PAUTAS DE ORACIÓN

El objetivo de este Blog es ofrecer a las personas que deseen aprender a orar con la Palabra: Pautas de oración.
Desde nuestro encuentro personal con la Trinidad y con María, deseamos que se contagien y deseen tambien hacer una oración contemplativo - Apostólica, que les lleve a anunciar la Buena Nueva.
Es propio de nuestro Carisma escuchar la Palabra, Asimilarla, Vivirla y Anunciarla.

martes, 28 de abril de 2009

Comunica a tus hermanos que has visto al Señor

Juan 20, 11-18

”Y por eso me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz, cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados” (Is 17, 38) Gracias Dios mío, porque, qué ganas Tú con la muerte del pecador, gracias porque por tu resurrección me has rescatado de la muerte y con admirable misericordia has vuelto tu espalda a mis pecados, como si nada haya pasado, dejaste mi alma más blanca que la nieve, ¿Cómo agradecerte Señor? Sólo dándote mi vida y si en algo te pueda servir en tus manos la pongo para que hagas con ella lo que quieras.

“Le dice Jesús: Mujer ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?” (Jn 20,11-18).
La experiencia de resurrección, es fruto de un encuentro personal, intimo y vivo con Cristo, comienza con la búsqueda de nuestro corazón, reconociendo que sin Él, nada tiene sentido, todo es vacío, es una experiencia de ver el sepulcro vacío, que nada nos basta cuando no tenemos a Dios vivo. Pero cuando tenemos este encuentro personal dónde él nos llama por nuestro nombre (cf.Jn 20,16), conociéndonos y amándonos, buscándonos, gustamos su amor que es eterno, porque ha rebasado los límites humanos incluso el de la muerte. Por eso la Resurrección convierte profundamente nuestro corazón, pasando de la certeza de la muerte, a la esperanza radical de la vida y Amor Eterno.

La conversión de corazón que provoca el encuentro con Él, resucitado, no es un cambio de estado de ánimo, no es simplemente dejar de llorar y levantar los ánimos, provoca un cambio de dirección, de orientación de nuestra vida. Convierte al que estaba perdido, haciéndonos una nueva llamada a una vida nueva, desde una nueva presencia con y sin ningún imposible para el Resucitado. Es así como lo provoca en María Magdalena: “Vete a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (Jn 20,17-18).

La conversión que vivió Pedro, le llevo a predicar esta conversión: “Pedro les contesto: conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo” (Hch 2,36-38). No se trata de ser espectadores de su resurrección, sino de convertir nuestro corazón y buscar que todos experimenten este encuentro con el Resucitado y quieran la conversión con el bautismo libres del pecado, nos dispongamos a vivir y anunciar una vida nueva en Cristo.

Jesús tu Resurrección ha de pasar por nuestra vida como lo hiciste con los primeros discípulos: “Dios lo ha resucitado de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello…por tanto arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados todos sus pecados” (Hch 3,15-17). Tú te desbordas en amor, misericordia y fidelidad, sólo nos pides creer y amarte con un corazón agradecido. Un fruto de tu Resurrección es la certeza de tu misericordia, que no nos deja de amar, que no has dejado de darte a nuestra vida, te sigues derrochando. Te pedimos Jesús ser una comunidad fortalecida y arriesgada porque tu estás en nosotros, cuando somos fieles a tu Palabra y no queramos rebajar el amor que recibimos de ti.

Te pedimos María, darnos ojos, para ver a Jesús resucitado y escuchar que me llama por mi nombre, para que sea testigo de la resurrección de tu Jesús y comunique a cuantos me encuentre hoy, que Jesús Resucitado es nuestra esperanza.

Julia

¿A quien enviaré?...¡Aquí estoy, envíame!

Lunes 27 04 09


Is. 6, 1-8; 1 Co. 4, 1-5; Mt. 28, 16-20

Cantaré eternamente del Señor todas sus bondades y anunciará mi boca tu lealtad por todas las edades. Pues el Señor ha dicho: "Mi amor es un amor eterno y mi fidelidad más firme que los cielos".
Con esta disposición vamos a comenzar nuestra oración hoy, de cantar eternamente lo que Dios a obrado a través de nuestras vidas y por ello no podemos dudar que cuando el Señor me llama a ser su discípulo, no hago más que corresponder al inmenso amor que Dios me ha tenido, tiene y lo mantendrá. Pedirle a María que nos de su disposición de escuchar su Palabra y ser fiel a Ella, hasta que reproduzcamos en nuestro hermanos a Jesús.

Is 6,8 Yo oí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". Yo respondí: "¡Aquí estoy: envíame!". El Señor nos invita a seguirle y el seguimiento parte de un estado inicial de cercanía, que puede ser efecto de un acercamiento y que se mantiene por medio de la oración y la escucha de la Palabra. Es decir cercanía del discípulo al maestro, del amigo al amigo, del siervo al señor, o incluso del amante a la persona amada.

"El que quiera venir conmigo... que me siga" La cercanía de Jesús es "proseguir detrás de mí".
Pedro, durante la pasión, seguía a Jesús de lejos. La lejanía en el seguimiento de Jesús llevó a Pedro hasta la negación de la fe y hasta la traición de su amistad con Jesús.

"Seguir a alguien", en el sentido que dan los evangelios a esta expresión, quiere decir "estar con él", o "estar junto a" la persona que se sigue. Jesús llamó a los discípulos "para estar con Él y para enviarlos a predicar", (Mc 3,14).

I Co 4, 2 Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles.
Ante todo, Jesús llama a los hombres para que estén con El. Es lo primero y lo más fundamental de nuestra fe, ya que creer en Jesús, como dice San Juan es "estar cerca de El": "El que se acerca a mí no pasará nunca hambre, y el que tenga fe en mí no pasará nunca sed", (Jn 6, 35). Tener fe es exactamente estar cerca de él y no sólo eso sino que los llama no sólo para que estuvieran con él, sino además para "enviarlos" a predicar, (Mc 3,14). Y que hagan lo mismo que Él hizo, con las mismas palabras y vida.

El seguimiento de Jesús es a la vez, cercanía a Él y moverse con Él, y de tal manera se da que la cercanía a Jesús depende de la predicación que tú hagas, el que se queda quieto, o el que se para, deja por eso mismo de estar cerca de él, porque Jesús nunca aparece instalado, sedentario y quieto; El es el profeta itinerante que jamás se detiene, que va siempre en camino hacia el destino final: Jerusalén.

"Seguir a Jesús" significa asemejarse Él, (cercanía) por la práctica de un modo de vida como el suyo, (hace lo que ve hacer a Jesús), que tiene un desenlace cómo el suyo, (término del camino); la misión está, por tanto, incluida en el seguimiento.

No hay fe donde no hay seguimiento. No hay seguimiento de Jesús donde no hay predicación. O sea, no hay seguimiento de Jesús donde no hay liberación de las ataduras que nos fijan a un sitio, a una situación, a una forma de instalación, sea la que sea. El seguimiento es libertad.

Mt, 28 ,19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo".
Por eso, hay que decir que el enemigo número uno del seguimiento es quedarse inmóvil- El que está inmóvil el que no se mueve de donde está, y además, no está dispuesto a moverse, porque sus propios intereses, sus miedos y sus cobardías no le dejan moverse, le paralizan y le condenan a la infecundidad de no tener hijos de su vida espiritual, de la unión con Jesús, que le llamarán Padre o Madre aquí en la tierra y en la eternidad.

En este sentido pidámosle a María, a acoger a Jesús en nuestro corazón y cómo mantenerlo y llevarlo a los demás, fruto de nuestra oración es que de nuestras entrañas nazca Jesús en cada hermano hasta que se salven.

Julia.

sábado, 25 de abril de 2009

Ve y anuncia, resistiendo al mal firme en la fe


1 Pe. 5, 5b- 14; Sal. 88; Mc. 16, 15- 20

Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos”. Sal 88. Como Uds. verán no hay palabras más seductoras que estas, un Dios que busca a su criatura y le promete su Amor y Lealtad hasta el fin de los tiempos, Él sólo espera que nosotros tengamos dispuestos el corazón para acogerle, amarle con todo nuestro ser. Pidamos a María sus oídos para escuchar la Palabra que Dios me quiere regalar esta mañana y hacerla vida a fin de ir anunciando su Palabra a cuantos se nos acerquen y Él nos regala la gracia de ser también como Él firmes en nuestra fe.

Cuando Él nos llama a anunciar su Palabra quiere que descubra esta infinita sed AMOR. Que ha sido derramado en lo profundo de nuestro corazón y poder sentir la plenitud interior desbordante a que estamos llamados.

Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. El deseo más fuerte que coge a Jesús es que conozcamos el don de su encuentro en una nueva y asombrosa dimensión, porque solo así podemos ser firmes ante las tentaciones, y ser libre hasta decir como Él ¡Animo, Yo he vencido al mundo! Jn,16,33.

Jesús ¿Por qué logra vencer al mundo en sus tentaciones? Porque ora continuamente y está en diálogo con el Padre y puede discernir qué cosas son las que le obstaculizan y qué le dejan ser libre para realizar la misión de la forma como se lo propone el Padre.

Él, entra en las casas para cenar y compartir pero su promesa va más lejos que este simple "estar juntos" que puede ofrecer una persona a la otra. Es un amor que es libre y desprendido del otro y sabe a la vez estar con el otro como lo requiere la verdadera amistad. Cuantas veces con un gesto Jesús rompe fronteras marginales, prejuicios y barreras culturales: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28,20)

A nosotros sin embargo la inclinación de nuestro corazón herido por el pecado lo arrastra al amor de los bienes creados y lo cierra en su egoísmo, Es lo mismo que Pablo llama "ley del pecado" que "reina en nuestros miembros" (Rom 7,21-25).

Por eso, en diálogo con Jesús, descubramos que la salvación que Él nos propone, es el amor fiel de Dios al hombre, que le impulsa a desarrollar las mismas actitudes de amor al prójimo, de perdón y que vence el mal que hay en nosotros y de esta manera significa la superación del mal, de los poderes demoníacos.. El Reino de Dios inicia y potencia una nueva vida, liberada del mal, para la vida, la reconciliación, la libertad, el amor y la paz.

A medida que vamos extendiendo el reino, nuestra mente, corazón y voluntad, se van haciendo más fuertes y más puros, donde el Espíritu de Dios se hace cada vez más factible, se le puede oír con más claridad, lo que Dios quiere que digamos y hagamos como lo hacía Jesús.

Madre querida, ayúdanos a ser cada vez más fuertes ante las tentaciones y digamos como tú y Jesús ¡El demonio no tiene poder sobre mi! Por eso nos dices: Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes.
Julia

viernes, 24 de abril de 2009

Ofrece tu vida con fe y el Reino se extenderá porque muchos creerán

Hch. 5, 34-42; Sal. 26; Jn. 6, 1-15


Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia (sal 26)} Lo que seduce y cautiva nuestra vida de seguidores de Jesús es contemplar y abrazar a este Dios-Hombre, Jesús, el Cristo que se vive y se entrega como alguien que es "todo amor” y que implica afinidad y complacencia entre amante y amado" : nosotros sentimos esta afinidad con Jesús porque reconocemos en El nuestra identidad verdadera, nuestro 'SER' auténtico y nuestro destino definitivo.

Nuestra misión trascendente y nuestra labor evangelizadora y misionera es procurar para todos los hombres su mejor bien: el llegar a ser Jesús. Es reproducir en carne propia el amor de Jesús. Tal será la clave para fijarnos en los lazos del auténtico AMOR que Jesús es capaz de tener.

Pero este amor de Jesús es un amor expansivo, universal que emana del corazón mismo de Dios Padre: DIOS ES AMOR.

Dios en su amor a los hombres se presenta particularmente como "Padre" de los pecadores, de los desamparados, de los "pobres de espíritu", de los religiosa y socialmente marginados, como son los "publicanos y las prostitutas.

Hay por lo tanto: el amor recibido, como río caudaloso, capaz de encontrar en cada corazón humano y el amor para con los demás y vivir una compenetración tan íntima que llega a identificarse con el otro: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños (dar de comer, o de beber, vestir, visitar a enfermos y encarcelados) a mi me o hicisteis." (Mt 25, 31-46).

¿Entonces que hacía Jesús para vivir su misión, tal como nos la presenta? Haciendo de su vida una oración, “no digo nada por cuenta propia, sino aquello que el Padre me dice” y haciendo de su oración una Vida, “no hago más que lo que veo hacer el Padre” Es decir vivía en íntima unión con el Padre escuchando su Palabra, una persona que ora no puede callar lo que ha oído y ha visto hacer a Jesús, brota normalmente de su corazón, el querer ser testigo de su amor y no se conforma con vivir el reino aquí y ahora, solo, sino que quiere que todos los hombres lo vivan.

Uds. Han visto personas que como Pablo, los santos, misioneros y muchos discípulos que realmente tienen la gracia de hablar con Dios, no se quedan con los brazos cruzados; sino que su corazón cada vez quiere abrazar a más hermanos hasta hacer que todos los seres humanos se salven.

Si hasta ahora, no me nace ir en busca del hermano, es que quizás, no nos hemos dejado tirar (como Pablo) del caballo, de nuestra indolencia, de nuestras comodidades, de nuestro orgullo y no nos convertimos de perseguidores a apóstoles del Reino de Dios.

¿Por qué Jesús es capaz de conseguir relaciones de amistad auténtica con los demás?
¿Cómo logra ver las necesidades de los demás? ¿Cómo les capta y consigue buscar respuestas eficaces para su bien? Queda claro: "Su máximo bien" será el motivo de la práctica de amor.

Pidamos a María, que en el silencio de su oración y Amor a Dios, nos convierta, como Ella, en verdadera Madre de la humanidad, que quiere que todos vivan el reino nos convierta en portadoras de la Palabra de Dios, de quienes nos vean y nos escuchen. Mamita dame tus ganas de manifestar y darles el reino a mis hermanos.

Julia.

jueves, 23 de abril de 2009

Haz la prueba en obedecer la Palabra y verás que bueno es el Señor

Hechos de los Apóstoles (5, 27-33)


Bendeciré al Señor a todas horas; no cesará mi boca de alabarlo. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. Esa debe de ser nuestra posición ante un Dios que hace tanto por nosotros, y que hoy nos llama a ser obedientes a su Palabra como lo fueron sus primeros discípulos prefirieron ir a la muerte que desobedecerlo, y pedirle a nuestra Madre, que nos enseñe a ser dóciles a la voz de Dios, como Ella lo fue y sobre todo ante esa obediencia fiarse de que su Dios es bueno y que se sentía tan amada por Dios, que no dudaba en obedecerle, porque sabía que su Dios, no iba a permitir que nada malo le pasara.

“Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre”. Pedro y los otros apóstoles replicaron: “Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres.”

¿Por qué ellos podían ser obedientes? ¿Uds. creen que Dios nos hizo desobedientes? Pues si nos hubiera hecho desobedientes, no sería un Dios bueno, pero Él nos hizo bien, nos hizo obedientes y dóciles a su voz, nos creó para amarle, servirle y darle gloria ¿Pero qué pasó, que aprendimos a ser desobedientes? Las voces de nuestro egoísmo, de nuestra soberbia, del mundo, nos sedujeron, nos pareció que Dios, quería que no fuéramos más que Él, y quisimos arrebatarle la autoridad, que tenía sobre nosotros, como nuestro Creador, nuestra soberbia de querer imponer nuestros gustos, ideas, pareceres, para someter no sólo a nuestros hermanos, sino también queremos que Dios se someta a nuestros caprichos, eso nos hizo desobedientes.

Por eso Dios a pesar de eso nos amó tanto que envió a su Hijo Jesús, que se hizo obediente, hasta la muerte en cruz, para que nos enseñara, que quien quiere ser el primero entre sus hermanos, tiene que ser el que da más amor, da su vida, se pone al servicio de los demás, como Él, que nos lava los pies, para que seamos limpios de corazón, llora ante nuestra debilidad, ante nuestros sufrimientos, se pone delante y saca la cara por nosotros, que somos pecadores, Él asume nuestras culpas a fin de librarnos de las penas del infierno de una vida sin AMOR.

Por eso hoy día, vamos a pedirle a Jesús, que nos dé un corazón manso y humilde como el de Él, que no hacía nada sino lo veía a hacer el Padre y no decía nada sino lo escuchaba. Obedecer a Dios antes que a los hombres, y para eso hay que estar continuamente en escucha de su Palabra, cuanto más escuchemos más aprenderemos cada día a ser más obedientes, porque el Espíritu de Jesús, actuará por nosotros, abogará por nosotros y creerá, tendrá esperanza, Amor, por nosotros cuando a nosotros nos falta, Él cuidará nuestra alma, en la noche oscura de desesperanza, de falta de fe o Amor.

Madre, Mamita querida, toda tu Vida como la de Jesús, no fue otra cosa que dejarte guiar por el Espíritu Santo, a fin de obedecer a la Palabra de Dios, enséñanos a ser como tú, para que el fruto de nuestra oración siempre sea ¡Hágase en mi según tu Palabra!

Julia

miércoles, 22 de abril de 2009

Queremos tener Vida eterna

Juan (3, 16-21)


“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo” y por eso me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz, cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados (Is38)

La oración de cada día, el esfuerzo por buscarte cada mañana para que nos enseñes a vivir en todo momento, es el primer acto de confianza. Es poner en marcha nuestra fe... dirigirnos al Padre y reconocernos como hijos. Es confiar en que Dios está ahí, esperándonos, y que Él es la garantía de que mi vida, mi entrega, mi donación no son en vano. “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11,1).

No podemos separar la fe de la vida, lo que decimos creer es la práctica de nuestra vida. Nuestra vida ha de acompañar nuestras palabras. No hacemos la voluntad de Dios porque dediquemos un tiempo a la oración o porque asistamos a grupos, ni porque digamos cosas en su nombre. Hacemos su voluntad cuando hacemos lo que Él, nos dice en su Palabra.

“Hijos míos, ¡obras son amores y no buenas razones!”(1 Jn. 2, 18). Porque la vida de Jesús ha sido muy práctica, el ha ido por delante marcándonos el camino. Cristo ha dado su vida, en Él, el Amor (Dios), no ha sido una teoría, no han sido buenas palabras, sino que ha sido muy real. Y por eso, nosotros hemos conocido lo que es el amor, no porque alguien nos haya hablado teorías bonitas sobre el Amor; sino porque alguien nos ha demostrado con su propia vida que nos quería.

“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios”

Vivir en clave de fe, no es más que hacer vida la Palabra que cada día escuchamos. “Cristo dio su vida por nosotros. Así hemos conocido lo que es el Amor; nosotros debemos dar la vida por los hermanos” 1ªJn.2,16) Probaremos la calidad de nuestra fe en la práctica de la vida, probaremos la calidad de nuestra conversión en el amor práctico que tengamos a nuestros hermanos.
Revisemos hoy día, si nuestra vida está conforme a lo que decimos creer, si los demás al vernos, ven una vida de fe que puede seguirla como la de Jesús.
María, Madre de fe, ayúdanos a vivir la Palabra que Jesús, nos ha regalado hoy.

Julia

Pídele al Espíritu Santo la generosidad de los primeros cristianos

Martes 21 04 09


Hechos de los apóstoles 4,32-37.

Alegrémonos, regocijémonos y demos gracias, porque el Señor, nuestro Dios omnipotente, ha empezado a reinar. Aleluya. Y el Señor reina cuando se ensancha nuestro corazón para acoger su Vida y su Palabra y como Él vivir en comunicación continua con el Padre para que nos diga qué debemos hacer y cómo hacerlo, para ser como sus apóstoles, que “tenían un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenían.
A veces nuestra fe no está muerta, pero hay un divorcio entre la fe y la vida. En el Vaticano II (GS 19), dice que este divorcio origina las corrientes de ateísmo que existen en la actualidad. En nuestros ambientes esta misma incoherencia entre la fe y la vida es la causa de estas grandes masas de personas que viven en la pobreza
¿Cómo es posible que vayamos a recibir a Jesucristo en la Eucaristía y no le acojamos para compartir lo que tenemos: comida, ropa, medicina, trabajo, cultura, fe, en nuestras casas? "El que dice que ama a Dios y no ama al hermano es un mentiroso" (1Jn 3,15 y 4,20). "El que ama al Padre ama a los hijos de este Padre" (1Jn 5,1).
Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y
luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

Hoy, nuestro Padre Dios quiere resucitar nuestra fe, y nos grita: "¡Despierta, sal de tu indiferencia, de tu pasividad, abre los ojos y mira que tus hermanos están mal, están ahí, tirados en el camino de la vida! ¿Por qué no les miras de frente y reconoces que soy Yo el que estoy ahí tirado en el camino esperando una ayuda? Abre los ojos, despierta, y no evadas la mirada, no te vayas por la otra parte del camino".
"Desde la fe descubrimos el rostro del Señor en los rostros sufrientes de nuestros hermanos: "los rostros desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda externa y de las injusticias sociales; los rostros desilusionados por los políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; los rostros angustiados de los menores abandonados que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros puentes; los rostros sufridos de las mujeres humilladas y postergadas; los rostros cansados de los emigrantes, que no encuentran digna acogida, los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente" (Santo Domingo 178).
Cuando vemos a los demás que necesitan algo de nosotros, a veces nos da miedo porque nos decimos: "¿y si ahora me paro, qué puede pasar, qué consecuencias me puede traer esto?"

Yo recuerdo con enorme agradecimiento a personas que no las conocí nunca pero que en el momento de mi accidente, no tuvieron ningún reparo en ponernos en su carro y llevarnos al hospital, en cuestión de segundos nos salvaron la vida.

Pero hazte la pregunta al revés: "¿Y si yo no me detengo y no le atiendo, qué le puede pasar a él?" Posiblemente cuando le encuentren otros ya estará muerto.
Pues ¿sabes un cosa? Que no hacer nada es dejarle morir. Y lo más grave es que cuando no amamos a los otros también nos dañamos a nosotros, porque el que no ama permanece en la muerte...

Vamos a pedirle a María, nuestra madre nos enseñe a ser generosos con nuestros hermanos.

Julia

lunes, 20 de abril de 2009

Quien no vuelve a nacer no ve el Reino de Dios


Juan 3, 1-8

Si han resucitado con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Señor Jesucristo, haz que nosotros formemos más «que un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32), porque sólo así podemos renacer de lo alto. Si creamos clima de amistad y benevolencia entre nosotros, tendremos la paz y el Espíritu Santo.

Es necesario orar como los apóstoles que eran perseverantes en la oración... Si hacemos fervientes oraciones, el Espíritu Santo vendrá a nosotros y nos dirá: “Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos” es decir, dejarnos llevar por el Espíritu Santo: «Envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra»


Hemos de pedir esta paz a fin de que el Espíritu de paz venga sobre nosotros. Y también debemos dar gracias a Dios por todos su beneficios y para obtener el Espíritu Santo hay que agradecer a Dios Padre primeramente por habernos enviado a Jesucristo, nuestro Señor, su Hijo... -porque «de su plenitud todos hemos recibido» (cf Jn 1,16) su Espíritu sobre los que se disponen a recibirlo.
“Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”.


Es un reto para hoy vivir tu evangelio, pero me atrae tremendamente este llamamiento a cambiar mi vida y mi corazón, a renacer de nuevo en tu Espíritu.


Como tus discípulos y como todos aquellos que se encuentran contigo, tu vida se me presenta como un desafío irresistible que no puedo dejar de vivir si quiero ser feliz
En medio de una sociedad cada vez más hedonista, que proclama con toda fuerza el bienestar propio por encima de todo, Tú me llamas a la pobreza de espíritu, a la libertad de mí mismo para poder ser verdaderamente hermano de todos.


También es un reto hoy obedecer tu llamada a tener un corazón limpio cuando en el ambiente pululan la mentira, el doble sentido, la corrupción.


Tu definición por las cosas de arriba, es decir por tu Palabra, es una llamada que todos necesitamos escuchar. Aunque la compasión, la humildad, el trabajo por la paz, el sufrimiento, son actualmente monedas tan devaluadas, Tú las reconoces como el sello de tu auténtico discípulo, como la fuente de la felicidad que buscamos, por eso no te cansas de llamarnos a vivirlas y propagarlas con nuestra palabra y con nuestra vida:


Jesús, que, me ponga de pie ante tu llamada, de vivir las cosas de arriba sin descuidar de mis deberes y obligaciones como esposa/so, madre, Padre, trabajador, estudiarte, o en el lugar donde me encuentre.


Madre, que pueda como Tú reconocer la mirada de Amor de Dios sobre mi vida y ver la trascendencia de mi respuesta, porque no emana de mí esta misión de trasmitir su Vida; enséñame a escuchar, asimilar y vivir la palabra que recibo cada día que como Tú la guarde en el corazón y responda: "Hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1,38).


Julia

domingo, 19 de abril de 2009

Creo en la Misericordia Divina

Dios es Amor, como nos recuerda san Juan (1Jn 4,8 y 4,16). Por amor creó el universo; por amor suscitó la vida; por amor ha permitido la existencia del hombre; por amor hoy me permite soñar y reír, suspirar y rezar, trabajar y tener un momento de descanso. El amor, sin embargo, tropezó con el gran misterio del pecado.

Un pecado que penetró en el mundo y que fue acompañado por el drama de la muerte (Rm 5,12). Desde entonces, la historia humana quedó herida por dolores casi infinitos: guerras e injusticias, hambres y violaciones, abusos de niños y esclavitud, infidelidades matrimoniales y desprecio a los ancianos, explotación de los obreros y asesinatos masivos por motivos raciales o ideológicos.

Una historia teñida de sangre, de pecado. Una historia que también es (mejor, que es sobre todo) el campo de la acción de un Dios que es capaz de superar el mal con la misericordia, el pecado con el perdón, la caída con la gracia, el fango con la limpieza, la sangre con el vino de bodas. Sólo Dios puede devolver la dignidad a quienes tienen las manos y el corazón manchados por infinitas miserias, simplemente porque ama, porque su amor es más fuerte que el pecado. Dios eligió por amor a un pueblo, Israel, como señal de su deseo de salvación universal, movido por una misericordia infinita. Envió profetas y señales de esperanza. Repitió una y otra vez que la misericordia era más fuerte que el pecado.

Permitió que en la Cruz de Cristo el mal fuese derrotado, que fuese devuelto al hombre arrepentido el don de la amistad con el Padre de las misericordias. Descubrimos así que Dios es misericordioso, capaz de olvidar el pecado, de arrojarlo lejos.
“Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le temen; tan lejos como está el oriente del ocaso aleja Él de nosotros nuestras rebeldías” (Sal 103,11-12). La experiencia del perdón levanta al hombre herido, limpia sus heridas con aceite y vino, lo monta en su cabalgadura, lo conduce para ser curado en un mesón. Como enseñaban los Santos Padres, Jesús es el buen samaritano que toma sobre sí a la humanidad entera; que me recoge a mí, cuando estoy tirado en el camino, herido por mis faltas, para curarme, para traerme a casa.


Enseñar y predicar la misericordia divina ha sido uno de los legados que nos dejó el Papa Juan Pablo II. Especialmente en la encíclica “Dives in misericordia” (Dios rico en misericordia), donde explicó la relación que existe entre el pecado y la grandeza del perdón divino: “Precisamente porque existe el pecado en el mundo, al que ’Dios amó tanto... que le dio su Hijo unigénito’, Dios, que ’es amor’, no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia. Esta corresponde no sólo con la verdad más profunda de ese amor que es Dios, sino también con la verdad interior del hombre y del mundo que es su patria temporal” (Dives in misericordia n. 13). Además, Juan Pablo II quiso divulgar la devoción a la divina misericordia que fue manifestada a santa Faustina Kowalska. Una devoción que está completamente orientada a descubrir, agradecer y celebrar la infinita misericordia de Dios revelada en Jesucristo.


Reconocer ese amor, reconocer esa misericordia, abre el paso al cambio más profundo de cualquier corazón humano, al arrepentimiento sincero, a la confianza en ese Dios que vence el mal (siempre limitado y contingente) con la fuerza del bien y del amor omnipotente. Creo en la misericordia divina, en el Dios que perdona y que rescata, que desciende a nuestro lado y nos purifica profundamente. Creo en el Dios que nos recuerda su amor:

“Era yo, yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor de mí y no recordar tus pecados” (Is 43,25).

Creo en el Dios que dijo en la cruz “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34), y que celebra un banquete infinito cada vez que un hijo vuelve, arrepentido, a casa (Lc 15). Creo en el Dios que, a pesar de la dureza de los hombres, a pesar de los errores de algunos bautizados, sigue presente en su Iglesia, ofrece sin cansarse su perdón, levanta a los caídos, perdona los pecados. Creo en la misericordia divina, y doy gracias a Dios, porque es eterno su amor (Sal 106,1), porque nos ha regenerado y salvado, porque ha alejado de nosotros el pecado, porque podemos llamarnos, y ser, hijos (1Jn 3,1).

A ese Dios misericordioso le digo, desde lo más profundo de mi corazón, que sea siempre alabado y bendecido, que camine siempre a nuestro lado, que venza con su amor nuestro pecado. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento” (1Pe 1,3-5).

P. Fernando Pascual

sábado, 18 de abril de 2009

Lleva la Palabra de Vida a todo el mundo.


Marcos 16,9-15

"Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación" (Salmo 117) porque estamos felices, que Él resucitó.

En ese clima debiéramos permanecer, porque eso es lo muy nuestro, estamos pisando la tierra del Señor, ya descalzos de la muerte del pecado, y vamos a permanecer vivos porque la Palabra del Señor es viva y Dios es un Dios de la tierra, Él es “el Dios con nosotros”, sino sentimos esta Pascua como nuestra salvación es por que dejamos a Dios que se quedara en el cielo y eso no es así, nuestro Dios es un Dios cercano que acude a nosotros cada vez que lo invocamos.

A los discípulos les pasaba lo que algunas veces, nos pasa a nosotros, no creer; cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús dijo Bienaventurados los que creen sin haber visto, y es que creer no es sólo decir creo; sino que esa palabra involucra todo mi ser, creer en Jesús es insertarme en su Vida, en su Palabra y en su Cuerpo, que son nuestros hermanos, por eso Jesús a pesar de que no creían, y no le comprendían, se fía de ellos y en ellos de nosotros y nos dice: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”

Nos hace sus apóstoles dándoles no sólo el Evangelio, sino hasta el propio ser; cuidando, como un padre, de cada uno, exhortando, alentando... haciendo propios sus sufrimientos; velando junto a ellos en los momentos de mayor dificultad, en los que el fracaso, la no aceptación, el desánimo, el derrotismo y, a veces, hasta la desesperación, dejan heridas difíciles de curar. En esa experiencia de debilidad, de querer pero no poder, el apóstol acompaña, tiende la mano... por eso sufre, él mismo, dolores de parto hasta ver a Cristo formado en el hermano (Ga 4,19); hasta que el hermano vive del todo en el terreno de Dios, amando como Jesús.

El apóstol vela por él y espera atentamente su resurrección, como María hace con cada uno de sus hijos, con la esperanza que nace de su amor entrañable.

Esa resurrección, ese nacer de nuevo, es Dios quien lo realiza en cada hombre con la colaboración del apóstol. Por eso se me pide una amistad muy fuerte con el Espíritu; un estar muy de acuerdo con Él, dócil a sus insinuaciones, que me van dando luz sobre lo que mi hermano necesita.

Es Él quien con más fuerza busca que mi hermano tenga vida abundante (Jn 10,10).

Jesús ama desde un amor que no es aparatoso sino discreto, y que, en lo sencillo, permite al hermano crecer y hacer camino: "El que crea hará mis obras y hará mayores aún" (Jn 14,12).

Jesús, pon tu luz en mi consciencia, tus ojos en mi mirada, tu Espíritu en mi corazón, tu Palabra en mi boca, para llevar la Buena Nueva a mis hermanos.

Mamaíta querida, ayúdame a ser dócil a la Palabra y llevarla con mi Vida a mis hermanos, como tú lo hiciste, con amor de MADRE.
Julia.

jueves, 16 de abril de 2009

“Quédate con nosotros, Jesús”

Lucas (24, 13-35)

15 04 09


El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, es en el mismo día en que habían ido las mujeres a buscar a Jesús en el sepulcro, ubiquémonos en qué experiencia de resurrección hemos tenido en estos días, « ¿Habéis visto al amor de mi alma? Apenas había pasado los guardianes, (se trata de los dos ángeles) cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré» (Cantar 3,3-4).
Y en el pasaje de hoy los discípulos tienen otra experiencia: Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?” Efectivamente, ellos rehacen su propio camino y regresan a Jerusalén, donde se encuentran con los Once y los que estaban con ellos que decían: ¡ES VERDAD! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO Y SE HA APARECIDO A SIMON! Ellos por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan (Lc 24,33) y cuando le reconocen Jesús desaparece de su lado y se dijeron el uno al otro ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc.24, 32).

Es sólo desde una experiencia personal de fe donde podemos empezar a hablar de que Jesús salva y libera. Es la fuerza de la sencilla convicción de fe creída en el fondo del corazón: ME AMO Y SE ENTREGO A SI MISMO POR MI. Ante esta experiencia, todo lo que sabemos teóricamente se viene abajo, esta experiencia se tiene que dar en nuestra propia interioridad. Sólo así puede ser fecunda y capaz de una transformación operativa de nuestro ser y, que nos vuelve fermento de cambio en el mundo que nos rodea.

Yo me acuerdo que en una Pascua, me encontré con un Jesús que le interesaba mi vida, que me había amado a mí y que me ha buscado de una manera muy personal y que se entregó su vida para salvarme de mi vida de pecado en que vivía, eso en mi marcó toda mi vida, No puedo explicar muchas cosas de aquella sencilla experiencia. Sólo sé que me sentí muy feliz y que mi vida dio un cambio total que decidí integrarme a la comunidad para que mi experiencia interior de fe se realice en el interior de una comunidad de fe que ha hecho la misma experiencia de fe.

Es en la experiencia de la resurrección, hecha por los primeros discípulos, aquellos que han convivido con Jesús y que harán la experiencia extraordinaria de su resurrección, y que nos van a transmitir de boca en boca a través de los siglos


Yo creo que ahí tenemos todos los elementos de la fe pascual, una fe que se verifica en la comunidad de discípulos y con la presencia de los apóstoles y es allí donde Jesús, le reconocemos, como Salvador y Señor, es algo que cambia absolutamente el curso de nuestra existencia y nos convierte en COMUNIDAD de discípulos Y EN MISIONEROS -ENVIADOS- para todo el mundo.

Gracias Jesús, por hacer e mi vida una experiencia íntima, en continuo diálogo con la Palabra y esta misma oración me hace ver que mis hermanos necesitan también de esta experiencia contigo para colaborar contigo en el plan de Dios: de que todos los hombres se salven.

Mamita querida, dame tu corazón misionero, para amar a mis hermanos y llevarles la Palabra de Jesús que es resucitadora.(24, 13-35)


El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, es en el mismo día en que habían ido las mujeres a buscar a Jesús en el sepulcro, ubiquémonos en qué experiencia de resurrección hemos tenido en estos días, « ¿Habéis visto al amor de mi alma? Apenas había pasado los guardianes, (se trata de los dos ángeles) cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré» (Cantar 3,3-4).
Y en el pasaje de hoy los discípulos tienen otra experiencia: Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?” Efectivamente, ellos rehacen su propio camino y regresan a Jerusalén, donde se encuentran con los Once y los que estaban con ellos que decían: ¡ES VERDAD! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO Y SE HA APARECIDO A SIMON! Ellos por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan (Lc 24,33) y cuando le reconocen Jesús desaparece de su lado y se dijeron el uno al otro ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc.24, 32).

Es sólo desde una experiencia personal de fe donde podemos empezar a hablar de que Jesús salva y libera. Es la fuerza de la sencilla convicción de fe creída en el fondo del corazón: ME AMO Y SE ENTREGO A SI MISMO POR MI. Ante esta experiencia, todo lo que sabemos teóricamente se viene abajo, esta experiencia se tiene que dar en nuestra propia interioridad. Sólo así puede ser fecunda y capaz de una transformación operativa de nuestro ser y, que nos vuelve fermento de cambio en el mundo que nos rodea.

Yo me acuerdo que en una Pascua, me encontré con un Jesús que le interesaba mi vida, que me había amado a mí y que me ha buscado de una manera muy personal y que se entregó su vida para salvarme de mi vida de pecado en que vivía, eso en mi marcó toda mi vida, No puedo explicar muchas cosas de aquella sencilla experiencia. Sólo sé que me sentí muy feliz y que mi vida dio un cambio total que decidí integrarme a la comunidad para que mi experiencia interior de fe se realice en el interior de una comunidad de fe que ha hecho la misma experiencia de fe.

Es en la experiencia de la resurrección, hecha por los primeros discípulos, aquellos que han convivido con Jesús y que harán la experiencia extraordinaria de su resurrección, y que nos van a transmitir de boca en boca a través de los siglos


Yo creo que ahí tenemos todos los elementos de la fe pascual, una fe que se verifica en la comunidad de discípulos y con la presencia de los apóstoles y es allí donde Jesús, le reconocemos, como Salvador y Señor, es algo que cambia absolutamente el curso de nuestra existencia y nos convierte en COMUNIDAD de discípulos Y EN MISIONEROS -ENVIADOS- para todo el mundo.

Gracias Jesús, por hacer e mi vida una experiencia íntima, en continuo diálogo con la Palabra y esta misma oración me hace ver que mis hermanos necesitan también de esta experiencia contigo para colaborar contigo en el plan de Dios: de que todos los hombres se salven.

Mamita querida, dame tu corazón misionero, para amar a mis hermanos y llevarles la Palabra de Jesús que es resucitadora.

Jesús es la Piedra angular

17 04 09

Salmo 117, Hechos 4, 1-12

En este tiempo que la Iglesia nos ofrece, son de suma alegría, y esperanza, vivámosla agradecidos de ese Jesús, que nos amó y se entregó por nosotros y como respuesta es decir como Pablo, ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí, porque su Vida me seducido y yo me he dejado seducir, con ese espíritu de Jesús, pidamos a la Madre, que nos ayude a tener, sostener y anunciar que Jesús, es nuestra piedra angular donde se ha edificado toda mi vida y que mi corazón es casa de oración para mí y todos los pueblos. Porque desde esta experiencia personal de fe podemos empezar hablar que Jesús salva y libera.

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular
Toda la intención de la Palabra es demostrar que Jesús es el Cristo Salvador, que nos libera de las esclavitudes del pecado, las limitaciones y la muerte, dándonos así la vida eterna, en la que entramos por la fe, como nos dice el final del evangelio de Juan: Jesús realizó en presencia de los discípulos, otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida eterna (Jn 20, 30).

Para los que habían convivido con Jesús, el reconocimiento de Jesús como Salvador y Señor, es algo que cambia absolutamente el curso de su existencia y los convierte en COMUNIDAD de discípulos Y EN MISIONEROS -ENVIADOS- para todo el mundo.

¿Eres tú el Cristo o debemos esperar a otro? (Mt 11,3).Esta pregunta, llena de esperanza, atraviesa todos los evangelios. Efectivamente éstos están escritos por aquellos que ya han hecho la experiencia de la salvación en Jesucristo y por esto están convencidos de la respuesta, “a quien vosotros matasteis, clavándole en la cruz [...]. A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. [...] Sepan, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios lo ha constituido Señor y Piedra angular a este Jesús a quien vosotros han crucificado (Hch 2,22-38).

Esta palabras sencilla identifican a Jesús, muerto violentamente en la cruz, con el Mesías salvador, y se constituye el centro de nuestra fe, y esperanza.

¿Es Jesús realmente mi piedra angular o la he desechado por que es piedra me obstaculiza mis planes de ser más, tener más, gozar más?

Digamos a Jesús, desde el fondo del corazón que su vida me ha seducido y por ello Él, es mi piedra angular, donde edificaré una Iglesia para mí y para todos los pueblos.

Mamá querida, enséñame a hacer de Jesús, mi piedra angular, que me edifica, sostiene y hace propagar su Reino.

Julia

martes, 14 de abril de 2009

“Quédate con nosotros, Jesús”

Lucas (24, 13-35)


El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, es en el mismo día en que habían ido las mujeres a buscar a Jesús en el sepulcro, ubiquémonos en qué experiencia de resurrección hemos tenido en estos días, « ¿Habéis visto al amor de mi alma? Apenas había pasado los guardianes, (se trata de los dos ángeles) cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré» (Cantar 3,3-4).

Y en el pasaje de hoy los discípulos tienen otra experiencia: Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?” Efectivamente, ellos rehacen su propio camino y regresan a Jerusalén, donde se encuentran con los Once y los que estaban con ellos que decían: ¡ES VERDAD! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO Y SE HA APARECIDO A SIMON! Ellos por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan (Lc 24,33) y cuando le reconocen Jesús desaparece de su lado y se dijeron el uno al otro ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? (Lc.24, 32).

Es sólo desde una experiencia personal de fe donde podemos empezar a hablar de que Jesús salva y libera. Es la fuerza de la sencilla convicción de fe creída en el fondo del corazón: ME AMO Y SE ENTREGO A SI MISMO POR MI. Ante esta experiencia, todo lo que sabemos teóricamente se viene abajo, esta experiencia se tiene que dar en nuestra propia interioridad. Sólo así puede ser fecunda y capaz de una transformación operativa de nuestro ser y, que nos vuelve fermento de cambio en el mundo que nos rodea.

Yo me acuerdo que en una Pascua, me encontré con un Jesús que le interesaba mi vida, que me había amado a mí y que me ha buscado de una manera muy personal y que se entregó su vida para salvarme de mi vida de pecado en que vivía, eso en mi marcó toda mi vida, No puedo explicar muchas cosas de aquella sencilla experiencia. Sólo sé que me sentí muy feliz y que mi vida dio un cambio total que decidí integrarme a la comunidad para que mi experiencia interior de fe se realice en el interior de una comunidad de fe que ha hecho la misma experiencia de fe.

Es en la experiencia de la resurrección, hecha por los primeros discípulos, aquellos que han convivido con Jesús y que harán la experiencia extraordinaria de su resurrección, y que nos van a transmitir de boca en boca a través de los siglos


Yo creo que ahí tenemos todos los elementos de la fe pascual, una fe que se verifica en la comunidad de discípulos y con la presencia de los apóstoles y es allí donde Jesús, le reconocemos, como Salvador y Señor, es algo que cambia absolutamente el curso de nuestra existencia y nos convierte en COMUNIDAD de discípulos Y EN MISIONEROS -ENVIADOS- para todo el mundo.

Gracias Jesús, por hacer e mi vida una experiencia íntima, en continuo diálogo con la Palabra y esta misma oración me hace ver que mis hermanos necesitan también de esta experiencia contigo para colaborar contigo en el plan de Dios: de que todos los hombres se salven.

Mamita querida, dame tu corazón misionero, para amar a mis hermanos y llevarles la Palabra de Jesús que es resucitadora.

Julia



Comunica a tus hermanos que has visto al Señor

Juan 20, 11-18
‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ”.

Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. Realmente es día de gracia, que bueno que el Señor nos ama tanto y mejor sería que sintamos ese amor tan presente en nuestras vidas y nos dejemos abrazar por este Cristo resucitado, para que nuestras lágrimas se sequen y vivamos el gozo de Jesús, que actúa en libertad, “ A mí nadie me quita la vida, yo la doy cuando quiero y la vuelvo a recuperar cuando quiero, nadie puede llevarse a mi Señor, si aprendo a amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y nuestras fuerzas.
Las mujeres lo buscan con miedo y gozo”, a la vez “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto” porque recién habían conocido al Maestro, y su fe es débil, porque esperaban otra clase de liberación, ellas recién van a aprender a gozar de su presencia, porque la Pascua, no puede sucederse sin más. La vida de estas mujeres de las que nos habla el Evangelio, no fue la misma después del encuentro con Cristo Resucitado. Los resucitados son los que tienen un «cambio» de vida, un «cambio» que les sale por los ojos brillantes y que se convierte enseguida en algo contagioso, algo que demuestra que la vida es más fuerte que la muerte.

Dejémonos penetrar por la fuerza de la Resurrección del Señor. Que su “Pascua” por nuestras vidas no nos deje indiferentes, que nos libere y nos transforme como lo hizo con los primeros cristianos que fueron capaces, incluso, de dar su vida por la causa del anuncio de la Buena Nueva. Pero lo más importante, es liberación radical de la esclavitud del pecado que nos agobia, si aún no nos hemos reconciliado, Él nos sigue esperando.
“Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ” Y Jesús como siempre con su Palabra, invitándonos a mantenernos en comunicación con el Padre y reconocerlo como nuestro Padre que nos cuida con su providencia admirable y como Dios, porque para Él no hay nada imposible, y por ello nos dice fíense de mi Padre porque Él conoce sus necesidades y no hay nada que no pueda solucionar, basta que nosotros le digamos ¡Padre y Dios mío en ti confío! Por eso hablo contigo a solas y permanentemente.

Madre Querida, enséñanos cómo fiarnos de Él, como tú lo hiciste, siempre segura de su Amor y no titubeaste ni en los momentos más difíciles que te tocó vivir.

Julia

Vamos a adorar a Jesús Resucitado


13 04 09

«Ve a mis hermanos y diles: 'Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro'» (Jn 20,17)


Vamos a ponernos en la presencia de Dios y en esa atmósfera del gozo pascual al ir sepulcro con el mismo amor con que se acercan las mujeres y no es que nosotros vamos al encuentro de Él, basta que le demos una muestra de nuestro amor para que Jesús salga a nuestro encuentro y nos diga: «no tengáis miedo: Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». ¡Qué gozo, que Jesús se olvide todo lo que somos y nos hace experimentar su amorosa presencia!
Ayer domingo, cuando me levanté y vi a Jesús nuevamente en el Sagrario me dio tanta alegría que le dije ¡Mi amor otra vez entre nosotros!, Tú no nos puedes faltar nunca y no hubieras sido capaz de quedarte en el sepulcro, por eso Señor quieres valerte de nosotros para que este gozo que sentimos nosotros, lo llevemos por todas partes, llenos de entusiasmo, ir corrieron a comunicar tu Resurrección a todos con quienes nos encontremos. Jesús, nos invita a que no tengamos miedo al recibir el mensaje del anuncio de su resurrección. Porque quien se encuentra conmigo resucitado y dócilmente me sigue, no tiene nada que temer por que tu amor no nace de los que has oído ni de lo que te han dicho sino del encuentro personal conmigo y tendrás ocasiones para comunicar a los otros tu fe de una manera simple y convencida, de tal manera que es posible que su fe nazca del encuentro contigo.
La luz de Cristo es verdaderamente un día sin noche, un día sin fin. Resplandece por todas partes, brilla por todas partes, permanece en todas partes.
Mamita María, ¡qué alegría sentirá tu corazón el saber que tu Jesús vive! y eso te hace también a ti protectora de la fe de los discípulos y propagadora de la VIDA-AMOR de Jesús, regálanos tus actitudes, para ser como Tú.
Julia

El soportó el castigo que nos trae la paz

10 04 09


Isaías 52,13-53,12; Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9; Juan 18,1-19,42.

Pilatos volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús, pero ellos seguían, gritando ¡Crucifícale!¡Crucifícale! ¿Quién es Pilatos? el que tiene la intención de liberar a Jesús, sólo tiene la intención, pero no tiene la fuerza para llevarla a cabo, a pesar de que está convencido de la inocencia de Jesús, a veces así somos nosotros, sabemos lo bueno que es Jesús, nosotros, que venimos a la comunidad, tanto tiempo, no vivimos en diálogo con él, es más nos da lo mismo orar o no orar, nos contentamos con tenerlo en mente, sabemos que es bueno, pero ignoramos su presencia real, viva que necesita de tu diálogo largo, amoroso, sosegado para decirte lo que te ama, y que está dispuesto por ti a dar la vida cuántas veces tu lo necesitas.

Nuestra vida a veces es la de Pilatos, un hombre que entra y sale, es indeciso, no está bien en ningún sitio y no tiene ninguna opinión, ¿Quién es libre Jesús? Pilatos que se ha erigido tu juez o tu que estás atado y coronado de espinas? Pilatos, ante Jesús, es como esa marioneta, atado por el poder, si dice “esto” no es amigo del César, y si dice lo “otro”, condeno a un inocente ¿De lado de quien estás Pilatos? Hasta donde llega el ser humano, como títeres de las circunstancias, atadas a tantos hilos como marioneta, nos jala, las circunstancias por no creer en Jesús, sino que nos hacemos esclavos de eso que nosotros creemos que nos va a ser felices.

Llevaron a Jesús ante el tribunal y le dijeron “Dinos, si eres el Mesías” Jesús respondió: “Tienes razón: Yo lo soy” ¿Qué le pasa a Jesús, que siendo el rey y el que pretende ser tu Rey, se deja llevar ante los tribunales? y Jesús, sabe que está cumpliendo la voluntad del Padre, es el Padre que entrega al Hijo y el Hijo se entrega por obediencia, y se deja llevar por las manos de Dios, ¿Qué le puede pasar, el Padre que cuida hasta de los pajaritos, va a abandonar al que es su complacencia? Por eso, Jesús, responde seguro, cuando le preguntan dinos ¿Quién eres? “Yo soy” Yo soy del Padre, Yo soy el que doy vida, soy el Buen Pastor, soy tu liberador, soy el que voy a dar la vida por ti y tú ¿Quién eres? ¿Yo soy de quién? Puedes contestar como Jesús, con autoridad, sabiendo lo que dice, al decir Yo soy, es en esencia, lo que es: AMOR, paz, justicia, ¿Que te da tanta autoridad? ¿Cómo sé que eres Amor? Y ¿que eres, quien eres? Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna como un servidor…Por eso yo les confiero la realeza, como el Padre me la dio a mí. Él se reconoce Hijo de Dios, Rey de Israel, viene a cambiar, la idea del mundo, sobre lo que es la autoridad, del más grande, del mejor, ¿Quién es el mayor, el mejor , quién es la autoridad? aquel que va por delante, sirviendo a los demás, aquel que se adelanta ante el sufrimiento de los demás, aquel que es samaritano ante el dolor, las heridas de su hermano, aquel que hace compañía a un padre, madre anciano y no le es un estorbo, aquel que no se corre, cuando sus hermanos están en dificultades y no se pone al lado del que le va a hacer ascender, o que le va a dar dinero, o crecer su fama, su producción; sino de aquel, que aún no produciendo, no siendo el más, en nada, le sirve gratuitamente, y se llena de misericordia, con su Palabra y con hechos, la Palabra llena de fe, en aquel que teniendo poder se hace el más humilde de los hombre y por eso es la complacencia del Padre.

Había una inscripción, sobre él que decía: “Este es el Rey de los judíos” aunque se rían de Él, se burlen, Jesús está seguro de su realeza, ¡Qué necesidad de una inscripción! Porque eso quiero inscribirte en tu corazón, no con tinta, ni en un rótulo, quiero inscribirte en tu corazón, que Yo soy tu Rey, con sangre, no como Rey de este mundo, sino Rey porque me dejas actuar en tu corazón, que en medio de tantos acontecimientos de esta semana que ustedes llaman Santa, tú sepas que Yo soy tu imagen, soy el hombre perfecto, el que el lleva el hilo de los acontecimientos y confunde a propios y a extraños, Él está sentado ante sus acusadores, pero Él allí sentado, ante las autoridades, en silencio ¿De qué me acusan? ¿Quién me encontró culpa? Más bien, todos, todos, se sienten culpables y Él no ha dicho ni una Palabra en contra de nadie, es que ponerse a Jesús, es ponerte frente a un espejo y te refleja a la imagen a que estás llamado, ser:

Ese Jesús, que ves crucificado, eres tú, y uno dice, bueno, a mi me sale, decirle, Dios mío y que he hecho con mi vida ¿Por qué he deformado tanto mi imagen? Y eso hace Judas: no soporta y se suicida; Pilatos, intranquilo, consternado de haber mandado a la muerte a un inocente; no tiene paz en el alma, desde ese entonces, la vida de Pilatos, no es más que remordimientos, los soldados, exclaman, realmente este es Hijo de Dios, los discípulos muertos de vergüenza por que no habían podido reconocerlo en público, a lo largo de la procesión entre vítores y cantos, y a lo largo de toda la pasión, Jesús se comporta como un hombre libre, como un Rey que tiene soberanía sobre sí mismo, porque el Padre le ha dado poder para amar hasta el extremo, para llevar hasta el final el proyecto de Dios, que es el dar vida, salvar a todos los hombres, y el hombre es imagen y semejanza de Dios, cuando escucha y obedece a la Palabra.

Julia

lunes, 6 de abril de 2009

He aquí a mi siervo a quien sostengo

Isaías 42,1-7

El Señor está más cerca, muy cerca de Jerusalén, y nos invita a ser partícipes de su Vida y de su Amor, nos hace acercarnos a su corazón bondadoso que no piensa en sí mismo, a pesar de la situación en que se encuentra, de miedo ante quienes apedrearlo, darle muerte antes de llegada a su hora, a mi encanta el Capitulo 13, [1] Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo, retrata muy bien el alma de Jesús, llega la hora de ir al Padre, porque ha cumplido su Misión, tal como el Padre le ha encomendado, pero su preocupación ahora, ¿quién continuará la misión? ¿Quién será capaz de amar como Él ama? En ese entonces se fía de sus discípulos, pero ahora nos encarga a nosotros y nos dice:
Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea.

El Señor, por su bondad para conmigo, me ha considerado digno de confianza para ser su Apóstol. Me ha considerado fiel, capaz de instruir y de formar a otros.
¿Fiel? Sólo El es fiel. Pero por su amor, me ha llamado y se ha comprometido a sostenerme, aunque sabe bien que le fallo cada día. Y está ilusionado, muy convencido de que me hará llegar a ser su Apóstol.
Me hace partícipe de su misión de sanar los corazones destrozados, de devolver la libertad a los oprimidos (Lc 4,18). Más aún, de resucitar a los muertos dándoles la vida.
A mí que, como Pablo, no soy demasiado de fiar -pecador, blasfemo, perseguidor...- me ha tratado con misericordia. Ha volcado en mí su generosidad, y me ha llenado de fe y de amor. Así, del mismo modo que Él me trata a mí, puedo yo tratar a mis hermanos.
¿Me doy cuenta de lo que tú intentas, Señor, y me pongo en camino? ¿Disfruto por lo que haces y te lo agradezco?
El Señor me ha llamado a formar discípulos que le sigan, que le reproduzcan, en su vida y en su misión de dar Vida a otros.
Los que me confía no es, que sean ya amigos de Dios y que tengan una vida limpia. Más bien son personas que están en situaciones muy duras, que internamente les rompen. Lo que se me pide es que les ayude a salir de esa situación de esclavitud, a un espacio abierto, de libertad y de vida, a un terreno de reconciliación y de amistad con Dios No se trata de ahorrarles la conflictividad de la vida sino ayudar a que, en medio de esa conflictividad, vivan con el Espíritu de Dios.
He de acompañarles en un proceso de transformación para que, en lugar de vivir acomodados a los criterios del mundo, renueven su mente según la forma de pensar de Dios. Y que lleguen a sentir según siente Cristo para que puedan vivir como El.
Ayudarles a hacer ese camino, me supone cuidar mucho una vida de escucha a Dios, no sólo durante el tiempo de la oración, sino a lo largo de todo el día. Necesito una vida vivida a profundidad, en la convivencia a solas con Él, en lo más hondo de mi mismo, ahí donde escucho y obedezco su voz, para ayudar a mis hermanos a vivir también así.
Como Jesús, que vive amando a los suyos toda su vida, poniendo todo en juego para que no se perdiera ni uno solo de los que el Padre le había dado.
Me llama a ser un pastor que no busca su propio beneficio sino el de los demás: que ama de forma incondicional; que acepta y acoge profundamente al hermano en sus límites, con ese amor paciente, que todo lo cree, que todo lo disculpa, que todo lo espera, que todo lo soporta, y que, por eso mismo, le capacita para amar (1Co 13,7).
Me llama a ser un pastor que acompaña, que ilusiona, que trata con cuidado, que levanta, que carga sobre sí al otro... que se acerca desde la sencillez que proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llame, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
La misión, el Plan de Salvación es el mismo quien nos lo confía, yo siempre me he preguntado ¿Qué tengo yo Señor para qué te fíes de mi? Pero ante tanta bondad también me sale decirle de todo corazón ¿Cómo te pagaré Señor todo el bien que me has hecho? Sólo siendo un siervo fiel y en continuo dialogo con tu Palabra, para hacer lo que Tú realmente quieres, como Jesús que hace sólo lo que ve hacer al Padre y habla sólo lo que el Padre quiere que diga.
Madre querida, enséñame a ser fiel a la Palabra con la bondad y sencillez que el Padre nos da a través de Jesús. Dime Madre cómo lo hiciste Tú para hacerlo yo también.

Julia

sábado, 4 de abril de 2009

Jesús da la vida para congregar a los hijos dispersos

Juan 11, 45-57

Gracias, Jesús, COMPAÑERO DE MI VIDA por poder despertar en tu presencia. Dar con­tigo cada mañana es aprender a despertar en la mejor de todas las compañías posibles en este mundo; es encontrar que hay Alguien que es­pera ilusionado que es­trene un nuevo día de vida... es abrir los ojos de la fe y entender que aunque yo no te vea, Tú me miras, y en tu mi­rada se refle­ja el amor y la solicitud del Padre que ve a todos sus hijos El, que es el Autor de cada corazón y conoce todos sus anhelos sien­do capaz de colmarnos de su Vida y Amor, puesto que El mismo es verdadera­mente VIDA y AMOR .

En medio de los hombres, Jesús, no cesas de dar gracias al Padre, de revelar su amor por los hombres: "Que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos”

Tu oración nos deja ver tus pensamientos más íntimos, tu comunión con el Padre: "Nadie te conoce como el Padre y nadie conoce al Padre como tú". Sólo tu corazón puro, transparente puede conocer al Padre, puede compartir sus secretos, pero no nos excluyes de esta intimidad sino que nos invitas a adentrarnos en esta relación filial.

Esperas que mi vida como la tuya se dedique por entero a lo que al Padre más le agrada y complace: "que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Tim 2,3).

Me ilusiona creer que me llamas a entrar en una intimidad así, para que también a través de mi vida te puedan conocer a ti, por eso te pido que me ayudes a revisar la autenticidad de mi oración, la calidad de mi escucha, la profundidad con que capto tu Palabra, porque es allí donde está la clave para ser uno contigo.

¿El diálogo contigo me lleva a identificarme cada vez con tu forma de sentir, de pensar, de amar?
En el horizonte de tu oración aparecen, Jesús, todos aquellos que aceptan el don del Padre, los que te han reconocido como el verdadero Hijo, como el enviado del Padre. En tu oración no ocupa tu mente ni tu corazón el miedo, el fracaso, la decepción. Poco antes de tu muerte, Jesús, te encuentro totalmente libre de ti mismo.

Cumplida tu misión, tú oras por ellos, y entre ellos, estoy yo, tu discípulo, al que con tanto cariño y confianza has elegido para llevar tu Palabra a un mundo cada vez más cerrado sobre sí mismo. "Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" ¡Qué confianza me da el saber que conoces el mundo al que me envías, conoces los ambientes en los que intento definirme por ti, en los que cada día debo avanzar contra corriente! Por eso ruegas al Padre por mí y no solamente por mí sino por todos aquellos que tienen que conocerte a través de mi vida, todos esos que me piden: "enséñanos a orar".

Son tuyos, Jesús, enséñame a cuidarlos en tu nombre, regálame una oración misionera como la tuya, que me lleve, como a ti, a dar la vida por los que pones en mis manos y a congregarlos en tu nombre.

El termómetro del ejercicio de oración es el amor que le tengo a las personas que me confías, mi interés por personas que tú me has dicho en la oración, mi dedicación a formar en ellos un auténtico discípulo, que ore y enseñe a orar a muchos.

Madre, enséñame a interiorizar la Palabra como lo hacías tú, con la fidelidad que tú la guardaste, para poder estar en el mundo sin ser de él, siendo un discípulo de la Palabra y haciendo a otros discípulos de la Palabra.

Contágiame tu oración misionera para rogar por los que el Padre ha puesto en mis manos y que donde esté todos sean uno como Tú y yo somos uno.

Julia

viernes, 3 de abril de 2009

El Señor está conmigo como fuerte luchador


Juan (8, 51-59) Jeremías (20, 10-13)

En este ambiente de Cuaresma, pongamos los ojos y nuestro corazón, fijos en Jesús, que se va rumbo al Calvario, pensando en cada uno de nosotros, ¿Qué pensamiento cruza por tu mente? ¿Qué sentimientos albergas en tu corazón? ¿Dónde están tus ojos fijos? Sus ojos fijos en el corazón del Padre, Juan 8,55 Pero yo lo conozco y soy fiel a su Palabra. Si Jesús tiene sus ojos puestos en el Padre porque lo conoce, seguro que los tiene también puestos en nosotros, sus pensamientos y sentimientos somos nosotros.

Les quiero devolver, el corazón del Padre, que se les dio, cuando los creé, ese corazón donde está inscrita mi Palabra. La Palabra de Dios no está lejos de tu corazón, allí la inscribe no con tinta sino con sangre.

Imagínense, piensen que urgente fue para Dios mostrarnos su amor, que para hacerlo, nos envío a su hijo, a Jesús, para que sea Él quien nos enseñe, para que sea Él quien nos saque de nuestra miseria de vida, y nos lleve al amor del Padre.
Cuando vemos a Jesús y nos ponemos a pensar en porque esta crucificado, decimos “los judíos lo crucificaron” pero miren, el que esa imagen persista, no es por tradición, sino que es porque todavía ahora en 2009, lo seguimos crucificando y sin que El ponga la mínima resistencia “HA AGUANTADO TODO TU PECADO, POR EL INMENSO AMOR QUE TE TIENE”.
Cuando marginamos al más pobre, más sucio, al menos inteligente, al que no es de mi clase, al que no piensa como yo, o cuando puedo hacer el bien y no lo hago, allí estoy crucificando a Cristo nuevamente.
Yo me acuerdo que una vez, cometí un pecado, y a mí me dolía ver a Jesús, en la cruz y diciéndome “YO POR TI, VOY A LA CRUZ, LAS VECES QUE SEAN NECESARIAS, PARA RESCATARTE, y eso me daba tanta pena porque me sentía que la gracia de Dios, se derramaba en mi, en vano, pero al ver a Jesús, tan bueno, ofreciéndose otra vez, por mi salvación, me decía ¿Debo valer bastante para que Él muera por mi? Y me decía no sabes cuánto.
Por eso ante tanto amor, uno cae rendida a sus pies con ganas de amarlo, adorarlo, como único Dios y Señor, como el único amor de mi alma, que lo aprehendí y no lo soltaré jamás.
Si nos hemos dado cuenta, en este tiempo de Cuaresma, ¿Cuál es el afán de Jesús? Enseñar a sus discípulos a conocer al Padre, para que aprendamos a escucharle y ser fiel a su Palabra. Es tiempo de reconciliarnos con Él, Él quiere que tengamos fe, confianza, en el amor que nos tiene, Y, este es el mejor momento para reconciliarnos con El, y nuestros hermanos, esta es la oportunidad que hemos estado esperando, es el momento de salir en ese hoyo en el que nos hemos metido, dándonos su perdón y su misericordia. Jer.20, 13 Porque a ti he encomendado mi causa. Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”.
Cuando escuche esto me llene de mucha paz, pero sobre todo de esperanza, la esperanza de saber que me iba a reconciliar con todos. Y pensar que poca gente ha tenido la oportunidad de encontrarse con la misericordia de Dios y nosotros estamos llenos de ella.
Pedirle a María que como Ella, estar acompañando a Jesús, en su recorrido hacia Jerusalén, no para echar la culpa a otros, ni para tener pena, sino para acoger su viva y poder ofrecerme como Él, para salvar a mis hermanos.

Julia






Escuchen: EL Señor es nuestro Dios

Jueves 2 de Abril

Génesis (17, 3-9) Juan (8, 51-59)

¡Jesús que vas camino al Calvario!, Amigo fiel, despierta mi oído de discípulo esta mañana nuevamente para que pueda escuchar tu voz! (Is 50,4) No dejes que me pierda en tantas distrac­ciones, sino que pueda distinguir hoy, claramente, tu voz para poderte seguir de cerca.
Tu voz de Buen Amigo se adelanta por las mañanas saltando por encima de toda difi­cultad para escucharte: "¡La voz de mi amado! Helo aquí que ya viene, saltando por los mon­tes, brincando por los collados" (Cant 2,8-9). ¡Si hoy pudiera advertir tu presencia amoro­sa, si hoy aprendiera a ver cómo me buscas, me mi­ras, y me di­riges una palabra de aliento que no es sólo para mí sino para la vida de los que me confías! "Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y se pone a mirar por las ventanas, a es­piar por las rejas. Mi amado em­pieza a hablar y me dice: Levántate, com­pañera mía, hermosa mía, y ven por acá... muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz... mi amado es para mí, y yo para mi amado" (Cant 2,8-16).
Ojalá hoy pueda dejar que tus palabras se cumplan en mí ya que tú eres "fiel en todas tus palabras, en todas tus obras amoroso" (Sal 145,13). Tú te complaces en los que lo esperan todo únicamente de tu amor, en los que no dudan que tú envías a la tierra tu mensaje de vida y tu palabra corre veloz para que pueda conocer tu plan de amor (Sal 147,11-20).
No dejes, Jesús, que siga la voz de los extraños. Es cierto que "nos han dominado otros señores fuera de ti, pero no recordare­mos otro Nombre sino el tuyo" (Is 26,13). Sólo tú te has ganado toda mi escucha y atención, sólo tú puedes conservar -con tu fidelidad y dedica­ción amo­rosa- mi ánimo firme y en paz, porque confiar en ti es tener una "Roca eterna... tu nombre y tu recuerdo, son el anhelo del alma" (Is 26,3-4.8-9).
¡Enséñame a escucharte, Amigo fiel, para que pueda seguir tus pasos y conocer tus designios de amor para mis hermanos!
Jesús, tu intención al ir por delante de nosotros no es que te admiremos, te alabemos o agra­dezcamos sin más tu actitud, sino que tú pretendes marcarnos una ruta: "les he dado ejemplo para que también ustedes hagan lo mismo" (Jn 13,15-17).
¡Qué difícil se hace seguir los pasos, fiarse de un extraño! Por eso me resulta difícil seguirte tantas veces Señor, porque tal vez aún eres un extraño para mí; con frecuencia no dejo que la relación contigo llegue hasta lo más hondo de mi ser: no dejo que tus esfuerzos y tus detalles de amor por mí me calen hasta dentro...
Ya lo ves, sé muchas cosas Señor, si hace falta las explico y las defiendo, y tal vez hasta convenzo al otro, pero mi corazón no se ali­menta de cosas sabidas, y nuestra amistad tam­poco crece ni se fortalece cuando me quedo en la superficie, en la teoría, en las ideas...
Por eso hoy me sales al encuentro y me llamas a dejar ese camino por el que creo que te sigo, pero que tal vez no es el tuyo. Tú no fuiste un teórico en tu vida, Tú nos mar­caste el camino con tus hechos y con tu Palabra (Hch 1,1), de ahí, que la in­vitación que nos haces es a esto mismo: ven y sígueme, no tengas miedo...
En la medida que empiece a caminar por tus caminos y a seguir de cerca tus pasos, fiándome y abandonándome en tus manos amigas, mi amor y mi amistad contigo irán en aumento, porque experimentaré que la pro­puesta que me haces es una propuesta de gozo y felicidad.
No quiero Señor vivir más como aquel joven rico que lo cumplía todo, lo sabía todo, pero perdía la vida, y no disfrutaba del gozo de tu amis­tad por no arriesgar nada en tu segui­miento (Mc 10,17-21). Como a él, tú me miras con cariño esperando que encuentre en ti la fuerza necesa­ria para aceptar tu propuesta: se­guir tus pasos e ir por delante haciendo camino para otros.
Tu amistad Jesús es una amistad ver­dadera, una amistad que a veces no me es fácil descubrir ni valorar porque hay pocos amigos como tú: que lo den todo por el amigo, hasta la propia vida si es necesario, sin esperar nada a cambio, buscando solamente lo mejor para el otro (Jn 15,13-16).
Esa es la mayor prueba de amor, la mejor prueba de tu amistad, pero yo necesito pararme y saborearlo más. No me dejes Señor pasar por encima de este tesoro, de esta ri­queza, torpemente sin saber qué es lo que sig­nifica, sin caer en la cuenta de lo que tengo en­tre manos.
Así como un hombre se afana por la ri­queza, y no porque tenga mucha deja de de­sear tener más, así te afanas tú por mi amor y por mi vida.
¿No exprime una persona su mente, sus fuerzas, su vida, y sa­crifica a veces hasta su fa­milia y el estar en su patria, por tener más? Comparable a esta ansia es tu deseo en mí, de conseguir mi atención, mi fe, y mi confianza.

Mamita querida, enséñame a confiar en Jesús, para amarlo más, y poder escuchar su Palabra que nos indica cuál es la voluntad del Padre, que todos se salve.


Julia.

miércoles, 1 de abril de 2009

Dichosos los que cumplen la Palabra del Señor



Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto.

Daniel (3, 14-20. 49-50. 91-92. 95) Juan (8, 31-42)

Imaginémonos a Jesús, camino a Jerusalén, ¿Qué le preocupa? ¿Cuáles son sus intenciones para con sus discípulos? El sabe que va a morir y trata por todos los medios de enseñarlas, lo más y único importante para Él, dialogar con el Padre, se lo repite hasta el cansancio, porque sabe que lo único estable en este mundo “es su PALABRA” todo pasará, más mi Palabra, no pasará, todo podrá derrumbarse; pero mi Palabra se cumple hasta el último ápice.

Jesús es consciente, de que nosotros estamos hechos para vivir en diálogo con Dios, esa es nuestra vocación, y que bueno no sólo saberlo, sino cumplirla con un corazón bueno y sincero como Él. Este es el fruto que hoy día nos quiere regalar muestro Papá Dios, porque sabe que quien vive la Palabra, será libre conforme nos ha creado.

No sé si les ha pasado, pero yo recuerdo mucho, que ni a mi papá ni a mi mamá, le gustaba que dijéramos mentiras y usaban frases, como: la verdad sale tarde o temprano y eso es cierto, otra frase era, la verdad es como el sol no se tapa con un dedo y la que más escuchaba y no tenía conciencia que era Palabra de Dios: La verdad te hace libre y yo decía, ¿libre de qué? Y si me libraba de que me castiguen, de que otro se la diga y yo pase por mentirosa, me servía para que mis papás me defendieran, si había quejas de otras personas.

Pero que la verdad te libera, es verdad y lo hace con creces, ¡Cuántas veces hemos mentido y teníamos el corazón oprimido, por haber causado daño, a otras personas Y cuando hemos dicho la verdad, hemos sentido un gran alivio!

Esto que hacemos es más que un destello, de la libertad que nos da el cumplir la Palabra de Dios, el fruto de hacer vida la Palabra, es eso: La libertad.
¿Qué tan importante es para Dios, su Palabra, que envío a su Hijo? Jesús es la Palabra de Dios hecha carne. Y vino habitar entre nosotros para darnos a conocer al Padre, Jesús es la concreción de la imagen de Dios, es la cercanía de Dios a nosotros, es la manifestación del Amor de Dios por sus hijos, quiso Dios manifestar en forma real y palpable, el gran amor que nos tiene.

Jesús, obediente, nos enseña hablar con el Padre, para que pudiéramos ser felices, ¿Quién es feliz desobedeciendo la Palabra de Dios? Nadie porque eso implica ofender a Dios, y a los hermanos, quien no cumple su Palabra, vive en pecado, el pecado es decirle no a la Palabra de Dios, es decirle ¡NO! Al Amor a la Vida,

¿Quién no tiene experiencia de no obedecer a la Palabra? Y sabe cómo ha vivido, lleno de odios, rencores, indiferencia, haciendo el mal y no haciendo el bien que puede, y eso no es nada agradable para el que conoce la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Yo cada vez, que tengo un odio menos en mi corazón, menos momentos de cólera, menos ratos de ser desagradecidas con Dios y con las personas, me siento más libre, más ágil, y me sale desde el fondo de mi corazón, esto es lo mío, para esto me ha hecho Dios, para ser feliz, plena en abundancia.

Como Pedro, dice más vale ser desobedientes a los hombres que a Dios y es lo que les sucedió a los hermanos que el Rey Nabucodonosor, mandó a quemarlos, por no adorar a sus dioses de barro, ¿qué lograron con la obediencia a Dios? :

Dan “Bendito sea el Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño”.

No sólo se sintieron felices de obedecer a la Palabra de Dios sino que empezando por el rey, muchos se convirtieron.
La Palabra, no sólo nos hace felices sino que busca a hacer felices a los demás, es difusiva,

Is, 55,11 así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.

Por eso Jesús, nos invita, a mantenernos en la verdad, Juan “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.

“Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. Jesús nos exhorta a no permanecer en el pecado, por que permanecer en el pecado es lo que ocasiona la muerte eterna, Él sabe que somos débiles y que vamos a caer; pero quiere que nos arrepintamos y busquemos nuevamente su camino, verdad y Vida en su Palabra.

Pidamos a María, Madre de la Palabra, que nos ayude a buscar la felicidad, la verdadera libertad de hijos de Dios, como Ella, que hizo carne la Palabra.

Julia

Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta

Martes 31 03 09


Números (21, 4-9) Juan (8, 21-30)


Vamos a pedir al Espíritu Santo que nos ayude a orar y que él abogue para que los frutos de esta oración, sea hacer lo que Jesús hizo, no hacer nada por cuenta propia, sino, sólo aquello que el Padre le decía. Es que nuestro buen Jesús, lo que nos quiere enseñar, es ser obediente y siendo obediente puede ser levantado en alto para atraer a todos. Esa es su misión: que todos los hombres se salven.

Números. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.

Juan: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.

Lo que Dios nos quiere enseñar, es que caminemos con los ojos fijos en Jesús, porque la mirada de Jesús no se muda, El es todo Amor y Amor misericordioso, por eso ha sido levantado en alto, con los brazos abiertos, porque está siempre dispuesto a pesar de nuestros pecados, a abrazarnos, a acogernos, y si no le queremos mirar, Él estará, siempre con los brazos abiertos, esperándonos.
Al abrazarnos, Jesús, no sólo nos quita el pecado y nuestra inmundicia, sino que nos devuelve la VIDA-AMOR, que habíamos perdido, nos da un corazón nuevo, nos pone su corazón para poder actuar como Él, con un corazón de misericordia con nuestros hermanos.

Nos hace entender, que todos hemos sido hechos del mismo barro y nadie es mejor o peor que otro, lo que varían son las circunstancias, pero igual somos hermanos, si Jesús, nos acoge, ¿Qué nos queda a nosotros, sino a acoger a los otros, que son tan pecadores como nosotros, delante de Jesús, todos tenemos faltas, porque ¿Quién actúa, conforme a Él, que actuaba en obediencia al Padre?

Algo de lo que me gusta de las personas que me han llevado, misioneros, misioneras, discípulos, es que ni se admiran, ni se asustan de mi pecado, uno puede hablar desde lo que hay dentro escondido, sin vergüenza ni ofuscación, porque se sabe entendido, comprendido y perdonado,

¡Qué bueno sería que a nosotros puedan acudir, sin ser avergonzados, ni discriminados por sus faltas!. Esto es ser levantado en alto, que nos puedan mirar, sin sentirse menos por nada, sino acogidos, atraídos por nuestro estilo de vida, porque somos obedientes a la Palabra.

Y ¿por qué Jesús es tan obediente? Porque se fía del Padre, la fe mueve montañas, por eso Jesús es capaz de ir al sacrificio de la cruz y ser levantado en alto, por tener toda su confianza puesta en el Padre. Y porque confía obedece.

Nosotros nos preguntaremos, ¿somos tan obedientes como Jesús? ¿Tenemos nuestra confianza puesta en Él? ¿Nos fiamos de su Palabra?

Cuando Jesús es obediente, el puede decir, tranquilamente “YO SOY” Yo soy la esencia del Padre, en el Espíritu porque tan fiel soy a su Palabra, que Yo me hago uno con Él.

Obedecer la Palabra, es recuperar, nuestra esencia divina, nuestra identidad, y nuestra vida, plena y abundante, para que los otros pueden alimentarse de nosotros, y así podemos ser levantados en alto para dar Vida Eterna, a quienes nos rodean.

Pidamos a la Madre, que ella nos enseñe a ser obedientes, y obedientes hasta la cruz, como Ella, que asumió con mucho Amor su ¡SI! Porque se sabía que atraería a muchos hijos al Padre.
Julia