PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

martes, 24 de febrero de 2009

Se manifestación de mi Reino


Para empezar pongámonos en la presencia de Dios, buscando la compañía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, disfrutando de su compañía, de su reino a lo que Él nos llama hoy, a mi me alegra sobremanera porque esa felicidad que me da dialogar con Dios, la experimento con mis hermanos, por que el manifestar el reino es eso, ser testigo del inmenso amor que nos tiene Dios, al alimentar con su Palabra viva y eficaz, me hago yo también viva y eficaz, pidamos a María nuestra querida mamá, ese fruto de ser manifestación de Cristo que es el reino mismo.
Isaías 11, 7-11


Todo el texto que hoy nos toca orar trata de la paz que Cristo nos vino a dejar, esa paz que nadie nos la quita, porque la paz que Jesús tenía brotaba de su interior, y es el hombre que Dios creó a su imagen y semejanza, puros e inocentes, cuando somos tal como nos creó ,no hay duda de nadie, ni sospechamos, de nadie nos confiamos como un niño pequeño, que no le teme a nada, que se abraza confiadamente a los brazos de su madre, no hay enemigos por ningún lado, todos somos hermanos hay armonía consigo mismo, con los demás y con la creación entera.


¿Cómo es que volvemos a ser como niños inocentes? Cuando conocí a la comunidad, yo tenía pocos enemigos pero los tenía y a causa de la experiencia con ellos sentí odio y me volví desconfiada, si eran dos mis enemigos a causa de ellos todo el mundo se convirtió en enemigo y era horrible, pero como se volvió como natural en mí, me acostumbre a vivir con esos odios, pero en oración entendí que cuando odio, hago inútil la Pasión y Resurrección de Jesús, que murió para que ya no existan barrera entre mis hermanos, sino que nos amáramos.
Y empecé a buscar las raíces de esos odios, y era mi orgullo, el que me hayan difamado, yo que cuidaba tanto mi imagen, pero como les decía es un proceso en el que Jesús mismo, me fue enseñando, a que perdonara, cuando perdono yo soy la que gano, me alivio de la pesadez del odio, que es una carga que no sólo me pesaba a mí, sino también a los demás, porque sembraba la duda, creaba ambientes cargados de resentimientos, y Jesús me dijo no es lo que te han hecho, o dicho lo que te hace daño, es lo que tienes en el corazón y uno se va purificando y siendo más inocente cuando menos cargas de odio, heridas, guardes, hay menos males brotan de tu corazón.


Cuando uno tiene cólera, resentimientos, es bueno preguntarle a Jesús ¿De dónde proviene esto? Y Él te ayudará a encontrar la respuesta, y cuando la tengas empieza el proceso de purificación, haciendo lo que la Palabra dice, y que te va dejando el alma más libre, más inocente y puedes libremente convivir con tus hermanos sean quienes fueran (osos, leones, vacas, bueyes, víboras) por que no te podrán hacer daño porque tu mente, corazón y vida son puros. A veces parece imposible, pero es verdad, te entran ganas de amar a todos, en forma incondicional.

Una vez tenía una amiga que me odiaba gratuitamente, pero yo quería amarla también gratuitamente, y me contestaba mal a cualquier cosa que le decía y yo callaba, pero un día me contesto muy feo, y a mí me dio unas ganas de abrazarla y la abracé con misericordia y le dije ¿que tienes, hermanita, por qué tanta cólera, odio? y ella se echó a llorar y conversamos largo rato y salimos en paz, yo después no me podía creer que hubiera sido capaz de eso, y sólo pudo ser gracia de Dios que tanto se lo pedía, de poder no sólo predicar sino ser salvación de muchos, darles el reino, que si no lo disfrutan es porque nadie se lo da a conocer, pedirle a María que nos dé el corazón de madre de poder ser como ella manifestación del reino de Dios.

Julia.

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Quién dices tú que soy Yo?

San Marcos (8, 27-33)

Las pautas son de la misa diaria, que corresponde al 19-02-2009.

Antes de empezar a orar nos ponemos en la presencia del Padre, de Jesús y del Espíritu Santo, y agradecerle por este día, por el sol, por nuestra vida y de los míos, por todo lo que nos regala cada día, país, autoridades, hermanos en la fe etc. Porque esto nos recuerda siempre de quien proviene todo, y es como reconocer también nuestra identidad que de El provenimos,

Señor Tú nos hiciste para Ti y no descansaremos hasta vivir en Ti

Y decirle también gracias a Dios por darnos a María nuestra Madre, que nos enseñe a hacer la voluntad del Padre, y fruto de esta oración es que en mí se encarne Jesús.

La lectura es reconocer ¿quién es JESÚS? y Jesús nos lleva por un camino de lo natural, de la lógica humana.

Para saber quién es Jesús hay que conocerlo, Jesús es hombre y se comporta como hombre, primero conóceme y luego me amarás, sino conocemos a la persona no podemos comprenderla, Dios comprende el corazón del hombre por que lo conoce y Jesús, nos reclama eso, conoce tu identidad es SER CRISTO, cuando Dios modeló al hombre, lo hizo a su imagen y semejanza, eso eres, Cristo imagen perfecta del Padre, Jesús quiere que hoy le conteste.
¿Quien dices tú que soy YO?

Porque si no me conoces, no sabes quién soy Yo, no puedes amarme, comprenderme y hacer las cosas que Yo hago.

¿Qué le contestaron los discípulos?,

Le contestaron con evasivas: unos dicen que eres Juan, otros Elías, otros decían es un profeta, son respuestas ambiguas, que por muy buenas que sean, no son Jesús, y por eso a veces actuamos así en forma ambigua, sin el criterio de la Palabra de Dios.

Jesús no tenía ninguna duda sobre su identidad, porque Él decía y hacía lo que veía decir y hacer al Padre, si nosotros tenemos nociones, pareceres de lo que es Cristo no vamos a poderlo amar y decir y hacer lo que Él hace, y eso nos pasa por que a veces dejamos de dialogar con Cristo, o lo hacemos a medias, o a la ligera porque tenemos mucho que hacer o nos invade la pereza.

Sin embargo Pedro, ¿Qué le contesta? Tú eres el Mesías, el Esperado, el Jesús de la promesa que iba a estar con nosotros hasta el fin de los siglos.

¿Por qué Pedro tendría la respuesta exacta?

Porque en su sencillez había aceptado a Jesús y había decidido seguirle para conocerlo y amarlo hasta hacerse uno con Él. Sólo aquel que ama es capaz de ir con el amado hasta las últimas consecuencias.

¿Qué nos impide conocer a Jesús?

Lo que le sucedió a Pedro, quería seguir a Jesús por el camino fácil, no por donde Jesús quería conducirlo, si quieres ser como Yo, ¿estás dispuesto a morir como yo? ¿A ser rechazado como yo?

Y Jesús no nos propone nada extraordinario, sino asumir nuestras propias debilidades que son las que hacen más pesada la cruz, porque, si estamos fortalecidos no sólo no nos cuesta tomar nuestra cruz sino también la de nuestros hermanos, su carácter, enfermedad, orgullo, etc.

Porque nosotros no sabemos cargar con nuestros errores, culpas, heridas, cuando no me acepto o no acepto a mis hermanos preguntémonos ¿De dónde me proviene esto? Hay hasta hoy, algo que no me perdono, ni me acepto y por eso no acepto a los demás, porque veo en los demás reflejado aquello que como Pedro, quisiera que no suceda.

Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. A buscar caminos fáciles, olvidando, haciéndome la que no me entero, o no sabía.

Es necesario ir a la muerte de nuestro yo, de nuestro orgullo, del facilismo, de hacer las cosas rápido y detenernos. Así como Jesús queramos ir a la muerte ¿Valdrá la pena?

Si, por que Jesús tenía bien claro, que todos los hombres se salven, y ¿tú lo tienes claro, para qué es tu vida?

Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras:
“¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.

A mi encanta la posición de Jesús, que hace ver su vida según el Padre lo quiere, por eso Él puede decir con certeza, el diablo no tiene nada que ver conmigo, él me puede tentar, torturarme, pero Yo hago, sólo que el Padre me dice y con claridad puede dar fe, y decir Yo y el Padre somos UNO, eso es reconocer a Jesús, cuando nos pregunten quién es Jesús ¿qué le responderemos?

Pidamos a María ser dóciles a la Palabra, que lo que Dios me diga hoy, en la oración, me sirva para conocer, amar y SER COMO JESÜS.