús a toda la iglesia, que nos ayude a entrar en la experiencia que necesitamos para amar más al Señor y a aquellos a quienes nos confía cada día.

Hna. Pilar

LAS TENTACIONES DE JESÚS

Lucas 4, 1-13
El relato de las tentaciones se encuentra antes de empezar la vida pública de Jesús. Van a dar una orientación y un enfoque a toda su vida. Jesús es mayor y escoge conscientemente un camino concreto. Él va a escoger la palabra de Dios.
¿Cómo en efecto se podría decir que Jesús, siendo Dios, fue tentado?
Jesús fue tentado 3 veces, quiere decir que Jesús no solamente fue tentado 3 veces al principio de su vida pública sino que lo fue muchas veces durante su vida. El camino de la liberación no es un camino turístico ni de triunfo, sino un camino de prueba, es un camino lleno de tentaciones.

Las tentaciones de Jesús son las de todo hombre.

- Que pretende ponerse en el lugar de Dios. Juzgar a Dios El hombre rechaza su condición de criatura y se pone en su lugar.
- Pretende que Dios se ponga al servicio del hombre. Dios tiene que hacer lo que el hombre le diga: el hombre ora y Dios tiene que obedecer a su petición, sino no es un Dios bueno.
- En el desierto el pueblo varias veces juzgó a Dios, le acusó, pidió que Dios hiciera lo que quería (pan, agua, carne) o se olvidó de Dios para hacerse un dios a su medida, un dios que sus manos podrían tocar (becerro de oro). Jesús sitúa al hombre en su justo relación con Dios. El Hijo de Dios es también el Hijo del hombre, no irá con categorías de poder y de honor, sino con la palabra de Dios hasta la cruz.

- Ayunó 40 días: el número 40 hace pensar a la estancia del pueblo de Israel en el desierto. El ayuno lo pone en relación con Moisés y Elías. La persona entra en la esfera de lo divino Dios y los ángeles no comen, no necesitan comer para vivir. Es para la persona también un rito penitencial para cambiar de vida para la conversión, para volver a Dios.

La 1ª tentación:

El diablo propone cambiar una(s) piedra(s) en pan. "Si eres Hijo de Dios". No es una condicional, el diablo no dudaba de la filiación divina, sólo que quiere que Jesús vaya mostrando su filiación de una manera contraria a la Palabra de Dios. Pero viene el diablo con la palabra de Dios. Si viniera el diablo vestido de rojo, con una cara de mil demonios, unos dientes de Drácula, se le vería de lejos y no podría tentar. Por eso viene con la Palabra de Dios.

"Vivir". No sólo de pan vive el hombre. Jesús sentía hambre el diablo coge a Jesús por lo que siente. El hambre no es sólo un sentimiento a nivel de sensación; sino que indica a la persona que tiene que comer, no sólo por placer, sino porque si no come, se morirá. La palabra de Dios es para la vida. El tentador se presenta como el que apoyándose en el plan de Dios "eres hijo de Dios" ("si eres discípulo", "si tienes vocación") y propone una posibilidad de vida, parece indicar el camino de la vida. Jesús no puede rechazar la 1ª parte del razonamiento del diablo, pues de verdad, es hijo de Dios.
Si es Hijo de Dios ¿tendrá que decir que se conviertan estas piedras? o ¿tendrá que morir de hambre en el desierto?, luego apenas empezado su misión de Hijo se acabaría en el desierto. Es la misma tentación del pueblo en el desierto. ¿Por qué haber salido de Egipto, si allí teníamos cebollitas y carne hasta hartarnos? Casi que el diablo presenta que si Jesús no cambia las piedras en pan, no es Hijo de Dios, no es fiel a la palabra de Dios, no es fiel a la misión que el Padre le ha dado, no es fiel al carisma, ha perdido la línea.

Respuesta de Jesús, con la Palabra de Dios. Lo que sale de la boca de Dios es la palabra creadora; es una palabra de vida. La vida del hombre no depende de lo que diga él mismo (cambiar las piedras en pan) sino que está en la conformidad de su vida a la palabra de Dios. La filiación divina en la total fidelidad a la condición humana. Jesús no convertirá estas piedras en pan, pero más tarde multiplicará los panes para dar de comer a la muchedumbre. No satisface una necesidad personal; pero más tarde sabrá descubrir el hambre de la muchedumbre y podrá saciarles en un lugar despoblado y no habían comido.

La 2ª tentación:

La 2ª hace referencia a la aparición extraordinaria del Mesías glorioso en Jerusalén. Dejaría claro de una vez que él es Mesías. Manipular a Dios en provecho ajeno en nombre de su misión divina y para vivir su misión divina. De nuevo el diablo vuelve con la afirmación de la voz del cielo del bautismo: "Eres Hijo de Dios" y con la palabra de Dios.

Es Dios que se tiene que poner al servicio del hombre. En lugar de escuchar a Dios, el hombre pide a Dios que le escuche.

La 3ª tentación:

Tentación de cambiar de Dios. Cuando Dios parece alejarse; es más fácil, y paradójicamente al hombre le parece más seguro tener a un dios al alcance de la mano. Me hago un Dios a mi medida engordando el yo y olvidando la relación con Jesús.
Jesús responde afirmando el monoteísmo. No se puede tener a otro Dios fuera de Dios. Porque todo dios que no es Dios es un ídolo que esclaviza al hombre. Quizás no tenemos peligro de hacernos un ídolo de oro, un becerro de oro. Porque no tenemos oro y porque no sabríamos qué hacer con un becerro, pero olvidar a Dios para conseguir unas cosas materiales, unos títulos, unas buenas notas, el aprecio de los demás o unos éxitos que se vean al nivel apostólico.

Quizás no es necesario ver que el diablo quiere hacer pecar a Jesús contra.
- 1ª = virginidad: Quiere que el hombre satisfaga sus deseos inmediatos (tenía hambre). Haciendo algo que no está malo en sí.
- 2ª = obediencia: Quiere hacerle poner en el lugar de Dios, que Dios le obedezca antes que el hombre obedezca a Dios.
- 3ª = pobreza: Quiere que el hombre tenga unas riquezas que no sean la de Dios. Para poseer estas riquezas el hombre tendría que dejar de adorar a Dios para ponerse al servicio del mal.

Jesús rechaza la tentación, porque tiene en la boca la palabra de Dios. Refuta al diablo que le viene con argumentos interesantes e incluso con la palabra de Dios, porque conoce (en sentido bíblico) la Palabra de Dios.

Es muy sutil, la tentación. Viene apoyándose sobre la revelación de Dios (Si tú eres Hijo de Dios) y viene con la palabra de Dios, pero la deforma... Se supone conocer bien la palabra de Dios para no caer en la tentación. Pero este conocer no tiene que ser sólo un conocimiento intelectual, sino vivencial.

María Madre firme en tu fe, esperanza y amor, firme en creer que la Palabra de Dios se escucha, se guarda en el corazón, se vive y se proclama, enséñanos a ser como Tú, Madrecita querida.

Julia.

lunes, 15 de febrero de 2010

Soporta las aflicciones, haz obra de evangelista

Me ayudaba hacerme consciente de que, en este rato de oración, me encuentro frente a la fuente del Amor que es Dios mismo; quizá porque aún resuenan en el ambiente los ecos de la celebración de ayer, día del amor y la amistad y en este contexto, me resultaba muy grande, escuchar de parte de nuestro Dios, la invitación de Isaías 55, ven aliméntate, recibe sin pagar trigo y leche que no se agotan, recibe gratuitamente el alimento que sacia las ansias de tu corazón, recibe de mí: el amor, la ternura, la fidelidad, la paz, la compañía, etc. Volvía a reconocer, desde la fe, que el Señor tiene poder para colmar las ansias de nuestro ser y para hacernos surtidores de vida y amor parta nuestro mundo, para el concreto que palpamos cada día.

Nuestro Dios, a lo largo de el ciclo que estamos terminando, nos ha invitado a ser hijos como Jesús y ello implica reproducirle, no tanto externamente, sino en su intencionalidad, sin duda esto repercute, necesariamente, en nuestra vivencia exterior, se trata, pues, de reproducir a Jesús en su deseo de que todos conozcan y amen al Abba, al Padre bueno y que, haciendo esa experiencia de amor, tengan vida en abundancia. Se trata de prender en nosotros la necesidad de que cada hermano conozca, personalmente, el Amor de nuestro Dios. De ahí que esta mañana le pedía al Señor, con mucha necesidad, despierta en mí, en nosotros, nuestro ser misionero; porque tú nos lo has dado, cuando nos has concedido la gracia de conocerte o reconocerte en la Palabra, cuando nos has permitido, por pura misericordia, reconocerte vivo y actuando en nosotros en nuestra familia, en nuestros ambientes, en nuestra comunidad, tú nos has hecho testigos.

Se me hacia muy fuerte constatar, que Dios nos ha constituido testigos cualificados, para ponernos delante de los suyos, habiendo sido lo que fuimos y siendo quienes somos, como señala el evangelio nos ha puesto como luz de las gentes. Me ayudaba escuchar a Dios mismo hablándonos con las palabras de Pablo a Timoteo, en 1Timoteo 4,12b-14:

“Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio”

Me resultaba muy bonito, encontrar mucha ternura de parte de Dios, estas palabras no son una orden, un mandato coercitivo, frente al cual uno pudiera experimentar rebeldía. Se trata del pedido de un amigo, que desea nuestra felicidad y nos invita a vivir como hijos amados del Padre, siendo testimonio de amor, de fe, de pureza, de una vida en compañía. El Señor nos envía a prepararle el camino; “mientras voy”, mientras tu hermano se abre a mí, persevera en la palabra, aliméntate para tener el alimento a punto, da la palabra que está siendo vida para ti, no descuides el don; el carisma que te he confiad, a través de quienes estaban delante de ti, ahora eres tú quien está al frente de muchos.

Realmente me estremecían estas palabras de Dios, que nos ratifica su confianza, escuchaba que me decía: yo te escogí y no me he echado para atrás, a pesar de ti misma, que muchas veces sientes que no puedes, que no eres digna o que no sabes como llegar a los míos, yo creo en ti y en ti pongo mi esperanza. Ante tales palabras de del Señor, ¿Quién podría decirle que no, quien podría ser indiferente?

El Señor, a través de las palabras de san Pablo nos anima, porque el ser discípulos y misioneros de Cristo en nuestro mundo, no es cosa fácil, en verdad nunca lo ha sido, pues se trata de ir en contra corriente y ello supone la cruz, la persecución. Sin embargo, cualquier sufrimiento vivido por el evangelio no es estéril, redunda en vida, para nosotros y los hermanos. La Palabra nos alienta, en 2 Timoteo. 4,5-8:

“tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”

El apóstol Pablo se pone delante de nosotros como testigo, invitándonos a reconocer que se puede reproducir a Jesús, en su urgencia por transmitir el amor del Padre, en su deseo de hacer que la vida y la libertad alcance a cada hijo de Dios:

“yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”

Tras escuchar las palabras del Señor y el testimonio de San Pablo, le pedía a la Madre que ella nos ayude y nos enseñe a orar; para que Dios pueda encontrar en nosotros un corazón capaz de entenderle y comulgar con su deseo, un corazón que le ame al punto de hacer su voluntad.

Hna. Pilar

sábado, 13 de febrero de 2010

Ser hijos como Jesús enseñando a amar al Padre

El Padre me ama porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos esta el entregarla y recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre. Juan 10,17 – Hebreos 1, 1-4

¿Como vives Jesús el proyecto de la encarnación? ¿Donde buscas tu apoyo? ¿A quien buscas la mirada?

“Yo siempre tuve la mirada fija en el Padre porque solo así podía escucharlo. El que ama se hace dependiente de aquello o aquel que ama.

La mirada tierna y cariñosa del Padre saca de ti lo mejor de ti mismo.

Por eso en medio de la tempestad y el zarandeo de las tentaciones, fijar tus ojos en El te transmite una certeza inamovible: sienta que sienta, su amor no me abandonará, me ama tanto que yo se que no dejará que caiga.

Su Mirada saca la esencia de la bondad que tú tienes y te hace ver que el pecado no tiene la última palabra, sino su amor por ti y por todos los que te ha confiado.

Jesús se hace hombre seducido y enamorado por el Padre, porque quiere realizar ese proyecto que desde toda la eternidad había soñado con tu vida.

Jesús se hace hombre para hacer el acto de justicia más noble y grande; complacer al Padre en sus sueños con tu vida: Que tú seas como el Hijo; piensa ¿Quién o qué puede detener el anhelo eterno de mi Padre con tu vida, con la vida de cada uno de los tuyos…de la humanidad entera?

Se hace hombre porque, viéndole hecho hombre vencido por tu amor, puedes reproducir amor.

Se tu hoy como Jesús la complacencia del Padre. Con tu vida muestra el camino de vuelta al hogar a tantos hijos que el Padre añora. Propaga su amor.

viernes, 12 de febrero de 2010

Me rescató, me salvó porque me amaba


Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Lo que mas me ha ayudado de la escuela es reconocer que Dios va haciendo una historia con nuestras vidas. Una historia que el quiere ofrecer al mundo. Con Jesús, el Hijo predilecto, fue escribiendo la historia de la salvación. Hoy el PADRE nos declara su amor, diciéndonos que toda tu vida, tus alegrías, tus dificultades, tus sueños, tus equivocaciones, tus crisis, tus metidas de pata, tus logros, tus triunfos, tu amor, tu desamor, tu generosidad y tu egoísmos, tus huidas de casa y tus regresos, todo, todo ello es un historia de vida que Dios quiere ofrecer a la humanidad. Si hoy comenzamos nuestra oración con esta perspectiva, como lo dice en Deuteronomio 32:

Lo encontró en el desierto, en la soledad rugiente, y lo cubrió, lo alimentó, lo cuidó como a la niña de sus ojos.

Cuando no lo conocíamos, estábamos como en el desierto, en la soledad total, pero el salió ha nuestro encuentro. Habíamos logrando algunos éxitos pero en medio de la rutina, de los problemas, de las decepciones, en medio de la confusión, muchas veces sin saber quienes éramos y para que estamos en este mundo. Nos rodeó hasta que le dimos una oportunidad, en un retiro, escuela de la palabra, programas de confirmación, reunión de señoras, la persona que te daba la palabra y le escuchamos.

Como un águila cubre a sus polluelos así Él extendió sus alas y lo tomó y lo llevó sobre sus plumas. Solo Yahvé lo guiaba no estaba con el ningún Dios ajeno”.Deut. 32, 10-12.14

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Nos cuidó y protegió enseñándonos que somos sus hijos, que nos quiere felices, nos cuidó y protegió enseñándonos la vida de Jesús que nos rescató. Haciéndonos superar nuestros miedos, haciéndonos volar alto, hablándonos al corazón “”Eres mi hijo amado” te quiero viviendo bien, feliz, con unos nuevos valores, los de Jesús: el amor, aprendiendo a reconocer a los hermanos, sacando generosidad de nuestro corazón que se había endurecido por la falta de practica de amar, nos hizo volar enseñándonos que era posible su reino e invitándonos ha colaborar en su construcción.


Sentimos que nos hablaba, nos acompañaba, que nos mostraba un nuevo camino, que El mismo se hacía presente en nuestra vida, nos condujo con sus palabras de verdad, que transformaba nuestro corazón en amor, en hijos. Poco a poco le podíamos reconocer que su palabra era el alimento de Vida, de amor, muchos de nosotros esperamos ese alimento a diario, ese dialogo, esa presencia.

Y cuando ya estábamos en confianza, sintiéndonos en casa, muchas veces nos fuimos de su lado pero Papá no nos dejo, nos enseñó que su corazón es misericordioso, que poco a poco todas esas idas y vueltas del hogar nos hacían crecer en confianza con él, porque siempre está con los brazos abiertos para acoger a los suyos.

El siempre espera que no nos vayamos pero respeta nuestra libertad. Todo esto hablado con él, compartido con él, reconciliado con él, nos permite decirle a los hermanos: “Aun cometiendo los peores pecados, no dudaría en regresar a los brazos de mi Padre” (versión de santa Teresita del Niño Jesús). Porque mi Padre es bueno y no me separa de su servicio y todo lo que he vivido será alimento para mi hermano que no lo conoce.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Ahora en medio de nuestras luchas, podemos decir como el salmista me libró porque me ama.
Nuestra escuela lleva el titulo: “Ustedes son una carta de Cristo”. Y el Señor nos invita a no echar por tierra toda la gracia derramada en nuestra vida por no saber reconocer que el siempre nos a extendido la mano, aunque nos lo entendamos muchas veces a estado presente, protegiéndonos y cuando nos dijo que le ayudáramos para que los hermanos tengan vida, se comprometió ha hacernos crecer, a amarnos. Nuestro Padre sueña con nuestra vida, nos quiere fortalecer cada día.

Hoy te da el alimento, porque nos ama. Pero como somos hijos hemos aprendido a reconocer su esperanza, de que compartamos la palabra o nuestra vida con los hermanos, esa siempre es su esperanza: “yo confío en ti no temas en dar el alimento a tus hermanos", tienes tanto para dar, compártelo con tus hermanos. La historia de tu vida es mi carta para con mis hijos, tu vida es instrumento de salvación para la vida de muchos.

Hna Katia

miércoles, 10 de febrero de 2010

Vivamos como hijos amados, elegidos por el Padre, viviendo como Jesus en comunión con El.

Mateo 3,17; Juan 8,27-29

Responder a la llamada a un cambio de vida, de valores, de existencia, sólo puede ser fruto de la convivencia y el roce con el que es y ha sido camino y respuesta para todo hombre: Jesucristo.

Ser un discípulo fiel, supone ser un discípulo orante, atento a la voluntad del Padre así como lo vemos en Jesús. La fidelidad que Jesús nos pide se da en la medida que permanecemos en él, y permanecemos en él en la medida en que nos ejercitamos cada día en escuchar y guardar su Palabra, sus mandamientos (Jn 15). Conocer la Palabra de Dios, asimilarla, escucharla y vivirla es lo que nos va haciendo uno con la Palabra que es Cristo.

Jesús, el Hijo de Dios, necesitó de la oración. ¿Cómo podremos vivir nosotros sin orar? Si Jesús necesitó retirarse, hacer silencio, podríamos cuestionarnos ¿cómo es nuestra calidad de oración, de silencio, de tiempo real delante de Dios?

Permanecer en ti, dejar que tu palabra, tu presencia se grabe como sello indeleble en mi vida, es imposible si no entro, como tú, Jesús, en "la oración de Dios" (Lc 6,12-16).

Tu oración, Jesús, expresa tu dependencia y entrega total al Padre; no te retiras al monte para estar tranquilo, ni para evadirte del mundo que te rodea. La oración se te impone como una necesidad, "tu reino no es de este mundo" (Jn 18,36) y por eso necesitas orar a solas y largamente con tu Padre, "entrar en la oración de Dios", entrar en su pensamiento, en su corazón mismo, conocer de cerca su voluntad, rozar ese corazón que se conmueve y estremece por cada uno de sus hijos (Os 11,7-8).

Cuántas veces no logro entrar en esta "oración de Dios" porque mi oración se apoya en los sentimientos, no logro escuchar tu voz por estar centrado en mí mismo. Cuántos intentos de convencerte de que hagas mi voluntad, de que te adaptes a mis caprichos; cuánto tiempo de monólogo por no entrar en tu pensamiento, en lo que tú proyectas con mi vida.

¿Cuál es el centro de mis diálogos contigo? ¿Es del ejercicio de oración de donde brotan todas mis decisiones?

¿Oro con una actitud de apertura a tus planes, creyendo profundamente que lo que tú quieres es lo mejor para mi vida y para la de todos?

Enséñame a escucharte con un corazón disponible a tu voluntad.

Tu oración, Jesús, nos descubre, como a tus primeros discípulos, una nueva manera de vivir y convivir, y nos despierta una necesidad vital de hablar al Padre como lo haces tú, de esa manera tan íntima y familiar (Mt 6,5-8). Tu trato con el Padre es nuestra primera escuela de oración; de un diálogo tan afectuoso, tan cercano, aprendemos nuestro parentesco más entrañable, más real: somos tus hijos muy amados y , podemos llamar a Dios "Padre". Somos hijos, y somos hermanos de todos los hombres.

Tú esperas que mi vida sea casa de oración, me pones en el mundo como maestro de oración para todos los pueblos (Is 56,7).

¿Hasta dónde, Jesús, mi vida, mi forma de amar, mi apostolado, surgen de esta densidad de relación amorosa contigo? ¿Mi vida de oración despierta en los otros un fuerte deseo de conocerte?

Son tuyos, Jesús, enséñame a cuidarlos en tu nombre, regálame una oración misionera como la tuya, que me lleve, como a ti, a dar la vida por los que pones en mis manos.

El termómetro del ejercicio de oración es el amor que le tengo a las personas que me confías, mi interés por comunicarles lo que tú me has dicho en la oración, mi dedicación a formar en ellos un auténtico discípulo, que ore y enseñe a orar a muchos: "¡Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en ustedes!" (Gal 4,19).

Madrecita Querida, enséñame a interiorizar la Palabra como lo hacías tú, con la fidelidad que tú la guardaste, para poder estar en el mundo sin ser de él, siendo un hijo muy amado por el Padre y fiel discípulo de la Palabra y haciendo a otros discípulos de la Palabra. Contágiame tu oración misionera para rogar por los que el Padre ha puesto en mis manos.

lunes, 8 de febrero de 2010

Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿No aceptaremos también lo malo?

Me ayudaba comenzar la oración pidiendo al Espíritu Santo que me enseñe a orar como conviene. Le decía: Señor hazme conocer lo que hay en tu corazón, conocer tu voluntad para con mi vida, en lo concreto de este día. Me ayudaba comenzar así porque reconocía que si no es por el Espíritu no podemos conocer lo profundo del corazón de Dios, siendo que somos solo criaturas frágiles, con una razón limitada. En efecto, entrar en la intimidas de Dios solo es posible por su Espíritu, como lo expresa 1Corintios 2,11-12. Solo el Espíritu de Dios conoce las profundidades de Dios, pero a nosotros Jesús nos ha dado el Espíritu, por ello podemos conocerlo. Realmente, me encontraba desbordada por la delicadeza y el amor de Dios, 1Qué grande, Dios nos hace capaces de conocerle! Y desde Él podemos conocernos a nosotros mismos.

Nuestro ejercicio de oración no es una mera introspección, ni un simple reflexionar acerca de nuestra vida de lo que debemos hacer o no; sino que se trata de dejarnos hablar por el Dios que nos habita; se trata de escucharle decir, quienes somos para Él y lo que espera de nosotros. Disponernos a orar, entendía, es ponernos ante el Padre como la palabra dice que fue la actitud de Jesús: “Aquí vengo, oh Dios para hacer tu voluntad” Hebreos 10.7. Contemplando a Jesús pronunciando estas palabras reconocía en él no una actitud pasiva, ni la actitud del que se rinde porque no le queda más remedio ante el poder de su “superior”, en Jesús su actitud de obediencia es abandono, que no es más que un sinónimo de confianza radical en la bondad del Dios que hace salir su sol sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores. Jesús sabe que el Padre es digno de confianza.


Esta mañana, Jesús nos invita a entrar en su experiencia de confianza con el padre, a reconocer que Dios es más sabio que nosotros y que sabe lo que nos conviene; así lo expresa la palabra en 1Corintios 10.23: “¿Somos acaso más fuertes que él? "Todo es lícito", mas no todo es conveniente. "Todo es lícito", mas no todo edifica.”Frente a estas palabras de Jesús tenía que reconocer que muchas veces en los concreto de la vida, nos ponemos ante Dios como quienes ya sabemos lo que nos conviene y ello se refleja en que vivimos poco el discernimiento, consultamos poco las cosas de Dios, nos sentimos seguros de lo que hemos aprendido en la experiencia de la vida, nos confiamos de los criterios que hemos recibido, “sabemos que hacer”; pero no pocas veces, la realidad nos muestra que hemos errado en nuestras decisiones, que necesitábamos del consejo y la orientación de Áquel, que es más fuerte y sabio, que necesitábamos de la guía de nuestro Dios, sin el cual, “la barca de nuestra vida” va zarandeada por los vientos, que muchas veces son contrarios-.


Dios sabe lo que nos conviene y de nuestra parte está el ir ganando en confianza con Dios. Muchas veces me preguntaba, ¿Cómo creer en la bondad de Dios, al punto de abandonarnos a su voluntad sin reservas? Tengo que reconocer que muchas veces esperamos que se genere en nosotros el sentimiento de confianza, para recién lanzarnos a dar el paso; pero el camino es al revés, se trata de lanzarnos y tras de haber dado el paso podemos experimentar que Dios no falla. Moisés no vio el mar abierto y recién se atrevió a cruzarlo, sino que se adentro al mar y entonces el mar se abrió, del mismo modo nuestra madre María dijo primero que sí y luego se encontró con Isabel y cantó su magníficat. La confianza en Dios no es un sentimiento que nos viene de la nada sino que crece en la medida que nos arriesgamos a hacer su voluntad, aún sin tener completa claridad de hacia donde vamos, pues sabemos que con Él y de su mano no hay nada que temer.


Mientras escucho de Dios estas palabras, le ruego al Señor: Mi Dios, auméntame la fe, yo creo, pero ayúdame porque mi fe es poca; Señor que te conozca como tú eres de verdad y no proyecte en ti una imagen falsa que me haga temerte. Señor auméntanos la fe para creer que aún en medio de lo que nos resulta contradictorio, lo que nos es doloroso, lo que nos cuesta amar, tú estás obrando salvación, para nosotros y para muchos que quizá no conocemos. Sólo desde lo que iba conversando con el Señor iban cobrando sentido las palabras de Job, que nos invita a pronunciar en este día: Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿no aceptaremos también lo malo?".


No se trata de aceptar el mal por el mal, sino de encontrar el sentido en el aparente mal, de reconocer de qué modo está actuando la salvación de Dios, en medio de aquello que por si mismo no tiene sentido y hasta parecería injusto viniendo de Dios. La actitud de la mujer de Job, es la propia de quien no ha conocido al abba de Jesús, de quien no ha hecho experiencia de la bondad u providencia del Padre, por eso sus palabras son ligeras: “¿Todavía vas a mantenerte firme en tu integridad? Maldice a Dios y muere de una vez".

No obstante Job, que ha vivido de cara a Dios, que ha practicado la misericordia y la generosidad a lo largo de su vida, reconoce que si él siendo una pobre criatura, ha sido capaz de amor y fidelidad, si él ha sido capaz de defender el derecho del oprimido, cómo Dios va a ser menos generoso, menos fiel, menos misericordia. Job sabe que por encima de las evidencias, de lo que siente en su carne como mal, Dios está obrando salvación, de ahí que le responde: "Hablas como una mujer insensata. Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿no aceptaremos también lo malo?". En todo esto, Job no pecó con sus labios.(Job 2,10) Job se abandona en Dios y acepta pasar por el dolor, pero no deja de buscar razones, de buscar un sentido para lo que vive, lo que salva a Job es que sigue en relación con su Dios y por ello puede reconocerle redentor.

La experiencia de fe cristiana está lejos de la resignación y de la pura conformidad, hay un sentido incluso para el sufrimiento, los grandes y los pequeños de cada día. Este sentido está en Dios y sólo Él nos lo puede revelar.

Por eso pidamos a nuestra madre, la mujer que supo decir sí también al pie de la cruz, que nos ayude a perseverar en el diálogo, en la apertura a la voluntad de nuestro Padre, que nos ayude a crecer en confianza; porque estamos llamados a abrir camino para muchos.

Hna Pilar Misionera VD