PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

sábado, 30 de mayo de 2009

Que todos sean uno

Juan 21, 20-25

Qué bueno Señor, estar contigo y tú conmigo, y en medio de nosotros, no sabes la alegría que me da tenerte como amigo, en estos momentos que tanto te necesito, contar con el compañero de camino como lo hacías con tus discípulos.
Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús: - «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: - «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»

Ellos se sentían uno contigo porque los conocías y veías qué le conviene a cada uno para tener la Vida plena, eterna a que tú nos llamas.
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

Claro, nosotros somos muy individualistas, pero Dios no nos piensa solo individualmente sino que piensa en conjunto piensa en nosotros con toda la repercusión que tiene nuestra vida en los demás.
Porque el sueño de Dios no es nuestra perfección individualista en el amor a no sé quien, sino un Reino donde todos pongamos al servicio de todos los talentos que nos ha dado a cada uno. Por eso le habla a Pedro de esa manera, lo más importante es la vida que tienes, no la desperdicies en cosas sin importancia; sino que realmente me sigas, el sueño de Dios es que todos los hombres vivamos unidos, que sintamos nuestros los problemas de los demás, que seamos uno en la diferencia (Jn 17,21).
El sueño de Dios es alimentar a todos los hombres con su amor de forma que todas las estructuras del mundo sean fruto de su amor, y fruto de que todos los hombres unidos a Él se contagian su amor los unos a los otros.

Este sueño no es extraño a nosotros porque lo llevamos inscrito en lo más profundo de nuestro ser ¿Quién no sueña con un mundo de armonía donde todos luchemos por el bien de todos, donde todos pongamos en función de los demás nuestros talentos etc...?.
El hombre es un ser social por eso, nos influimos los unos en los otros no somos islas sino que dependemos los unos de los otros. Además estamos en la era de la comunicación, fax, teléfono, video teléfono, correos urgentes, el avión.

Todos dependemos unos de otros y cuando uno falta se nota y se le echas de menos y solo basta recordar los días de huelgas de transporte, o de profesores.

Dios nos tiene unidos a Él por el amor, Dios nos sueña estrechamente unidos a ÉL y estrechamente unidos entre nosotros. Porque el amor es unión y tiende no solo a identificarse sino a hacerse uno, nuestra unión con Dios no es solo como una familia sino mucho más, no nos unen solamente vínculos familiares sino que por el amor que él nos tiene somos UNO con Él, como el matrimonio cuando se consuma se dice que son una sola carne, y cuando Adán vio a Eva dijo esta sí que es hueso de mis huesos, carne de mi carne.

Dios me conoce sabe bien como soy, donde seré más feliz, donde rendiré al máximo, donde me sentiré más encajado, y donde podré desplegar mejor mis capacidades. Dios que nos ama y nos conoce sabe cuál es el lugar donde seremos más felices.

Si vives lejos de Jesús y tus hermanos, no sólo vas a truncar tu vida; sino que abortas todo el dinamismo que podía surgir de ti, imagínate siguiendo el símil del cuerpo que tú eres una célula de la médula espinal llamada a ser vía de unión, armonía y comunicación con todo el cuerpo, pues si vives al margen de la cabeza provocas parálisis en el cuerpo. Si eres el pulmón, estás llamado a ser oxigenador de todo el cuerpo dando energía a todas las células, si no das vida la retienes, porque un pulmón paralizado provoca la asfixia y muerte del cuerpo.

A la luz de esto, mi forma de orar cambió, por que ya no era rezar como si yo no tuviera nada que ver con Dios, tampoco era solo ir a pedir fuerza para algo que yo me había propuesto, sino que orar ahora era hablar con Dios sobre el estado del mundo como cuando hablaba con mi padre.
Hablaba con él que me conocía y sabía dónde podía yo rendir más, donde me sentiría más encajado según mis capacidades, Dios me piensa con una función concreta para este mundo, Dios me piensa en proyección. Mi pregunta es ¿Dónde quieres que propague tu amor y cómo quieres que lo haga?

Ahora mi relación con Jesús es una relación de confianza que me abre a la necesidad de mis hermanos.
María, Madre nuestra y Madre llena de gracia, ayúdanos a ser Uno con Jesús y con nuestros hermanos, donde vaya, ponga la paz, el bienestar, la comprensión, la alegría que son frutos de tu Espíritu que nos dejado, Jesús.

viernes, 29 de mayo de 2009

Ama y haz lo que quieras

Juan 21, 15-19


El título de las pautas me lo sugirió el evangelio de hoy, cuando Jesús dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Jesús es conocedor de nuestra persona en forma integral nada deja al azahar, ni a la casualidad, cuando Él dice algo lo hace con una clara intención de demostrar el Amor-Vida del Padre, qué es incondicional, sin mirar atrás, imagínense Jesús resucitado se aparece a sus amigos, que lo habían negado, que se habían escondido, temerosos de que lo señalen como sus discípulos y sobre todo a Pedro, a quien le había confiado a su gente, a los suyos, a su Iglesia, y no vacila en querer nuevamente proponerle, el cuidado de su Iglesia, pero esta vez, quería que Pedro le diera una manifestación de lealtad, de fidelidad, a Dios y a sus hermanos, y sabe que Pedro no puede dar una respuesta, si es que no ama a Jesús, como Jesús ama a Pedro, lógico, San Agustín decía “Ama y haz lo que quieras”, Jesús, no quería una confesión romántica, sentimentalista, del momento, sino una confesión como la de Él, si me amas, podrás dar la vida por Mí y por lo que yo te confío.

Qué confianza la de Jesús, pretender de este Pedro, un compromiso sagrado, de un amor, entregado, si amas, Pedro, podrás entregarte libre y voluntariamente y ningún sacrificio, le detendrá en la misión.

Y esto es posible por la actuación de Dios a través de su Espíritu, que transforma lo que está enfermo en sano, el desierto lo transforma en un vergel y en un paraíso, y nuestro corazón de piedra lo transforma en un corazón de carne. Jesús no ha venido a condenar, ni a dejar a un lado a Pedro porque lo negó, Jesús ha venido a rescatar al ser humano.

A veces qué difícil se nos hace, como padres o maestros, cuando un hijo se equivoca, le decimos, contigo ya no, eres bueno para nada, eres un inútil, un haragán, en la Comunidad cuántos hermanos heridos por este cliché, dado por padres y profesores, como compañeros de trabajo, me hizo ésta, otra vez no me la hace o perdemos la confianza en el marido/ esposa, al menor signo o suposición nuestra. Dicen mil señales no crean una duda cuando se ama y el menor indicio crea mil conflictos cuando no se ama.

«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.», en esta frase, yo se la digo a Jesús, muy a menudo como la de un niño, que dice te quiero, te prometo, y a la media vuelta me olvido, pero para Jesús, tiene bastante peso, ese “te amo”, por eso le dice a Pedro: «Apacienta mis corderos.»

Eso es para derretirse porque es experimentar con fuerza la cantidad de esclavitudes y de heridas que tenía nuestra vida, pero al ver la mirada que Dios tiene sobre nosotros, todo cambia.
Habernos visto pobres, esclavos y pecadores no es ningún impedimento, sino la condición privilegiada para experimentar la salvación y la liberación en nuestra vida, es sabernos amados y capaces de amar.

Jesús pregunta por segunda vez «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Jesús quiere que Pedro, se asegure de lo que va a contestar porque lo que Él, le hace, es una llamada al amor, a que dejemos una vida rutinaria y aburrida, y empecemos a vivir a su estilo, latiendo nuestro corazón al ritmo del suyo.

Cuentan la historia de una señora que vivía en Nueva York. Su vida era muy rutinaria. Era portera de un gran rascacielos en el que tenía que limpiar las escaleras todos los días. Era soltera y tenía unos 47 años. Sólo tenía una pequeña diversión. Por las tardes iba a un cine.

Un día como tantos limpió la escalera, fue al cine, y se sentó en la butaca en que siempre se sentaba, y se puso a soñar en su príncipe azul, pero ese día fue diferente. La película que estaba viendo era "Laurence de Arabia". En un momento concreto el protagonista, Rodolfo Valentino, desde la mitad de la pantalla se quedó mirándola fijamente y lo inesperado ocurrió, salió de ella y directamente por el pasillo central del cine y llegó hasta su butaca, la cogió de la mano y volviendo a la pantalla la introdujo en la película parando a ser ella la protagonista de la película. Sus sueños se hicieron realidad y de su vida rutinaria paso a ser la amada del gran Laurence.

A nuestra vida le ocurre lo mismo. Rutina, siempre haciendo lo mismo, en el trabajo, en la universidad, en casa y creando fantasías de su propia personalidad, viviendo como en dos mundos. Pero Jesús con nosotros ha hecho lo que en la película, ha fijado en nosotros su mirada y con cariño se ha acercado a nosotros, y nos ha cogido de la mano y nos ha hecho protagonistas de su historia de amor y nos dice ¿me amas?.

La realidad es que Pedro y nosotros experimentamos que la misericordia de Dios es tan sorprendente como la experiencia que esa señora de la película pudo tener. ¡Yo, un pecador, un orgulloso, un egoísta, llamado personalmente por Jesús a «Pastorea mis ovejas.»

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»

Pero Jesús, aunque nos vea sin capacidades es Él la garantía de que su proyecto de vida será un éxito. "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que he sido yo quien os ha elegido a vosotros."Jn 15,16. Y Jesús un poco antes dice: "Yo conozco a quienes he elegido" Jn 13,17.

Que Jesús nos conozca y que sea Él quien nos llame, nos tiene que llenar de una gran paz. ¿Quién mejor que Él sabe lo que podemos y lo que no podemos? De nuestra parte sólo queda el confiarse en su palabra y Jesús, espera de nosotros: Una promesa de fidelidad en la que nada, ni nadie, pueda entrometerse y la pueda romper. Jesús esa alianza la selló en la cruz con la entrega de toda su vida. Ante tal derroche de generosidad, de nuestra parte sólo cabe una respuesta, darle un sí total. Tú Señor sabes lo que soy, y tú señor sabes lo que tengo. Lo que no soy y lo que no tengo. Pero fiado en tu palabra te digo: Haz de mi lo que quieras, sea lo que sea. Te doy gracias, Jesús, mi amigo y compañero.

Mama querida ayúdame a llevar mi promesa, como Tú, hasta el final.

jueves, 28 de mayo de 2009

Yo en ellos y tu en mí, para que sean completamente uno....

Yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, y sepan que tú me has enviado. Juan 17, 20-26


Gracias Jesús porque nos conoces y nos amas, sabes de dónde venimos y a dónde vamos, cuándo y por qué nos perdemos. Y por eso nos enseñas la Buena Nueva de nuestra vida. Nos has manifestado quién es Dios y quiénes somos nosotros. Es decir, nos das la Buena Nueva de una vida con sentido, donde las alegrías, los éxitos y también los momentos de sufrimiento y de dificultad son parte de ella (Hech 20,17-22). De una vida que lejos de estar deprimida, sabe llorar, sabe dolerse y sabe levantarse, aprendiendo a curar, a perdonar y a levantar la vida propia y la de los demás.

Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Jesús, en tus diálogos con el Padre, si había algo en lo que insistías mucho, es ser familia, ser uno, la grandeza de la comunión, del hogar. Y eso lo hiciste vida y anuncio para nuestra vida

Señor, creemos que la felicidad de un hogar está en que todos los hermanos y hermanas se amen entre sí. Que aprendan a jugar juntos, a defenderse, a conocerse, apoyarse y llevar las cargas juntos. Sabemos que los que nos rodean, Tú nos los confías, como dice Pablo: “Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo” (Hech 20,28-38). Señor, esto no es tan sencillo ni espontáneo, por eso queremos pedirte lo que el salmista:

“Despliega tu poder, reafirma lo que has hecho por nosotros…” Sal (68). “Haz que seamos Uno, como ustedes son uno” (Jn 17,11-19). Haz Señor, que descubramos la grandeza de este anuncio: que debemos alegrarnos por los triunfos que consiga mi hermano, mi hermana en el apostolado, en el trabajo, en el estudio, en la casa. Porque también él, a su manera, trabaja por tu Reino, por mejorar el hogar, nuestro mundo como yo lo hago. Y así, cuando le salen bien las cosas, le salen también a ti y mí, y todo eso es para tu gloria. Tú Jesús siempre has velado por ello, incluso has pedido al Padre por nosotros, y nos “has encomendado a Él y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos crezcamos en espíritu y alcancemos la herencia prometida” (Hech 20,32).

Tú amas nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones, y es Tú presencia la única que nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abrir caminos de esperanza. Que comprendamos que muchos vacíos del hogar pueden ser atenuados si nosotros somos también Buena Nueva.


“Yo les he dado a conocer tu nombre y se los seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos” (Jn 17,26).


El corazón de la religión es el amor. Estudio, investigación, saber y discusiones ayudan, sin duda, pero dejan frío. Lo sabes, lo sabes muy bien, por eso tu Buena Nueva es el “Amor”. Escucharte a ti Jesús, es conocer encontrar lo que más anhela nuestro corazón: “El amor”. Y como dice el Sal 62,13: “Tuyo es, Señor, el verdadero amor”. De hecho ese es tu mismo ser, tu esencia, tu definición (cfr. 1Jn 4,8), Tú eres el único amor puro y verdadero, firme y eterno. Podemos creer en el amor, porque creemos en ti.


Esa es la Buena Nueva que el mundo quiere escuchar, que quiere ver y encontrar. Hoy se cotiza tanto el amor Señor y la pena es que se vende a muy bajo precio y se denigra tanto… Pero todo eso que ves Señor, y que vemos habla de la sed, habla del deseo que Tú mismo has puesto en nuestro corazón. Tú eres el que satisface los deseos del corazón del hombre. Tú has hecho ese corazón (Sal 21; Gen 1,26), y sólo Tú puedes llenarlo.

Puedes hacerlo y de hecho los haces: “Tú eres mi Dios, mi felicidad está en ti. Los que buscan a otros dioses no hacen más aumentar sus penas…” (Sal 16). Eso es lo que pasa con nuestra vidas, con nuestras familias, con nuestros jóvenes, si no dan contigo Señor aumentan nuestras penas…


Pero lo peor Señor es que buscamos esos ídolos, buscamos esa felicidad que propone Hollywood, esos héroes y hogares que alcanzan la felicidad entera… Señor por eso, nuestras palabras hoy no son jactancia, sino plegaria; no son constancia de victoria, de que todo lo tenemos conseguido, de que ya te conocemos y tratamos… No Señor, enséñanos a orar, a conocerte, a tratar contigo, a disfrutar del amor que Tú nos brindas hasta que puedas ser nuestro lote, nuestra heredad (Sal 16).

Hemos de rezar por la unidad de la Iglesia, y también por nuestros pastores, para que sean fieles a la doctrina del evangelio y cuiden su unión con los demás obispos y con el Papa. La comunión no sólo nos mantiene firmes en la unión con Jesucristo, sino que, además, impide las desviaciones doctrinales, evita los peligros del orgullo y es fuente de enormes alegrías, porque expresa el poder del Evangelio. Aún hoy percibimos heridas contra la unidad de la Iglesia. Hemos de pedir a Dios que nos enseñe a amarla más y a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo para contribuir a su crecimiento.

Nota: Sacado de pautas Semanales del Verbum Dei-México

Yo en ellos y tu en mí, para que sean completamente uno....

Yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, y sepan que tú me has enviado
Juan 17, 20-26


Gracias Jesús porque nos conoces y nos amas, sabes de dónde venimos y a dónde vamos, cuándo y por qué nos perdemos. Y por eso nos enseñas la Buena Nueva de nuestra vida. Nos has manifestado quién es Dios y quiénes somos nosotros. Es decir, nos das la Buena Nueva de una vida con sentido, donde las alegrías, los éxitos y también los momentos de sufrimiento y de dificultad son parte de ella (Hech 20,17-22). De una vida que lejos de estar deprimida, sabe llorar, sabe dolerse y sabe levantarse, aprendiendo a curar, a perdonar y a levantar la vida propia y la de los demás.

Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Jesús, en tus diálogos con el Padre, si había algo en lo que insistías mucho, es ser familia, ser uno, la grandeza de la comunión, del hogar. Y eso lo hiciste vida y anuncio para nuestra vida

Señor, creemos que la felicidad de un hogar está en que todos los hermanos y hermanas se amen entre sí. Que aprendan a jugar juntos, a defenderse, a conocerse, apoyarse y llevar las cargas juntos. Sabemos que los que nos rodean, Tú nos los confías, como dice Pablo: “Miren por ustedes mismos y por todo el rebaño, del que los constituyó pastores el Espíritu Santo” (Hech 20,28-38). Señor, esto no es tan sencillo ni espontáneo, por eso queremos pedirte lo que el salmista: “Despliega tu poder, reafirma lo que has hecho por nosotros…” Sal (68). “Haz que seamos Uno, como ustedes son uno” (Jn 17,11-19). Haz Señor, que descubramos la grandeza de este anuncio: que debemos alegrarnos por los triunfos que consiga mi hermano, mi hermana en el apostolado, en el trabajo, en el estudio, en la casa. Porque también él, a su manera, trabaja por tu Reino, por mejorar el hogar, nuestro mundo como yo lo hago. Y así, cuando le salen bien las cosas, le salen también a ti y mí, y todo eso es para tu gloria. Tú Jesús siempre has velado por ello, incluso has pedido al Padre por nosotros, y nos “has encomendado a Él y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos crezcamos en espíritu y alcancemos la herencia prometida” (Hech 20,32). Tú amas nuestras familias, a pesar de tantas heridas y divisiones, y es Tú presencia la única que nos ayuda a superar los problemas, a sanar las heridas y abrir caminos de esperanza. Que comprendamos que muchos vacíos del hogar pueden ser atenuados si nosotros somos también Buena Nueva.
“Yo les he dado a conocer tu nombre y se los seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos” (Jn 17,26).
El corazón de la religión es el amor. Estudio, investigación, saber y discusiones ayudan, sin duda, pero dejan frío. Lo sabes, lo sabes muy bien, por eso tu Buena Nueva es el “Amor”. Escucharte a ti Jesús, es conocer encontrar lo que más anhela nuestro corazón: “El amor”. Y como dice el Sal 62,13: “Tuyo es, Señor, el verdadero amor”. De hecho ese es tu mismo ser, tu esencia, tu definición (cfr. 1Jn 4,8), Tú eres el único amor puro y verdadero, firme y eterno. Podemos creer en el amor, porque creemos en ti.
Esa es la Buena Nueva que el mundo quiere escuchar, que quiere ver y encontrar. Hoy se cotiza tanto el amor Señor y la pena es que se vende a muy bajo precio y se denigra tanto… Pero todo eso que ves Señor, y que vemos habla de la sed, habla del deseo que Tú mismo has puesto en nuestro corazón. Tú eres el que satisface los deseos del corazón del hombre. Tú has hecho ese corazón (Sal 21; Gen 1,26), y sólo Tú puedes llenarlo. Puedes hacerlo y de hecho los haces: “Tú eres mi Dios, mi felicidad está en ti. Los que buscan a otros dioses no hacen más aumentar sus penas…” (Sal 16). Eso es lo que pasa con nuestra vidas, con nuestras familias, con nuestros jóvenes, si no dan contigo Señor aumentan nuestras penas… Pero lo peor Señor es que buscamos esos ídolos, buscamos esa felicidad que propone Hollywood, esos héroes y hogares que alcanzan la felicidad entera… Señor por eso, nuestras palabras hoy no son jactancia, sino plegaria; no son constancia de victoria, de que todo lo tenemos conseguido, de que ya te conocemos y tratamos… No Señor, enséñanos a orar, a conocerte, a tratar contigo, a disfrutar del amor que Tú nos brindas hasta que puedas ser nuestro lote, nuestra heredad (Sal 16).
Hemos de rezar por la unidad de la Iglesia, y también por nuestros pastores, para que sean fieles a la doctrina del evangelio y cuiden su unión con los demás obispos y con el Papa. La comunión no sólo nos mantiene firmes en la unión con Jesucristo, sino que, además, impide las desviaciones doctrinales, evita los peligros del orgullo y es fuente de enormes alegrías, porque expresa el poder del Evangelio. Aún hoy percibimos heridas contra la unidad de la Iglesia. Hemos de pedir a Dios que nos enseñe a amarla más y a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo para contribuir a su crecimiento.

Nota: Sacado de pautas Semanales del Verbum Dei-México

miércoles, 27 de mayo de 2009

El Espíritu del Señor está sobre mí


Luc 4,18

Vamos a ponernos en la presencia de Dios, creando un ambiente de fe, de manera especial esta semana que nos vamos preparando para recibir el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios manifestado en Jesús, y por el cual reconocemos que la voluntad de Dios, aunque a veces no parezca, siempre es santa, buena y agradable, eso lo que quiere Jesús, dejarnos como única herencia, el Espíritu de Dios, que nos llevara a la verdad eterna.

¿Qué tan importante es el Espíritu Santo, que Dios mismo quiso encarnarse por obra de Él? : Luc [35] Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. Es el Padre que quiere hacerse palpable ante los hombres, y la única manera que encuentra de hacerse visible a nuestro ojos, es comunicándole, su mismo Espíritu a Jesús, que lo hace Hijo, y con Él, también nos hace hijos; Gál 4,[6] Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá! o sea: ¡Papá!

Es el Espíritu, que hace Hijo a Jesús y a nosotros, porque es el mismo Espíritu que lo va mantener en comunicación con el Padre, por eso, Jesús no puede decir nada, ni hacer nada, si el Padre no le dice, y es ese mismo Espíritu que lo llevará a la Misión, y que tanto anhela Jesús para nosotros, porque sabe que es el único que nos puede llevar a la verdad completa y eterna, y a vivirnos como a hijos, decirle con la confianza que Él tenía al Padre, ¡Papá! Sabiéndose completamente, en manos de Él ¿Cómo es que Jesús, nos dice la verdad te hará libre, y no hace nada sin el Padre, está atado a Él? Son las contradicciones de Jesús, que no entendieron los discípulos y nosotros menos, sólo lo entienden los que buscan la verdad, como los Santos, ellos exclamaban ¡No conozco más libertad desde que hago tu voluntad!

Y la voluntad del Padre, es que Jesús pase haciendo el bien Luc 4, [18] El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos [19] y proclamar el año de gracia del Señor.
¡Qué interesante, me parece meditar sobre el Espíritu Santo, sobre todo saborear su dulzura, darme cuenta del insondable amor de Padre, que nos pone a nivel de rango de su hijo, para también pasar por este mundo haciendo el bien, y es lo que va a saciar el hambre y la sed, que el hombre tiene, de una vida plena y que no la encuentra, hasta quedar como Jesús: ungidos, para que podamos vivir mejor las riquezas que Dios nos regala cada día. Cuando el profeta Isaías anunciaba la venida del Mesías indico que sería ungido por el espíritu Santo (esto es lo que lo hace Mesías o Cristo) y designó a este ultimo como espíritu de sabiduría, entendimiento, ciencia...etc. que son precisamente los dones del Espíritu Santo.

Cuando fuimos bautizados recibimos, con la Gracia, también nosotros los siete dones porque ser cristiano significa en cierta forma ser “ungidos “ u otros Cristos.
Por eso Jesús no cesa de decirnos: “ Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que este con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce” (Jn. 14,16-17).

Jesús llama al Paráclito el “espíritu de la verdad”. Esto significa que el Espíritu santo es quien después de la partida de Cristo, nos mantendrá en la misma verdad, que es El mismo.
Esta verdad que a veces no entendieron los discípulos ni nosotros, por nuestra limitada la preparación e inteligencia. Varias veces se dice que los mismos Apóstoles “ estaban desconcertados en su interior” y “no entendían”, o bien entendían erróneamente las palabras y obras de Cristo.
Así se explica en toda la plenitud de su significado las palabras del maestro: “Cuando venga... el Espíritu de la verdad os guiara hasta la verdad completa”.

Luc 3 16 Él los bautizará con el Espíritu Santo y el fuego. [17] Tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. ¿Qué necesitamos para llegar a la Verdad? Ser dóciles a la voz del Espíritu Santo, que nos inspira como a Jesús, a saber discernís cuál es el bien y cuál es el mal. Eso está inscrito en nuestro corazón ¿Quién no tiene experiencia, de Él, cuando obramos bien, nos da la paz, y sus frutos son la alegría, el gozo que nadie nos lo quita; sin embargo cuando obramos el mal ¿no sentimos nuestro corazón, triste, aún cuando sea por venganza o hacer pagar al otro el mal que nos hizo?

Qué maravillosa es la Palabra, Jesús, que se somete a todo para saber cómo salir nosotros de las situaciones difíciles, oscuras, en la que el miedo nos invade, las ganas de poder, o gozo ilícitos nos quieren hacernos caer. Luc 4,[1] Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, [2] donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días.

Sometiéndose a una prueba durísima: cuarenta días de soledad total y de ayuno. En ese retiro Jesús experimentó su fragilidad como criatura y sus dudas antes de enfrentar lo desconocido, pues dejaba la vida de Nazaret para entregarse a la voluntad del Padre en una misión que, en pocos meses, lo llevaría a la muerte. Y para ello nos aconseja: Juan 3 [5] Jesús le contestó: En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. [6] Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.

Por eso Jesús puede llegar hasta el final de manera libre y voluntaria, de entregar su vida y sentirse complacido de complacer al Padre y gozar de la bienaventuranza eterna, por que mereció, que todos le rindan en el cielo, en la tierra y en todo lugar, todo honor y gloria, y que a su nombre se doble toda rodilla y como Él, nosotros podamos decir, después de haber cumplido el Plan de Dios, de que todos los hombres se salven, exhalar diciendo como Él: Luc 23 [46] y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró.

Pidamos a Jesús, ser dóciles, mansos y humildes de corazón para dejarnos guíar por el Espíritu Santo.

martes, 26 de mayo de 2009

El Padre les ama, porque ustedes me aman y han creído

23 de Mayo del 2009

Hc18, 23-28, Jn 23b-28.

Gracias Padre, Hijo y Espíritu Santo, por ser lo que eres, el Santo de los Santos y el Dios que ha hecho el cielo y la tierra, para que habitáramos ahí y establezcamos nuestra morada.
Como alguien decía: El Espíritu Santo vendrá a enseñarnos a caminar en la tierra con los ojos fijos en el cielo, o sea a enseñarnos a ser como Jesús, humano, tierno, fraterno, sin olvidar nunca de ser manifestación del Padre.

Pidamos a María ser como (Hech 18,23-28) Apolo, su presencia, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes.

Jesús hasta el fin de los días, nos habla del inmenso amor que hay entre Él y su Padre, pues juntos, nos quieren demostrar que nos aman con un amor infinito y cuando creamos y aprendamos a disfrutar de ese amor (Jn 23) «pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.»
Ya no tendremos nada que pedirle, ninguna pregunta para hacerle porque ya todos nuestros deseos se verán satisfechos, y ya no buscaremos más.

Este tiempo es de mucha esperanza, porque en primer lugar nunca nos dejará solos, Él se quedará con nosotros hasta el fin de los tiempos, su promesa es firme, de darnos todo cuanto necesitamos para vivir bien y haciendo el bien como lo hizo Jesús, «Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.»

Jesús, al hablar de su partida, sabe que vamos a experimentar tristeza, pero no quiere que nos ahoguemos en ella. Siempre que nos falta aquello que amamos nuestro corazón experimenta dolor. A veces el dolor queremos olvidarlo y buscamos compensaciones. Sin embargo, como dice san Agustín, cuando intentamos llenarnos de cosas que no nos ofrecen la verdadera alegría, nuestro corazón cada vez está más triste. Jesús nos ofrece un consuelo de mantener la esperanza, porque Él ha de volver.

Sin la esperanza nuestra vida en este mundo sería muy difícil. Podríamos dejarnos arrastrar por el pesimismo y caer en la apatía; o abstraernos en los placeres o en la búsqueda constante de sensaciones. La perspectiva que Jesús nos abre es muy distinta, nos promete una alegría que nadie nos podrá quitar. Esa alegría es eterna. En cuanto nos damos cuenta de que el Espíritu Santo nos une al Padre Dios y nos hace participar del amor eterno de Dios, nuestra vida deja de convertirse en una amenaza continua y se acaba el miedo. La alegría que Jesús nos promete ya podemos experimentarla ahora.

Gocemos del Amor del Padre porque hemos creído en Jesús y esa la verdadera alegría; no dejemos que las falsas alegría ocupen nuestro corazón. Igual hemos de pasar por momentos de tristeza, pero nos consuela la promesa de Jesús, en que Él está con nosotros.
Jesús, amado, danos la gracias de ser manifestación de tu AMOR, en todas las circunstancias de nuestra vida y llevar el Amor del Padre a todos nuestros hermanos a través de tu Palabra.

jueves, 21 de mayo de 2009

Tu tristeza se convertirá en alegría

Juan 16,16-20

Vamos a ponernos en presencia de nuestra querida Familia, que más que nunca, están unidos, en este tiempo, que la liturgia nos recuerda, los momentos de Jesús antes de ir al Padre. Jesús no se ahorra detalles de amor para con nosotros, es como una mamá, cuando lleva por primera vez a su hijo al colegio, le provisiona de todo, lo llena de consejos, y precauciones, y le dice que no llore, que no esté triste, porque ella regresará a buscarlo.

Pues así veo a mi Jesús, conoce nuestro corazón, por un lado no quiere, que el
diablo, tenga poder sobre nosotros y además que estemos alegres, porque Él vendrá por nosotros y nos llevará al lugar que Él, nos ha reservado. ¿No les parece una mamá gallina? que no quiere que ninguno se le pierda, que bueno gozar de esa presencia, humana, del verbo hecho carne, de ese Dios en medio de nosotros, aún después de que le hemos matado y crucificado.

A mí me encanta, ese canto de Isaías 38, cuando dice: Me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz, cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía, y volviste la espalda a todos mis pecados. Eso lo que ha hecho Jesús, ante nuestra situación de pecado, los perdono y se olvidó de ellos.

Porque ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios» (1 C 2,11). Para eso nos prepara para cuando el Espíritu Santo venga, nos encuentre en esa actitud que Jesús quiere, alegres y dispuestos a recibirlo porque cuando se le invoca, Él, ya está presente; es más, si no hubiera estado presente no se le habría podido invocar. Cuando se le llama, viene, y llega con la abundancia de las bendiciones divinas. Él es aquella impetuosa corriente que alegra la ciudad de Dios (sl 45, 5).


Ojalá que cuando Él venga nos encuentre humildes, sin inquietud, para que nos revele lo que Dios esconde a los sabios y entendidos de este mundo (Mt 11,25). Y que nos lleve hasta la verdad plena...

El Espíritu Santo quiere hacer de nuestra vida “un canto nuevo” (Sal 97,1), una nueva historia y seguro que nos dará la fuerza para anunciar el Evangelio, sin temor a los obstáculos y confiado en que el Señor así lo quería.

Atrevámonos a preguntarle al Señor ¿cómo ser misioneros en la vida?, ¿cómo dejarnos interpelar por la realidad que nos rodea? ¿Cómo disfrutar de la vida que se nos regala dejando nuestras comodidades, nuestras seguridades, lanzándonos a disfrutarla en medio de lo cotidiano? Porque muchos momentos de nuestra vida transcurren a lo largo de nuestros trabajos, del quehacer de nuestras casas, de nuestra vida familiar, de nuestros estudios… y aún en medio de todo ello somos portadores de vida.

Ven Espíritu Santo, regálanos el deseo vivo de recibirte, y acogerte como el Amor-Vida, de mi alma y no soltarte jamás, porque Tú me darás el Espíritu de Jesús, que me hace más persona, más humano.
María, Madre de Dios y nuestra, enséñanos a convivir con la Trinidad.
Julia







miércoles, 20 de mayo de 2009

Esta es la verdad: Dios es Amor



“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”
Juan 16, 12-15.



Ayer Pablo y Silas nos enseñaban a vivir los momentos de cruz, estaban en la cárcel, los habían apaleado, les habían arrancado la ropa, todo lo que le hicieron por hablar de Jesús, y sin embargo ellos cantaban himnos a medianoche, y se preocupaban mas de convertir a las personas que tenían a su alrededor en esa situación.

Ellos ya habían visto la Verdad experimentaban a un Dios que es Amor que estaba con ellos aun en medio de los terribles dolores que sentirían por la paleadura sufrida, un Dios que les marcaba un camino diferente, les hacia ver que su vida era para dar a conocer la Vida Eterna.

A mi me ayuda mucho orar con la Palabra de Dios, contrastar mi vida con los que Dios me dice y ver que muchas veces me quedo mirándome a mi misma, pensando en las cosas de la tierra, pegada a mis sentimientos, y no levanto los ojos para ver lo que Dios tiene destinado para mí.

Me doy cuenta que tengo que abrirme, que ser mas dócil a lo que el Señor me esta preparando, disponerme a dejar la tierra donde estoy viviendo, (mis ansiedades, temores, angustias) el padre y la madre, (como le dijo a Abraham), para recibir la tierra prometida que ya está, ya el Espíritu Santo está, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, y por lo tanto en el nos movemos existimos y vivimos, esta muy cerca de nosotros.(Hechos 17,28)

“Todo lo que tiene el Padre es mío, tomara de lo mío para revelárselo a ustedes”.

Jesús nos hace la promesa de no dejarnos nunca solos, el Espíritu nos va a acompañar, nos irá revelando poco a poco lo que Dios tiene destinado para nosotros, (“Lo que el ojo no vio, ni el oído oyó”) solo que nos encanta querer saberlo todo de un golpe, como la gente que se va a hacerse leer la mano y quiere que le digan su destino.

"Tomará de lo mío para revelarselo a ustedes".
El camino que Jesus siguió fue: La Verdad, siempre haciendo la voluntad de su Padre.
Jesús quiere lo mismo para nosotros, que vivamos como El, como lo hizo María, en un constante y fiel "hágase".
El Espíritu nos señalará el camino para vivir según Jesús, en el tiempo que nos toca vivir. Nos orientará para tener sus propias opciones, compartir sus sentimientos e intuiciones.
El Espíritu construirá en nosotros la vida de Jesús por el seguimiento de sus pasos… en la voluntad del Padre…

Entiendo también que Dios nos quiere revelar la verdad poco a poco, porque querer saberlo todo es demasiado para nosotros, por mas que oremos y creamos que sabemos mucho de Dios, no podemos asimilar todo lo que Dios tiene preparado para nosotros, por eso el Espíritu nos irá diciendo lo que escuchó y nos ira anunciando lo que ha de venir…Solo nos pide confiar, y dejarnos llevar por el camino que nos va marcándonos día a día… “coge tu cruz de cada día y sígueme”.

Nila

martes, 19 de mayo de 2009

Si no me voy, no vendrá el Defensor

Hechos16, 22-34/ Juan 16, 5-11

A veces nuestra vida está llena de contrastes: en un momento podemos predicar, acompañar grupos y en otros momentos como Pablo en Hech 16,22-34, vernos en situaciones difíciles y duras; a veces consecuencia de la misma misión y otras del mismo dinamismo de la vida. Y es justamente ahí donde seguimos siendo discípulos de Jesús, a tiempo y a destiempo.


Pablo se ve prisionero pero eso no le detiene su celo misionero. Le anuncia la Buena Nueva, al carcelero y a su familia, y les enseña y bautiza. Cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (cf. Hch 4, 12). El discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la buena nueva de la salvación a sus hermanos.
“Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su Reino, que nos acompaña en la tribulación, que alienta incesantemente nuestra esperanza en medio de todas las pruebas” (Aparecida No. 30).

Nuestra vida de discípulo, se vuelve, pues, en cualquier circunstancia, buena noticia para la humanidad y no profetas ilusos, o de desventuras. Como el salmista podemos anunciar y enseñar: “Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy…” (Sal 137).

Por eso Jesús nos dice “Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes, el Defensor. En cambio, si me voy, se lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.»

Es la certeza que no nos abandonará y que Él nos dirá lo que tenemos que decir y hacer y si olvidamos sus enseñanzas, el Espíritu nos lo hará recordar- El Espíritu Santo será nuestro Defensor ¿Qué significa?

Que gracias a la “unción” del Espíritu posemos un especial “sentido de la fe” que da vigor al alma en la dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; el de soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.

Además hace también más limpia y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias al Espíritu Santo se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. Se descubre así la dimensión no puramente terrena de los acontecimientos, de los que este tejida la historia humana sino descifrar los ¡Signos de los tiempos, signos de Dios!

Para mí, es la vida más regalada, más hogareña, más familiar e íntima, a través de toda la jornada: Esté donde esté, ante el Sagrario, en casa o de viaje, jamás ya estoy solo, sino con la mejor y suprema compañía, del Espíritu Santo , que me hace casa de Dios para mí y para todos cuantos se acercan a mí.

Sólo una persona con falta de fe y una terrible ingratitud, es la que no acepta la entrada y convivencia del Espíritu Santo, porque no acepta ni guarda su palabra, como dice el mismo Jesús, priva a la persona de tanta riqueza de amor.

Ven Espíritu Santo y llena nuestros corazones con tu inmenso Amor, para renovar nuestros ambientes y sea todo como una nueva creación.

lunes, 18 de mayo de 2009

El Espíritu de la Verdad dará testimonio de Mí

Hechos 16, 11-15/ Juan 15, 26-16,4

Vamos a ponernos en presencia de Dios y agradecerle, por todo cuánto nos ha dado, y las maravillas que Dios ha obrado en cada uno, son tantas las razones por las que debemos agradecer y estar felices porque no estamos solos, sentimos su amorosa presencia, fraterna, humana, y concreta; en su Espíritu, si lo tenemos como único Dios y Señor, por eso cuando le escuchamos, el Señor nos abre el corazón para aceptar su Palabra y dejarlo que se hospedar en nuestro corazón.

«Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.» Es el mismo Espíritu de Dios, que Jesús nos deja; el Espíritu de Amor que procede del Padre y del Hijo, de su inmenso Amor, es el Espíritu que nos hace reconocer cual es lo bueno, santo, recto y agradable a los ojos de Dios; qué inmenso Amor, el que nos tiene el Padre, para no dejarnos solos, sino una persona que siempre aboga por nosotros, que nos hace obedecer la Palabra que escuchamos, y con gritos inenarrables quiere que mantengamos el diálogo con el Padre.

El Espíritu de verdad, es el que da testimonio del Padre, por medio de Jesús, Jesús sólo escucha al Padre y hace lo que ve a hacer al Padre; eso mismo quiere que hagamos Jesús, que demos testimonios de ser discípulo de Él, si escuchamos y hacemos lo que le vemos a hacer, es decir, pensar, sentir, actuar como Jesús y ¿cómo lograremos esto?
Cada día escuchando su Palabra de una manera llena paz, sosiego, tranquilidad, sin apuros, amándolo, por que Él es la fuente, que hace que nosotros, a través de su Espíritu, nos convirtamos también en fuentes de agua viva, que por donde pasa hace crecer la VIDA-AMOR, en todo lo que toca, ese Espíritu, vuelve más inocentes nuestros ambientes, más alegres nuestras vidas y transforma nuestros ambientes.

Porque cuando no actuamos según el Espíritu de Jesús, nuestros ambientes se hacen pesados, llenos de envidia, rencor, odios discriminaciones y todo nos da cólera, no por culpa de los otros sino que nuestro Espíritu que se vuelve maledicente, pesimista, lleno de orgullo y maldad pensando en nosotros mismos., ya Jesús dijo: no es el ambiente, ni las personas, ni las circunstancias las que hacen daño, sino el corazón de uno.

El Señor está preparando nuestro corazón para que cuando venga el Espíritu de Amor, nosotros lo recibamos con docilidad, dispuesto siempre a decir y hacer lo que vemos hacer a Jesús.
Ese mismo Espíritu nos dará fuerza, valentía, para afrontar las situaciones difíciles Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.»

Madre querida, tú fuiste llena del Espíritu, porque te dejaste cubrir de Él, y el fruto de ello fue Jesús, fue fruto, de la Escucha, asimilación, de vivir la Palabra y la lleva a los demás. Eso te pedimos Madre, docilidad al Espíritu de Jesús que mora en nosotros.
Julia

sábado, 16 de mayo de 2009

Amense unos a otros

Juan 15,12-17

Hoy Jesús nos llamas a tener un gozo que nadie nos lo puede quitar, porque ese gozo procede de la estrecha unión contigo y de la fuerte experiencia de ser amados por Ti, Cristo, como Tú eres amado por el Padre, nos impulsa a compartir, convivir y contagiar esa misma calidad de amor con todos nuestros hermanos. Ellos tienen derecho a ser amados por nosotros como nosotros somos amados por Ti: "Mi mandamiento es éste: Ámense unos con otros como YO los he amado "(Jn 15,12). Y así con esa comunicación de amor el mundo creerá en Ti (Jn 17,21).


En la medida en que Dios nos comparte su Vida-Amor por su Palabra, descartamos lo que impide que produzcamos fruto y que vivimos su mandato de amarnos, nuestras vidas se hacen fecundas con una calidad de amor que nos impulsa a dar la vida como Tú, la diste y nos la enseñas a dar:"No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos"(Jn 15,13).


"Ustedes son mis amigos si cumplen lo que les mando"(Jn 15,14). Si somos las ramas que permanecemos unidas a la Vid, nos convertimos en tus auténticos discípulos, en tus amigos, en tus escogidos, puestos para dar fruto abundante. La amistad contigo, lejos de ser un sentimentalismo, es el fruto maduro de la plena unión vital contigo.



"Ya no les llamaré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre"(Jn 15,15).
El saber, entender, vivir tus mandamientos nos hace tus amigos. Muchas veces nos conformamos con ser servidores, asalariados, cumpliendo normas, horarios, servicios sin estar unidos de corazón contigo. Tú no necesitas mis cosas sino a mí.


"Ustedes no me escogieron a mí. SOY YO quien los escogí a ustedes”.

Gracias porque nos escogiste Tú a nosotros, y no al revés. Tuviste y sigues teniendo la iniciativa de mantenernos en tu amistad. Nos escogiste y por nosotros seguirás escogiendo a otros.
"Los he puesto para que vayan y produzcan fruto y ese fruto permanezca. Nuestra vida trasciende. Va más allá de nuestros cálculos. Tú ves a través de nosotros una viña inmensa. Sólo Tú, dueño y patrón de la viña, conoces el alcance de nuestra unión contigo. ¿Qué podemos pedirte, Padre, que te agrade más, que el que todos te conozcan y sean amigos de tu Hijo? (Jn 15,16). Tu mandato de amarnos los unos a los otros (Jn 15,17) es un mandato de cuidar la unión de cada miembro contigo. Con la imagen de la vid y los sarmientos, nos enseñas la realidad de una amistad misteriosa, real, profunda de comunión.

"Yo les ordeno esto: Que se amen los unos a los otros"(Jn 15,17). Con un corazón dilatado permítenos sentirnos hoy rama, y parte de otras ramas. Perdona a los creyentes que vamos buscando otras vides, otros dioses, otros líderes religiosos, fuera de Ti, Cristo, única Vid verdadera. Si no damos fruto no es por Ti, sino por nosotros que hemos roto contigo. Nos hemos desconectado vivencialmente de Ti y aún entre los que en teoría nos confesamos tu Pueblo, tu Viña, en la práctica nuestra unión contigo es muy débil.



Cuando uno está en casa viendo la tv, o cuando nos acercamos a las páginas de un periódico, muy duro tiene que ser nuestro corazón para no sensibilizarnos ante tales situaciones y para desde lo más profundo de nuestro ser buscar y desear soluciones a dichos conflictos: violencia de todo tipo, violaciones, explotación, discriminaciones. Qué más pruebas necesitas para aceptar que Jesús te necesita y te llama para el mundo de hoy?
¿ Cómo no responder a su llamada ante la situación del mundo?. ¿Cómo quedarse tranquilo en tu sillón cuando tenemos tantos recursos y tantas capacidades, que normalmente dejamos enterradas y casi sin explotar?
La urgencia viene precisamente de lo que Jesús nos confía y pone en nuestras manos. Él dice que a quien a nosotros nos recibe, a Él mismo lo recibe, y a quien a nosotros nos escucha, a Él mismo le escucha. Jesús se fía tanto de nosotros que nos envía delante de Él para que al vernos los hombres le vean a Él.

Pidamos a María, que acompañó a Jesús, en la cruz para enseñarnos a amar a los demás

Julia

miércoles, 13 de mayo de 2009

Por nuestros frutos nos conocerán


Juan 15,1-8

« Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.» (Jn 15,1).
Nos ponemos en presencia de nuestra querida familia, para agradecerle que nos conocen tanto que ellos son capaces de demostrarnos a través de figuras, el gran AMOR-VIDA que nos tienen, de los cuidados que necesitamos, por eso dice el Padre es el Viñador, Él en forma personal quiere dedicarse a cuidar su vid, la ha sembrado en buen cepo, es decir nos hizo a su imagen y semejanza: AMOR-VIDA, nos cuida tanto que no dudó en mandar a su hijo para que por medio de su Palabra reconozcamos su Amor y nos alimentáramos de ese amor en los sacramentos de manera especial en la Eucaristía, Jesús mismo es la vid verdadera , y el éxito de nuestra vida está en la unión vital que mantengamos con Él.

« A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.» ( Jn 15,2)
Nosotros somos el sarmiento, que da fruto cuando nos dejamos afectar por la Palabra, y la asimilamos, vivimos y la proclamamos. Y cuando no la comprendemos, no la rechazamos , ni la dejamos a un lado sino que persistimos en un diálogo confiado, con el Padre que nos habla y cuida.

Damos frutos cuando estamos unidos a Jesús, en todo momento y aún en los difíciles, en su pasión y muerte, todo este tiempo de estar enferma lo que a mí, me ha dado fuerza, es la Palabra, qué medité, contemplé y traté de guardarla, porque con mi sola fuerza no lo hubiera hecho, yo sé que el auxilio me viene del Señor…y Él no dejará que mi pie tropiece, no, mi Viñador no duerme para que dé fruto y fruto abundante. El fruto es que unida a Cristo pueda ser como Él y vitalmente unida a todas la humanidad hasta que seamos uno solo, en la fe, en el Amor. Y dejándonos cada vez más limpios por su Palabra (Jn 15,3).

"Si alguna de mis ramas no produce fruto Él, la corta" y nos corta cuando no somos capaces, de que la Palabra prenda el fuego del Amor, que prende en nosotros en la medida que nos acercamos a Ti, Cristo, Vid verdadera; porque la rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece en la planta (Jn 15,4).
Lo mismo nosotros. La realización de nuestra vida, que tanto deseamos, sólo se logra, si nuestra vida Permanece en Ti y en tu Palabra, acaso no ¿Nos hemos puesto a pensar, de que nuestra unión con Jesús, depende la Vida de uno mismo, de nuestra familia, comunidad, personas del trabajo, inclusive la humanidad entera? ¿No nos sentimos responsables cuando nuestros curas y monjas, provocan escándalos? La Vida de la Iglesia, también depende de nuestra unión con Jesús.

«Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.» Producir fruto, ser lo que estamos llamados a ser, realizar el proyecto de ser auténticos discípulos.
Vamos a pedirle María, que sabe que el Padre es el Viñador, que Jesús es la Vid y ella sólo tiene que permanecer, estar junto a su Hijo; pero sabe también que la vida de muchos hijos están allí, en esa unión.
Madre querida ayúdanos a ser como Tú.
Julia

martes, 12 de mayo de 2009

El mundo ha de saber que Yo amo al Padre


Juan 14, 27-31.

"Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas"
Sal 144
Este salmo expresa la gratitud que el hombre debe tener hacia Dios, a mi me encanta, en la canción añade y que el respirar sea una alabanza a Dios, eso implica recordar todo lo que ha hecho Dios por cada uno de nosotros, y no te queda otra que alabarlo, decir hasta con tu respirar ¡gracias, Dios mío!


Aún en los momentos más difíciles, en las que buscamos a veces echar la culpa a alguien de nuestras desgracias o fracasos, al poco tiempo del accidente yo sentía que Dios me decía: ¡da gracias!, y yo me resistía porque ¿cómo que voy a dar gracias, si estaba inválida y me había arrancado de mi familia, del trabajo, de la comunidad, de mi casa?; pero con el tiempo entendí, que la culpa del accidente la tenía yo, por desoír al Espíritu Santo que por todos los medios me decía no hagas ese viaje, y encima de desobediencia me cuidó, me salvó, me dio tanto cariño a través de las personas, lloró conmigo mi dolor, de verdad entendí que mi vida debía de cantar como María las grandezas del Señor.

Porque ante esas circunstancias es saborear la Palabra, que te da paz, confianza y como el fundador de la Comunidad Verbum Dei, Jaime Bonet, dice: Al meditar la Palabra de Dios, no nos acercamos a algo frío, al contrario tiene un “carácter profundamente entrañable, como si uno percibiera el aliento y respirar suave, dulce y delicado de una madre, y el latido muy cálido de la entraña materna del Padre, así, debe haber sentido Jesús, María y todos los santos
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado."


Este es el mayor fruto de la Palabra en nuestras vidas: confianza y obediencia dentro de una cercanía entrañable, que es la paz que Jesús da y que no hay nada, ni nadie, que nos la quite,
Vivimos en un mudo doloroso, violento, injusto , pero a la vez grande y maravillosos, con grandes promesas, llena de alegrías en medio de lo sencillo, porque la Palabra de Dios genera en nuestro corazón confianza y obediencia que nunca defrauda ¿Quién que confío en el Señor quedó defraudado?.

Eso es lo que Jesús trata de decirnos, antes de subir al Padre, aunque Yo no esté, no pierdan la paz, por que Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

Si hay algo que deseamos después de un encuentro vivo con Cristo es eso: vivir y hacer vivir. Marcar con nuestro testimonio que el Reino de Dios es una realidad, no una utopía; eso es comenzar a gustar de la fecundidad que da la Palabra que genera la paz que tiene un pequeño en los brazos de su madre. Una paz que sabe aguardar, que recibe con valentía lo que viene, que no se acobarda; siente el dolor, siente la injusticia, y eso puede rozar su piel, pero no se inquieta, no agrede porque: “Fiel es Dios en sus palabras y amoroso en sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y levanta los ojos a los que se doblan”. Sal.145

Es esa la paz que favorece la Pasión y muerte de Jesús porque sabe que tiene al Padre de su lado y no lo dejará aunque las circunstancias parezcan adversas, Jesús ante todo nos quiere mostrar su Amor al Padre, a todos los hombres porque si amas como dice San Agustín, “Ama y haz lo que quieres” sólo un Amor tan grande al Padre puede llevarlo a las más grandes pruebas, porque este AMOR le da confianza, seguridad, paz.

El Señor nos regala como a nuestra Madre la audacia para vencer el mal a fuerza de bien (cf. Rom 12,12), para no vendernos ante la corrupción, para ser tan libres que podamos ser capaces de perdonar, amar, de levantar, de creer y de apostar por todos aquellos valores evangélicos por los que pocos apuestan: sea en nuestra familia, en nuestro trabajo o en la Universidad y decir con la firmeza de Jesús: Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago.»

Pedirle a Jesús ese amor al Padre, sobre todas las cosas y que fruto de este amor sea que el diablo ya no tenga poder sobre nuestro carácter, nuestro dolor, nuestras impaciencias, discriminaciones, perezas y que todo lo haga porque yo amo al Padre.
Julia

lunes, 11 de mayo de 2009

El Buen Pastor se muestra a sus ovejas

Juan 14,21-26.

Te damos gracias Señor y Tú seas bendito por que nos preparaste el cielo y la tierra para que nosotros seamos felices qué nadie nos diga: «Dónde está su Dios»? Porque nuestro Dios está siempre con nosotros y Él, lo que quiere lo hace. Los ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas (Sal 113) . Que nunca nos van a responder, ni dar lo que necesitamos, por eso reconozcamos a Dios como Señor y Dios nuestro, que tiene misericordia y que resucitó entre los muertos para vivir y gozar eternamente de su amorosa presencia.

Hoy Jesús nos quiere dar otra clave para vivir la Vida-Amor, que nos regala y nos dice: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.»

Esta clave es demostrarle el Amor que ya Él nos mostró, permanente nos dice que nos ama y que ha venido a quedarse con nosotros hasta el fin de los siglos ¿Qué espera Jesús de nosotros? Amor se paga con amor; si me amas dice Jesús guardará mi Palabra. ¿Esto Señor es un reclamo, una súplica? Sólo tener la seguridad que el Amor demostrado en la Cruz y en mi resurrección por ti lo imites, te comprometas a demostrármelo. Porque quien ama, es capaz de todo, para el que ama, no hay sacrificios, se entrega por que el Amor es Roca firme, segura para la Misión.

Si tú me amas serás capaz de guardar mi Palabra, por eso la he inscrito en tu corazón, cuando te sale hacer el bien, decir la verdad, hacer justicia, tener misericordia espontáneamente, es la ley que yo he inscrito en tu corazón; pero ya has llegado a la madurez espiritual, donde el alimento sólido es el AMOR, y ese amor que me tienes lo das libre y voluntariamente, porque me amas, además yo no te voy a dejar solo, te enviaré el Espíritu Santo que te hará recordar lo que te he inscrito en el corazón y te defenderá de las tentaciones.
Para eso es necesario, permanecer unido a mí, dialogar con el Padre como yo lo he hecho, sólo hacer lo que ves a hacer al Padre y decir lo que Él te ha hablado, ser fiel a su Palabra, Yo ayudo a un corazón dispuesto a vender todo lo que tiene e implica un falso bien, correr tras las riquezas atropellando a los demás, a ocupar un buen puesto o a cuidar la imagen a costa de los demás incluyendo a mi pareja y a mis hijos, estoy haciendo eso cuando los abandono por correr tras el dinero, la fama, o los placeres.

Dios, nos dicen obras son amores y no buenas razones, si me amas guarda mi Palabra y si amas a tus hermanos enséñales a amarme sobre todo las cosas.

Gracias Jesús, por poner ante mis ojos, la felicidad y si yo la quiero me basta cumplir con tu Palabra, María Madre del Amor hermoso enséñame a hacer en mi la Palabra que Dios me regala hoy y que cada día, ame más a Dios que es mi Padre y que contigo harán morada en mi corazón en el Espíritu Santo.
Julia

domingo, 10 de mayo de 2009

El Buen pastor te dice: " Permanece en mi Amor"


Hech.9,26-31 Juan 15,1-8

Señor nos ponemos en tu presencia amorosa y desde donde estoy y soy, quiero disfrutar de este momento en que mi mente, corazón y todo mi ser están dispuestos a escucharte y saber qué quieres de mi; nosotros como tus discípulos queremos que tu Iglesia se vaya construyendo y progresando en la fidelidad al Señor, y que se multiplique, animada por el Espíritu Santo.

Danos el permanecer unidos a ti porque Tú, bien sabes que necesitamos de tus cuidados, Padre!: "Mi Padre es el viñador" (Jn 15,1). ¡Y qué cierto es que el fuego del Amor, que prende en nosotros en la medida que nos acercamos a Ti, Cristo, Vid verdadera (Jn 15,1), va dejándonos cada vez más limpios por tu palabra (Jn 15,3).

"Si alguna de mis ramas no produce fruto Él, la corta, y limpia cada rama que produce fruto para que dé más" (Jn 15,2). Somos tus ramas, querido Dios viñador, Padre amado que nos has unido vitalmente a Cristo como nuestra vid y a toda la humanidad como las ramas de esa misma vid, de este único Cuerpo de Cristo cabeza y miembros (1Co 12,12-27).

La clave de nuestra vida es permanecer. Permanecer en Ti y en tu Palabra, y así dar frutos de vida abundante, y abundantes frutos de vida. Danos la inteligencia del corazón para aplicar a nuestra vida la lógica más aplastante de las leyes de la naturaleza:
(Jn 15,4). Lo mismo nosotros. La realización de nuestra vida, que tanto deseamos. Con un corazón dilatado permítenos sentirnos hoy rama, y parte de otras ramas.

Qué bien nos aclaras que el éxito de nuestra vida está en la unión vital que mantengamos con tu Hijo que es "la vid verdadera" (Jn 15,1)! y en la capacidad de dejarnos limpiar por la palabra: "Ustedes ya están limpios: la Palabra que les he dirigido los ha purificado" (Jn 15,3).

"Yo soy la vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mí, y yo en él, produce mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada" (Jn 15,5).

¿Por qué no damos fruto? Porque nuestra vida está desconectada, vivimos sin escucharle a nuestros aires ¿Qué frutos puede dar una rama seca? Nada, y por lo mismo puede ser echada al fuego.

¿Somos amigos, somos rama de tu vid? ¿Quiénes son las ramas? la iniciativa de Dios: yo te he elegido como sarmiento. "Yo soy la vid verdadera y mi Padre el viñador"
(Jn 15,1).

"Si alguna de mis ramas no produce fruto Él la corta; y limpia toda rama que produce fruto para que dé más"(Jn 15,2).

Y así Tú nos sitúas en una perfecta unión, tal que nos permite no sólo comprender el ideal sino el conocernos a nosotros mismos según los frutos que demos. Es fascinante, mi Cristo, Vid, ese lenguaje sublime de unión.

Todo el temario, el ideal no es otra cosa más que el ejercicio de un Padre viñador, que se acerca a cada uno de nosotros en particular y en comunidad, y eres Tú el preocupado en estar junto a nosotros ¿Qué debemos poner nosotros?
Sólo una actitud de escucha a su Palabra y diligente para asimilarla y hacerla Vida; es como una gota de agua hace un océano, un granito de arena hace playas inmensas, si cada uno de nosotros permanece unido a Ti, hará que nuestra Vida sea integrada al Padre en el Espíritu de Amor, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra Iglesia se fortalezca en la fe y de frutos abundantes para la salvación de todos los hombres.

Eres el Buen Pastor, que quieres reunir a todos en un solo rebaño, para que el Padre, nos cuide, y vivamos en plenitud la VIDA-AMOR que nos has dado.
Por eso Jesús, vid verdadera, te pedimos vivir un idos a Ti, en oración como María nuestra Madre, y su fruto bendito fuiste Tú.
Julia

sábado, 9 de mayo de 2009

El Buen Pastor tiene Palabras de Vida


Hech 13,46-48; 1Pedro2,2425

Gracias te doy mi Señor, por amanecer en tu presencia y ser todo el día Tú, mi compañero de camino y te haces mi Buen Pastor para darme tu vida, una vida llena de la plenitud de tu Amor, porque sabes muy bien que sin tu Amor y tu Vida, nada somos por eso me levanto cada día y aún en vela estoy contigo para disfrutar de tu presencia amorosa; eres Tú el regalo maravilloso que Dios nos ha dado a través de tus Palabra.

Hech 13,[46] Entonces Pablo y Bernabé les hablaron con coraje: «Era necesario que la Palabra de Dios fuera anunciada a ustedes en primer lugar. Pues bien, si ustedes la rechazan y se condenan a sí mismos a no recibir la vida eterna, sepan que ahora nos dirigimos a los que no son judíos. [47] El mismo Señor nos dio la orden: Te he puesto como luz de los paganos, y llevarás mi salvación hasta los extremos del mundo. [48] Los que no eran judíos se alegraban al oír estas palabras y tomaban en consideración el mensaje del Señor. Y creyeron todos los que estaban destinados para una vida eterna.

Amigo mío, ¿cómo vas a conducir a tantas ovejas que no participan todavía del gozo de tu amistad? Tu deseo más fuerte es que vivan conociéndote a ti, su Pastor, que es­cuchen tus silbidos amorosos y dejen de vivir soli­tarios por sus caminos: "escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño y un solo pastor" (Jn 10,16).
Reconozco, Jesús, que la inten­sidad con la que decides llamarme hoy a ser tu compa­ñero de camino, a ser Buen Pastor como tú, viene de un corazón profundamente impactado y conmovido por la situa­ción de tantos que, después de tu Resurrección todavía siguen "vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor" (Mt 9,36-38).

Por eso no sólo llamaste a los doce, sino que les dijiste que ro­garan al Padre que llamase y enviase a más amigos colaboradores... ¡y tanto rogaron que me has llamado a mí!, tu llamado, Jesús, es un latido de tu corazón conmovido por cada hombre! ¿Cómo voy a rehusar respon­derte cuando me confías a mis her­manos?

No dejes, Jesús, que sea como los pas­tores de Israel, que, lejos de ocuparse del reba­ño, se ocupaban demasiado de sí mismos olvidándose de cuidar a cada oveja y así "ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo; andan dispersas. Mi rebaño anda errante... sin que nadie se ocupe de él ni salga en su busca" (Ez 34,1-6).
Tu mirada de Buen Pastor, celoso por la vida de cada oveja me sen­sibiliza a invertir la vida tras su rastro. Que no me conforme con que vuelvan a ti, sino que asuma con valentía el irlos formando hasta hacer de ellos otros pasto­res como tú.

I Ped,2,[24] El cargó con nuestros pecados en el madero de la cruz, para que, muertos a nuestros pecados, empezáramos una vida santa. Y por su suplicio han sido sanados. [25] Pues eran ovejas descarriadas, pero han vuelto al pastor y guardián de sus almas.

Tu amistad Jesús es una amistad ver­dadera, una amistad que a veces no me es fácil descubrir ni valorar porque hay pocos amigos como tú: que lo den todo por el amigo, hasta la propia vida si es necesario, sin esperar nada a cambio, buscando solamente lo mejor para el otro.

Entregar tu vida por mí, es la mayor prueba de amor, la mejor prueba de tu amistad, pero yo necesito pararme y saborearlo más. No me dejes Señor pasar por encima de este tesoro, de esta ri­queza, torpemente sin saber qué es lo que sig­nifica, sin caer en la cuenta de lo que tengo en­tre manos.

Así como un hombre se afana por la ri­queza, y no porque tenga mucha deja de de­sear tener más, así te afanas tú por mi amor y por mi vida.

¿No exprime una persona su mente, sus fuerzas, su vida, y sa­crifica a veces hasta su fa­milia y el estar en su patria, por tener más? Comparable a esta ansia es tu deseo en mí, de conseguir mi atención, mi fe, y mi confianza.
No te quedas Señor indiferente ni en silencio ante los desastres que en tu pueblo ha­cen con frecuencia los falsos pastores, por eso nos dices:

"Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi re­baño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas... las apacen­taré en buenos pastos,... yo mismo apacen­taré a mis ove­jas, y yo las llevaré a rep­osar, oráculo del Señor Yahveh. Buscaré a la oveja perdida, tornaré a la des­carriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma..." (Ez 34, 11-16)

Jesús, ¿es mi entrega como la tuya? ¿Cómo cuido yo a los que me confías, qué arriesgo de mi salud, tiem­po, bien­estar para que ellos tengan vida? ¿Está mi vida entera a tu disposic­ión? ¿Cómo me formo para que no tengan cualquier alimento sino el que les lleve a vivir sólo de ti, su BUEN PASTOR?

Enséñame, Jesús, a compartir la vida contigo para poder descubrir la trascendencia que Tú le das a mi vida cuando me llamas a dedicarme exclusivamente a recibir de Ti la Vida y a compartirla.

A ti Mamita querida ayúdanos a tener los oídos atentos a la Palabra de nuestro Buen Pastor, para tener vida llena de plenitud de VIDA y AMOR.
Julia









viernes, 8 de mayo de 2009

El Buen Pastor guía por camino seguro

Juan 14,1-6, Salmo 23.

Sal 23, 1 Yahveh es mi pastor, nada me falta.

Con estas palabras Jesús se describe tal cual es, el Buen Pastor ¿Quién no ha sido testigo de lo que es un buen pastor, yo he vivido mucho tiempo en el campo, mis padres tenían una chacra y a mi encanta esta figura, el buen pastor no descuida a sus ovejas para nada y está dispuesto a dar la vida por ellas, cuando se enfrenta a quienes quieren hacer daño a sus ovejas: a los ladrones, al lobo y los caminos desconocidos y busca para ellas lo mejor, el mejor pasto, la sombra, agua limpia y sabe cuando están cansadas, cuando están enfermas.

Es una delicia, figurarme, ser una oveja, las ovejas para que el pastor pueda darles lo mejor también tienen que dejarse guiar, ser dóciles a la voz de su Pastor, reconocerlo, como dice el principito; entre millones de pastores, para mi es el único que existe y te reconocería por tu figura, por tu sombra o tu voz, por tus silbidos amorosos con que nos llama, mi Buen Jesús, ¿qué no harías por tus ovejas?
Yo así te he sentido todo este tiempo, de mi accidente, cuando he estado enferma me has cuidado, día y noche, has llorado con mi dolor, me has dado los remedios, que Tú has querido darme y en el tiempo que Tú has creído conveniente, me has cargado cuando ya no podía más, y en mis noches oscuras, cuando me faltaba: la fe, la esperanza, el amor, la paciencia, la humildad, tu velabas en mis noches oscuras y cuidabas mi alma.

¿Qué miedo voy a tener si estás conmigo? Contigo no temo la oscuridad, ni la falta de alimento, contigo nada me falta, Tú lo llenas todo ¡Amor Mío! Contigo estoy segura de no extraviarme, porque cómo extraviarme si Tú me dices «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»

¿Qué entiendes Jesús al decir: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»? ¿De dónde brota la pasión el amor sin límites de Jesús por su gente? ¿Por qué se ha lanzado, entregado, consumido por la gente?

Después de la resurrección y en sus continuas apariciones a los apóstoles, su insistencia es la misma. Le dice a María Magdalena: “Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo al Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes”. (Jn 20,17). “Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros.”

Jesús no deja de anunciarnos, de hablarnos de nuestro Dios, su Dios; de nuestro Padre su Padre. Busca continuamente nuestra unión con el Padre. Cristo sabe que nuestra vida fuera del hogar, sólo puede encontrar vacío, soledad y hasta la muerte como le aconteció al hijo pródigo. Por eso, hoy más que nunca Jesús Resucitado sale a nuestro encuentro, y cada momento de oración es ése su deseo: que podamos descubrir que es del Padre de quien recibimos todo.
Que es el Padre quien puede resucitar nuestras vidas, nuestras familias. Que nosotros estamos llamados a construir un mundo lleno de paz, de alegría, de seguridad para nosotros y quienes nos rodean.
Jesús, hoy nos anuncia y nos llama, a no tener miedo a aquellos que son diferentes, que podemos anunciar su Palabra a todo hombre; que de hecho ya la están esperando, están esperando esa Palabra que los una también al Padre, que les dé la dignidad de hijos de Dios.

¿Qué entiendo cuando Jesús me dice: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»? ¿A mí me brota la pasión, el amor sin límites de Jesús por su gente? ¿Me lanzo como Jesús, entregado, consumido por llevar la Palabra y mi Vida a los que están a mi alrededor?
Jesús, hazme un buen Pastor para guiar a quienes me has encomendado, por caminos seguros que conduzcan al Padre que yo les prepare una buena morada en su corazón donde puedas reinar Tú y tu madre María.


jueves, 7 de mayo de 2009

El Buen Pastor conoce a los que ha escogido

Juan 13,16-20.


Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder. El me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.» Sal 88

Por siempre el Señor es misericordioso, por eso lo amo con todo mi amor, con la mente, corazón y todas mis fuerzas y proclamaré sus maravillas por que Él, como a David, nos ha ungido, para llevar su Palabra a todos los ambientes donde vaya con la vida porque Él me sostiene con brazo firme y me hace valeroso, Él es nuestro Padre, nuestra Roca que nos salva.

Con este ánimo entremos a la presencia de Dios y ahí como Jesús encontramos la fe y la confianza en el Padre, es esta la que no nos permite echarnos para atrás ni en las situaciones más difíciles, ni cuando todos nos abandonen. Esta confianza en el Padre, es la que nos lleva a no callarnos nunca “Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre que me envió me encarga lo que debo decir y hablar…” (Jn 12,49-50). Esta es su fuerza, su motor, Jesús no calla porque cree en el Padre y sabe que su voluntad es Vida.

El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado.»
En todo esto hay algo muy grande, en lo cual se revela y se manifiesta el misterio de nuestra persona, de nuestra llamada como discípulos. ¿Dónde alcanzo yo mi autenticidad, dónde soy verdaderamente yo, dónde está la raíz de mi constancia, de la fuerza y del coraje apostólico? Cuando sé que soy enviado, apoyado, confiado como hijo al Padre. Cuando creo en el Padre.

Creer en el Padre, tener fe en Él, es saber que “todo lo mío es suyo y todo lo suyo es mío” (Jn 17,10). Es una relación viva, continua donde Él nos va confiando lo que más ama: lo suyos.

En el trabajo, en la escuela, en las formaciones a las que asistimos, es dónde Él nos va pidiendo nuestra fe, nuestra confianza, para contemplar su presencia y su compañía, para buscar su deseo, de anunciar y enseñar su Palabra, sus deseos, su esperanza.

“Sabiendo esto, dichosos serán si lo ponen en práctica” (Jn 13,16-20). Jesús es la Palabra del Padre y por eso no se calla para formar en nosotros una conciencia de fraternidad en medio de ambientes de rivalidad, envidia, prepotencia, dominio, indiferencia y corrupción. Él no calla su intención, para que crezcamos; nos sitúa en relaciones auténticas desde la verdad y dignidad: “En verdad les digo, no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía, sabiendo esto, dichosos serán si lo cumplen” (Jn 13,16-17).

Jesús ¿qué te impulsó a no callar esta Palabra? La intención de formar apóstoles integrados, felices y coherentes, que impliquemos la vida en crear fraternidad ahí donde nos envía en su nombre, nuestra palabra será su Palabra. ¡Qué alto nivel le da a nuestra vida!: “En verdad les digo, quien acoja al que yo envíe, me acoge a mí. Y quien me acoja a mí, acoge al que me ha enviado” (Jn13,20). ¿Crees que es posible crear fraternidad en cualquier situación?, ¿has puesto en práctica lo que él te ha dicho? ¿Has dicho lo que él te dijo o te has callado? Si no vivimos, dejamos a medias su Palabra.

Jesús pone el acento en vivirla y a nosotros nos ha elegido porque conoce a quien ha elegido, y conoceremos que Él nos ha elegido por los frutos que demos cuando somos obedientes a la Palabra del Padre. Jesús no rebaja la eficacia de su Palabra, renovar cada día la experiencia de vivirla. Cumplirla es no callarla. Esta es la fuerza con la que San Pablo no calla su Palabra y la practica, cuando le piden razón de su fe.
Jesús, ayúdanos a comulgar con tu intención practicando y no callando tu palabra y que sabiéndonos tus elegidos por que nos conoces, podamos dar testimonio con tu Vida y tu Palabra la fe y confianza que tienes en el Padre.

Madre querida, haznos dignos de la confianza que Dios ha puesto en nosotros al elegirnos como sus discípulos muy amados.

Julia

miércoles, 6 de mayo de 2009

Conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación


Hechos de los apóstoles 12, 24-13, 5- Juan 12, 44-50

…dijo el Espíritu Santo: - «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Hoy Cristo nos invita a no tener miedo, sino fe en el Espíritu Santo que nos guía y a ser hoy nosotros la voz y Él la Palabra que se pronuncie por y ante nuestros hermanos.

Hoy Él nos envía a nosotros así como el Padre lo envió a Él. Y nos pide que no callemos, que seamos hoy la voz de los que están sin voz, que seamos hoy la paz de los que hoy no tienen ni conocen la paz.

Hoy nos envía por delante a todos los lugares que Él desea ir. .Hay tantos que no conocen, que no saben; hay muchos que rechazan la fe pero no saben por qué, sólo se han limitado a repetir palabras o historias que han escuchado. Hay muchos que quizá por un mal testimonio ya no quieren escuchar…

Es por ellos que Jesús hoy nos pide: “Anúnciales la Buena noticia: la promesa que Dios hizo a nuestros padres” (Hech 13,26-33). “Vayan y hagan discípulos de todas las gentes” (Mt 28,20); hoy quiere encender en nosotros el fuego misionero, la pasión por el mundo, por no callarnos la Verdad y la felicidad que todo el mundo va buscando.

Como a los discípulos de Emaús hoy nos quiere explicar las Escrituras, hoy quiere anunciarnos esa Palabra viva, quiere partir para nosotros el pan, quiere que nosotros vivamos y renovemos su presencia viva y real, en la Palabra, en los Sacramentos, en la Eucaristía. Así, su amor en nosotros será fuego que se experimenta, que arde y quema tantos miedos y tantos respetos que no nos permiten anunciar su Palabra con seguridad y certeza de que es Él quien habla, quien se dirige a todos, y que nosotros sólo somos sus instrumentos amados. (Cfr. Lc 24; Hech 2,14-21; 4,29-30).

La palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»

Vivimos días nuevos en que se está poniendo el acento en la familia, días en los que no sólo la Iglesia, sino el mundo entero, después de haber subrayado tanto el aspecto individual, van buscando el comunitario, la familia. Esto es lo que el mundo de hoy nos pide y busca en nosotros, en nuestra comunidad, en nuestra querida Iglesia.

A Jesús, Felipe le cuestionó lo mismo: “Muéstranos al Padre y eso nos basta. Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes ¿y todavía no me conocen? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Jn 14,7-14).

Jesús hoy nos lanza a este mismo reto: SER PALABRA QUE MANIFIESTA AL PADRE. Que ante tal pregunta nuestra vida sea palabra que no se calla, que sea respuesta, que quienes nos vean, pueda encontrar al Padre, es decir, puedan encontrar aceptación, perdón, posibilidad, comprensión. Que reto tan grande que puedan encontrar en nosotros comunión.

Necesitamos tomar conciencia de esta invitación: reflejar al Padre, manifestando la comunión fraterna. Porque cuando la comunión fraterna está fundada en el Evangelio, es lugar privilegiado del encuentro con Dios, como dice San Juan: “A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a la perfección.

Julia.



martes, 5 de mayo de 2009

Mis ovejas me escuchan y reconocen mi voz

Hechos de los apóstoles 11,19-26- Juan 10, 22-30

Y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor".


El anuncio de la Palabra es el medio por el cual se transmite la misma Vida-Amor de Dios, es la que engendra en la fe a multitudes de hombres destinados desde el principio a formar parte del pueblo de Dios.


Les anunciamos la Vida Eterna que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó, lo que hemos visto y oído se lo anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo".
1 Jn 1,1-4

La finalidad última y primaria del anuncio explícito de la Palabra viva, hecha carne, Cristo, es la comunión de los hombres entre sí y de los hombres con Dios. Es preciso reconocer en esta afirmación que ésta no sólo es la intención de los apóstoles; sino que es la intención más genuina de Dios al querer que todos los hombres de toda raza, sexo y nación, conformemos un pueblo consagrado a Él.


Esta es la razón más fuerte por la que se encarna el Hijo de Dios, por la que muere en el extremo de amor más significativo, la cruz, y por la que finalmente el Padre lo resucita para que el mundo crea y creyendo se congregue como la gran familia del Señor, es decir, que sean Uno (Jn 17,11.21).

Sabemos que cuando el apóstol expresa: "la vida eterna que estaba vuelta hacia el Padre se nos manifestó", se refiere a Cristo la Palabra hecha carne, hecha vida palpable, visible. Como lo expresa también en el prólogo de su evangelio: En la Palabra estaba la Vida (Jn 1,4).

De aquí que deduzcamos que anunciar la Palabra es transmitir la misma Vida-Amor de Dios, a Cristo mismo; lo cual provoca en quien acoge esta palabra una vida nueva caracterizada por la capacidad de vivir en comunión y crearla ya que es esta la esencia misma de la Vida-Amor de Dios.
Sabemos que lo más auténtico y genuino de Dios es que es Amor y por tal, comunión ya que el Amor siempre es dinamismo de entrega, de donación y esto es lo que genera la comunión. Esta es pues, la esencia que nos participa al acoger su Palabra.


El Buen Pastor que viene a todas sus ovejas para que tengan Vida abundante: "mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la Vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano" (Jn 10, 27-28).
Estas palabras de Jesús me encantan, escucharle me da una seguridad que me hace vivir sin miedos. En un mundo donde nuestra vida está continuamente amenazada por la enfermedad, accidentes, atracos, Cristo me dice: "tranquilo, nadie te arrebatará de mi mano".


Mi Padre me tiene agarrado de su mano, y con Él me siento seguro, nadie me podrá arrancar de su mano, ni la misma muerte. Nuestro Papá Dios no quiere hijos frustrados. Decía un filósofo francés (Roger Gurudy) que "amar es poder decirle a alguien tú nunca morirás".


Jesús vino a decirte: "Yo he venido para que tengas Vida y vida abundante" (Jn 10, 10); "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás" (Jn 11, 25-26). ¿Crees esto?


Hoy la pregunta te la hace Jesús a ti. Porque si crees esto tu vida ya está solucionada. La fe en la vida eterna es el mejor ordenador que existe. "La fe lo ilumina todo con una nueva luz". Nuestro problema es que nos hemos quedado con la cáscara y hemos tirado la fruta; estamos entretenidos con la cajita y hemos tirado la joya. Es decir preferimos cualquier cosa a escuchar la Palabra, que es la que realmente nos asegura una vida plena en abundancia.


Pidámosle a Jesús, que afine nuestros oídos para escuchar sólo su voz y esto lo logramos cuando aprendemos a dialogar la Palabra día a día.

Madre querida enséñame a vivir a la escucha de la Palabra y ser dócil a Ella para anunciar a los demás las maravillas que Él hace con nosotros.

Julia.

El Buen Pastor da la Vida por sus ovejas

Domingo 3 de Mayo 2009

Hechos de los apóstoles 4, 8-12- Juan 10,11-18


Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. Sal 117.
Jesús es el Buen Pastor que cuida sus ovejas, qué bueno es que él nos guíe, porque es digno de toda confianza, con él no hay pierde, ni sombra de engaño, lo que te ha prometido eso lo cumple, de estar contigo todos los días de nuestra vida hasta el fin de los siglos, para cuidarte, sostenerte, guiarte a ti y a toda tu familia, comunidad, si le damos permiso para ello.
Por eso te doy gracias porque conmigo haz cumplido tu promesa a manos llenas y ojalá yo no te defraude y no haga inútil la gracia que has depositado en mí.
En estos tiempos en que las situaciones que afectan nuestra vida y nuestra familia son muchas y muy variadas (enfermedades, crisis económica, política, social, etc.), qué importante es descubrir que la fe nos trae solidez, paz, fuerza y entereza.

Qué distinto es vivir las situaciones sin fe o con fe. Vivir sin fe, en muchos momentos nos llevaría a decepcionarnos de la humanidad, de nuestro país y de nosotros mismos. Pero la fe nos lleva a vivir como Jesús:. Es decir, ser Verdad, ser Vida para los demás. Ser anuncio de una Buena Nueva que no puede quedarse en casa.

Ser como Jesús, Palabra que muestra con la vida el amor misericordioso de Dios. Amor que trasciende toda lógica humana, que vence las ataduras de la muerte, que nos resucita, que vence nuestros miedos y nos pone de pie (Hec 4,8-12).

Hoy, más que nunca, su Palabra es viva y eficaz (Heb 4,12), y Jesús hoy quiere hacer viva su presencia en medio de todo lo que estamos viviendo, nos recuerda que El es “el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, escapa abandonando las ovejas, y el lobo las arrebata y dispersa” (Jn 10,11-18). Somos asalariados cuando somos permisivos para cometer y permitir el mal ante nuestros hijos, compañeros, hermanos, familia, comunidad, trabajo y somos el Buen Pastor cuando damos el poder de la Palabra de Dios sobre nuestras vidas, poder que para nosotros sus discípulos, es “firmeza de fe, alimento del alma, fuente límpia y perenne de vida eterna”.

A través de su Palabra que hoy pronuncia sobre nuestras vidas, quiere conducirnos por caminos de esperanza que Él mismo nos ha abierto; quiere renovar nuestra vida, nuestra familia, nuestro hogar, nuestra consagración, para hacernos criaturas nuevas.

Nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.» (Hech 4)

Jesús, como tú, hoy nosotros nos enfrentamos a muchos adversarios, pero ¿cómo tener la fuerza y la claridad de tu identidad y de la seguridad en el Padre, en su voluntad? Si fuéramos en nuestro nombre, ahí si nos tumbaría cualquier dificultad, pero vamos en su Nombre y haciendo su voluntad, esta es nuestra fuerza: “El que me ha enviado es veraz, pero ustedes no le conocen. Yo le conozco porque vengo de él y él es el que me ha enviado” (Jn 7, 25-30).

¿Qué es lo que te da la fortaleza para definirte ante las críticas e incredulidad? La certeza de que Dios es tu Padre, que es Él quien te ha enviado y la misión que te confió, y la relación vivencial que tienes con él:”Yo le conozco porque vengo de él y es él quien me ha enviado” (Jn 7,29). Es en esa relación con el Padre que tú te afianzas y te apoyas para vivir la entrega confiada de tu vida a sus caminos, a su voluntad, como él te lo pide y te propone vivir.

Ponen a prueba tu eficacia porque no creen que Dios salva así, desafían a Dios; qué difícil es para el corazón soberbio tu manera de salvar. Pero tú enfrentas ese desafío, con una actitud de humildad y entrega total a la voluntad del Padre, manifestaste su Amor por todos, de manera incondicional, por encima de nuestra falta de fe y rechazo de tus eficacias.

Jesús ¿te fue fácil escuchar lo que se decía de ti rechazándote y no creyéndote? Fácil, nada. Más bien fue bastante el diálogo con el Padre, la experiencia de su confianza y su misericordia, su Amor gratuito por todos sus hijos, más por las ovejas perdidas, buscaste rescatar el corazón soberbio, abajándote y tus discípulos Jesús y nosotros seguimos tu misma suerte.

Gracias Señor, por tu bondad, al darnos la fe en la Iglesia a través de una comunidad que nos lleva a creer, a amarte sobre todas las cosas, sé siempre tú mi Buen Pastor.

Julia

¿Donde iré? si solo Tú tienes Palabras de Vida Eterna

Sábado 2 de Mayo 2009


Hechos de los apóstoles 9, 31-42- Juan 6, 60-69

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Sal 115 Este es nuestro saludo hoy Señor, con un gran deseo, de saber corresponder a tu gran amor y tanto que has hecho por mí, no sé cómo pagarte; pero tú no necesitas nada de mi ¡Qué le puedo ofrecer a un Dios que todo lo tiene, pueden sabe..?
Sólo dándote mi vida si en algo puede servir, esto me recuerda a los geniecillos que cuando los liberan de la botella, se convierten en esclavos de quién los liberó. Cristo no es un genio es una persona que dio su vida libre y voluntariamente, ¿Quién da la vida por uno? Yo desde que tomé conciencia de lo que Jesús hizo por mí, le dije, ni siquiera quiero mi libertad, porque no sé usarla, todo te lo doy para que hagas de mi lo que quieras a cambio de tu vida porque me amaste y te entregaste por mí y me diste la Vida eterna.

Hechos de los apóstoles 9, 31-42 En nuestra vida podemos tener muchas iniciativas, ideas o proyectos, pero no descubrimos lo que Dios quiere de nosotros o serán proyectos inútiles o infecundos. Jesús nos llama por nuestro nombre y, no dudes, puede cambiar hasta el corazón más complicado. San Pedro se entregaba a lo que hacía, “Lo que hacéis hacedlo con todo el alma, como para servir al Señor y no a los hombres.”
Hoy el mundo necesita hombres y mujeres entregados. Muchas veces parece que sólo los malos son trabajadores, los demás “hacemos cosas”. Pero el Señor necesita trabajadores para su mies, no mucha gente zanganeando alrededor.

Tristemente muchos separan su trabajo de su fe , y no nos damos cuenta que trabajar es la manera de poner piernas a la fe que profesamos..Hoy ¿quién trabaja?, trabaja el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jamás dejan de trabajar en nuestra vida, de llamarnos por nuestro nombre, de esperarnos en la Eucaristía, de derrochar su misericordia con nosotros, de darnos la gracia para que cada cosa que hagamos sea nueva.

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.» Descubrir como Pedro de que el paso de Jesús por nuestra vida, no nos deja nada igual. Su presencia resucitada transforma la apatía en entusiasmo, la desesperación en esperanza. Y en ese signo pequeño de alegría que aparece en un rostro triste que da con Él, en el signo de perdón, de solidaridad.
Sin embargo, somos lentos para percibir su presencia entre nosotros y en nosotros. Menos mal, que Él tiene mucha paciencia como la tuvo con sus discípulos, y sigue haciéndose presente hasta que le reconocemos. Él está vivo. Pero, a veces los signos que encontramos en los ambientes, en nosotros mismos, parecen contradecir la realidad de la Resurrección. Cuántas contradicciones habrán experimentado los discípulos de Jesús.
Ellos habían sido testigos de su muerte, que parecía haber acabado con todo, a pesar de esto, se encendía en ellos la certeza de un nuevo comienzo, Dios no podía fallar en sus promesas, Él es fiel. Jesús resucitado se presenta dándoles la paz, e introduciéndoles a la experiencia de su presencia nueva entre ellos. En medio de sus temores, preguntan: “¿A quién iremos? Hará lo que se necesite para que los discípulos experimenten la resurrección.

« ¿También vosotros queréis marcharos?» Hoy, Jesús se hace presente en aquello que nos hace dudar, que nos turba y nos dice lo mismo: Y es ahí en las experiencias de contradicción donde quiere manifestarnos su fidelidad y hacernos sus testigos.

Cuántas manifestaciones de Dios en nuestra vida, ¿De cuántas maneras se ha manifestado? Y nosotros somos sus testigos. ¿Qué nos dice Dios de sí en todas estas manifestaciones? ¿Qué podemos decir de Él en el tiempo que llevamos de seguimiento? ¿Podemos decir a la gente que es el Dios de la vida, que sus Palabras son de Vida eterna, qué se pueden fiar de Él porque no defrauda?

Pidamos a Dios estar muy despiertos a su presencia y descubrir las manifestaciones de resurrección en las circunstancias, en las personas con las que compartimos, de manera que nuestra confianza en el Resucitado crezca y se propague.

María Madre llena de gracia y bondad, ayúdanos a no vacilar, a fiarnos de Dios, porque sólo sus Palabras tienen Vida Eterna.

Julia